La concejala Norma López no puede establecer una fecha exacta sobre el comienzo de su vida como militante, pero sí dos elementos: el carácter solidario de su familia, dueña de una verdulería de barrio en Rosario, y la variedad de clases sociales y miradas ideológicas que conoció en la Facultad de Ciencia Política. Es lo que considera que está íntimamente vinculado con su elección. Además de su participación en el peronismo a través de décadas, López estudió Comunicación Social pero piensa que es muy difícil llevar otra carrera además de ser dirigente política, sobre todo cuando se ocupa un cargo legislativo.
Para hablar del presente de la ciudad, López apunta directo contra el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, quien forma parte de su mismo espacio político: «El gobernador de la provincia nos ha descuidado, sobre todo en materia de seguridad, pero también en que Rosario tenga un lugar y fuerza en la toma de decisiones en Santa Fe. Eso no ha ocurrido en los últimos tiempos para la ciudad, desgraciadamente lo digo. Porque además, con mucho orgullo, formé parte de recuperar la provincia para el peronismo, para el kirchnerismo, con un gran esfuerzo de toda la militancia».
En diálogo con El Ciudadano, la precandidata a diputada provincial por el justicialismo habla sobre sus diferencias con la gestión santafesina del partido que integra, los desafíos más importantes de la provincia, la agenda feminista y la política de alianzas en una ciudad donde la actual concejala ve un gran deterioro de la salud pública, de la cual Rosario se enorgulleció por décadas, como resultado de una gestión, la de Pablo Javkin, a la que definió así: «No es buena».
—Una de las banderas históricas del peronismo es la justicia social, siempre se jacta de representar intereses populares. Hace cuatro años que el peronismo es oficialismo en la provincia y la Nación; ¿representa esos intereses?
—El peronismo debe recuperar la agenda del pueblo. Esto significa recuperar el diálogo con los sectores populares, con los sectores de trabajadores y trabajadoras, y hacer una agenda para hablar de eso y encontrar salidas alternativas. Hay un claro reclamo de la sociedad y es justo. Tenemos que hacernos una autocrítica, en términos generales, de todos los espacios políticos, porque se ha generado una concentración en la toma de decisiones por todos los niveles de gobierno, tanto en provincia como en Nación. Hay que generar otro tipo de escucha de lo que quiere nuestra sociedad: estoy convencida y lo planteé hace días atrás como vicepresidenta del partido peronista en Santa Fe, a cada compañero y compañera en nuestro congreso provincial y cada vez que nos juntamos.
Nos hemos juntado también con compañeras peronistas de toda la provincia y de todos los espacios porque además nuestro movimiento es sumamente amplio y diverso. Todos los sectores necesitamos dejar de lado las individualidades y volver a recuperar una agenda de la ciudadanía. Si no es muy difícil que la ciudadanía se sienta representada por valores en los cuales se pueda ver como un espejo. Trato de no olvidarme nunca de mi origen: una familia humilde, de una verdulería y, en ese sentido, brego lo que significa una construcción.
—¿Cuáles son los principales desafíos para Santa Fe?
—Seguridad. Primero ese tema, pero el desafío que tenemos antes que todo es ver cómo enfrentamos a una derecha que ha dejado de lado sus diferencias con tal de generar una masa crítica contra el Frente de Todos, contra el peronismo, contra el kirchnerismo y todos los espacios porque hay muchos partidos políticos que no provienen ni del kirchnerismo ni del peronismo, y que abrevan en el Frente de Todos.
Esa derecha que se ha conformado en el frente de frentes y que recientemente se ha constituido es una derecha no sólo organizada sino violenta, porque lo que están haciendo es un autoritarismo absoluto al negar las opiniones de otros sectores. Han hecho la punta de lanza de una persecución casi macartista de los espacios que no estamos en este frente de frentes.
—¿A quiénes te referís específicamente?
—Si escuchamos todo lo que es el PRO y Juntos por el Cambio es la demonización de las y los referentes del peronismo y del kirchnerismo. Esa demonización es básicamente en la figura de Cristina, con esta persecución y el intento de magnicidio, el intento de proscripción a ella y a cada uno de aquellos que somos referencias en los espacios. Son amenazas veladas con un discurso muy oscuro, negacionista, que intenta disciplinar a aquellas poblaciones o sectores que cuestionamos a esta conformación nueva que es una alianza distinta a la de 2015. Porque han logrado endeudarnos, hemos tenido que claudicar ante el Fondo Monetario Internacional, con la corrida cambiaria están al borde siempre confrontando con la institucionalidad y la toma de decisiones.
No puede ser que a pesar de todos los intentos que se hicieron, los grandes productores de alimentos de este país no puedan generar un precio al que la población pueda acceder. No tengo dudas que todas estas cuestiones forman parte de este frente de frentes que es la réplica que tiene a nivel nacional. Cuando tenés una presidenta del partido de la oposición más importante que no reconoce que a Cristina la quisieron asesinar estamos en graves problemas.
—¿Te parece que en la sociedad que crece un discurso antipolítica?
—Sí, por varias cuestiones. Por un lado, sin lugar a dudas, por errores cometidos en las gestiones. En primer lugar, por lo que nos ha dejado la pandemia, que ha hecho un efecto que aún no está analizado en profundidad e impactó en la formación de personas más individualistas porque no sabés si en un rato caés muerta. Hace que se mida todo por el minuto a minuto, que no puedas proyectar y genera una mirada de autoprotección. Es difícil.
Por otro lado, el empobrecimiento que nos dejó la pandemia. Si no hubiéramos tenido un Estado protector con Alberto y Cristina, con su decisión en los primeros años de gestión de avanzar en el cuidado de las personas contra el virus y generar algunas medidas que fueron de alto impacto positivo en la sociedad, como por ejemplo reconstruir esas herramientas que habían dejado de lado como el Ministerio de Salud. No quiero volver tan atrás pero sin lugar a dudas que la pandemia nos empobreció, nos hizo más individualistas y después la guerra.
Pero tuvimos errores en la gestión, muchos fueron revertidos. Sin embargo, no pudimos unirnos más como un espacio nacional, popular y de representación de los intereses de los trabajadores y trabajadoras. Las miradas internas son siempre valiosas, más cuando, insisto, formo parte de un movimiento tan diverso y de antípodas. Tendremos que hacer un esfuerzo porque las miradas internas no tienen que socavar la posibilidades de construir un Estado que esté al lado de la gente. Es el camino que tenemos que retomar.
—Rosario es tu lugar de mayor acción, sos una de las concejalas que viene haciendo un relevamiento en relación a la violencia de género en la ciudad; ¿cuál es tu diagnóstico de situación? Esa violencia, ¿se acentuó o cedió?
—Se acentuó la violencia social y, por lo tanto, también sobre las mujeres. Tenemos otras caracterizaciones y las mujeres y disidencias sufrimos otras violencias. Por un lado, nuestros relevamientos indican que hay menos casos de femicidios vinculados a la intimidad, o sea con pareja, con el ex, marido, amante, novio o de la índole familiar. Pero han crecido muchísimo los femicidios y las muertes violentas de mujeres en contexto de criminalidad. Ya lo veníamos viendo desde hace varios años atrás que no estaban registradas como femicidios o como feminicidios, es decir, cuando el Estado no acude al real cumplimiento del acceso a derechos de poblaciones vulnerables, en este caso, las mujeres y disidencias.
En 2018, la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (Ufem) emitió un protocolo para todos los fiscales federales para que toda muerte violenta de una mujer fuera investigada como femicidio. Luego, aquí el Ministerio Público de la Acusación (MPA) hizo convenio con la Ufem. Nosotros hacemos el seguimiento del trabajo de los medios de comunicación, el MPA tiene más información porque es oficial pero tenemos un registro similar.
En la pandemia el ámbito privado se había convertido en una trampa para muchas mujeres y distintas niñeces. Además, el nuevo rol al cual sobre todo el narcotráfico nos ha expuesto a juventudes, mujeres y diversidades. Hay muchas madres que pujan con las economías delictivas, con los narcos, para que sus hijos e hijas no sean atrapadas. Hay hostigamientos, persecución, balaceras y amenazas. Todo eso se mira claramente a través del derrotero que tienen las mujeres sobre las violencias que sufren sobre sus cuerpos y también es un modo disciplinador. El ejercicio de la violencia sobre los cuerpos de las mujeres, niñas, niños, adolescentes, jóvenes es también una mirada disciplinadora.
Además, las mujeres son las lideresas, las que más circulan por los territorios. No es que los varones no militen, son solidarios y militan pero las mujeres son las que más están en los merenderos, los comedores, en las cooperadoras de las escuelas. Todo lo que sea política de cuidado de las personas, desde el bebé hasta las personas adultas mayores. Tenemos a nuestro cargo las políticas de cuidado y también en las ciudades donde no está el Estado, están las mujeres organizadas.
—Formás parte de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto. Durante esta gestión nacional se sancionó la ley, ¿cómo ves su aplicación en la ciudad? ¿Hubo un seguimiento?
—Hay un deterioro muy grande de la salud pública en la Municipalidad y mucho malestar de los trabajadoras y trabajadores de la salud. En los centros de salud, tanto municipales como provinciales, tienen muchas dificultades para poder abordar la salud integral de las familias de Rosario. Con el tema del acceso al aborto Rosario ya tenía una dinámica que se pudo trabajar también con Santa Fe, porque hay que decirlo claramente: Santa Fe fue la primera provincia del país en apoyar y en adherir a los protocolos nuevos a partir de la ley.
A la implementación de la otra ley, de los mil días, creo que todavía le falta desarrollo porque eso sí tiene que ver con la protección de nuestras infancias, con la aplicación de la ley de Educación Sexual Integral y el acceso a la salud integral.
Como Campaña hicimos varias cuestiones porque todavía falta para llegar a un acceso absoluto a todas las políticas de género. Sobre la ley de aborto, hicimos varias campañas para que las obras sociales se hagan cargo, porque en muchas situaciones derivan al Estado para que la salud pública se haga cargo de una decisión que además tiene cobertura legal, porque tenemos una ley. Hicimos un trabajo de visibilización junto con los distintos gobiernos, las distintas organizaciones que forman parte de la campaña y otras organizaciones e instituciones.
No sé si falta mucho, pero falta para que el acceso sea real y concreto y que todas las mujeres tengan disponible cómo decidir sobre la maternidad. Los varones tienen que crear mayor conciencia a la hora de los cuidados, no solamente la transmisión de enfermedades sexuales sino también su compromiso para que la maternidad y la paternidad sean queridas, deseadas.
—En Rosario se anunció la alianza Ciudad Futura y el Frente de Todos para disputar la interna para intendente. ¿Qué pensás de esta decisión? ¿Se puede replicar algo parecido a nivel nacional?
—Este trabajo que viene haciendo Roberto Sukerman, Juan Monteverde y los compañeros y compañeras que participan de esos espacios es muy bueno por la ampliación de consensos. En esta mirada que hacíamos antes acerca de la situación de la política hoy para dar un mayor certeza a la ciudadanía de las acciones que se tienen que llevar adelante; también tenemos que incorporar prácticas distintas.
Los partidos estamos acostumbrados a algunas prácticas, propuestas y estamos en un momento de necesidad de revisión de buenas prácticas. También hay una necesidad de un intercambio generacional. Así que es muy bueno y oportuno que se puedan hacer este tipo de alianzas, ojalá que las podamos replicar en toda la provincia de Santa Fe.
En Rosario estamos con muchas posibilidades de llegar a la intendencia. Está claro que necesitamos hacer un gran consenso entre todas las fuerzas que estén dispuestas a volver a tener una ciudad como la que todos deseamos y la que tuvimos en algún momento. La alianza que hoy conduce la ciudad está hace más de treinta años, entre socialistas, radicales, demócratas progresistas y algunos otros sectores que hoy integran también este frente, que no deja de ser un frente marcado por una directriz muy autoritaria y con muchos rasgos de violencia.
La gestión del intendente Pablo Javkin no es buena, hay muchísimas dificultades y tampoco ha sido generoso en cuanto a la política, a sentarse con todos los sectores y no hablo solo de partidos sino de la sociedad. Rosario históricamente ha participado en la construcción de su política de movilidad pero cuando Javkin decidió acompañar que ese pacto fuera más cercano a los empresarios y no a los usuarios y usuarias del transporte urbano de pasajeros se dejó de pedirles su opinión.
En parte puede haber sido porque no se podía pedir de un modo tradicional la opinión de la ciudadanía en pandemia, pero después nunca se volvió a tener el mismo sistema de transporte. Es muy fácil no buscar soluciones y tener media gestión, no volcar todo el esfuerzo para que las gestiones sean realmente conducentes para cambiar la mirada de la sociedad y la calidad de vida, es muy fácil tirarle la responsabilidad a los gobiernos superiores. Eso ya marca el fin de un modo de hacer política.