“Fuimos al Parque Scalabrini Ortiz. Se hicieron las 3 de la mañana. A las 6 la mayoría entraba a trabajar. Decidimos quedarnos; la idea era ir a nuestras casas, pegarnos un baño e ir al trabajo. Pasamos por las Cuatro Plazas por pura casualidad: ni siquiera somos del barrio. Se presenta un móvil. Yo estaba en un banco a unos metros de mis amigos. El policía Saavedra se baja a punta de pistola y pide que vayan contra el patrullero. Todos se levantan y van para el patrullero. A mí no me dan la orden. Cuando se dan cuenta de mi presencia vienen hacia mí y lo primero que hace es insultarme y golpearme. Yo le digo: “Pará, qué te pasa”. Y continúan los golpes con la pistola. En un momento, del miedo, empecé a correr. No pensé en otra cosa. Ahí es cuando Érika me dispara con la escopeta y me pega en la pantorrilla izquierda. Si es verdad que las comunicaciones radiales están grabadas se va a escuchar a Saavedra diciendo: «Déjenmelo a mí. Déjenme al (de la remera de) Central a mí». Habré hecho 200 metros. Me rodean entre siete; autos, motos y chatas. A mí nadie me aprehende. Yo paro mi carrera, levanto los brazos y me quedo parado. Me dicen que me tire al piso y me tiro al piso. Estaba indefenso. Llegan, comienzan a golpearme hasta desfigurarme la cara. Y en ese momento me cortan el pelo con un cuchillo. Luego me tiran en la caja de la chata, como un perro. Tenía dificultades para respirar y sangraba de la boca y la nariz. Me llevan a la 14ª. Los imputados dicen que no estaban ahí. Eso es mentira. Estuvieron en todo momento ahí. Nos maltrataron física, psicológica y verbalmente. Nos humillaron. Nos torturaron. Yo creo que nos torturaron. Eso fue lo que sucedió”. Con esta declaración, Sasha, un chico de 22 años que no supera el 1,65 metro de altura y los 50 kilos, enfrentó cara a cara a los policías acusados de violencia institucional en un caso ocurrido el pasado viernes por la madrugada. Antes de esa jornada, lucía unas rastas hasta la cintura. En un arrebato de violencia los policías se las cortaron. Durante la audiencia lució una remera del grupo de rock Las Pastillas del Abuelo y tenía un ojo morado. Dijo que dio su versión de los hechos porque escuchó “muchas mentiras”.
Por la violencia policial desatada aquella madrugada en las Cuatro Plazas de barrio Belgrano, el juez de primera instancia Santiago Becerra ordenó este jueves la prisión preventiva efectiva –hasta el 26 de abril– a dos de los ocho agentes acusados por el hecho en el que resultaron golpeados y violentados siete jóvenes que estaban en ese espacio verde, entre los que estaba Sasha. A todos los efectivos incorporados hasta el momento en la causa –hay una uniformada que se encuentra fuera de la provincia y prometió presentarse ante la Justicia y la Fiscalía analiza la participación de 20 patrullas en el caso–, el magistrado les imputó los delitos de apremios ilegales, falsificación ideológica de documento público e incumplimiento de los deberes de funcionario, tal como pidió la fiscal de la Unidad de Violencia Institucional Karina Bartocci.
Los que quedarán detenidos son los suboficiales Mariano Saavedra y Érika Denis, ambos del Comando Radioeléctrico y los primeros que llegaron hasta el parque de barrio Belgrano. El resto permanecerá en libertad mientras sigue la investigación, pero con prohibición de contactar por cualquier medio –físico y también por correo electrónico o redes sociales– a los chicos que denunciaron el incidente de violencia institucional. Se trata del suboficial Walter Duarte, de la misma repartición que los anteriores, y los efectivos de la Policía de Acción Táctica (PAT) Ariel Godoy, Gastón Farley, Santiago Morgan y Roberto Salinas. Quedó pendiente el encuadre judicial de una última uniformada, Cristina G., quien no hasta el momento no se presentó a la Justicia.
Aprietes en el bar
Desiré era la única chica que estaba en la plaza. Contó en la audiencia, tal y como había relatado en su Facebook, que en un momento se fue en moto con Emanuel, su novio, al quiosco. “Por atrás aparece un móvil siguiéndonos con las luces apagadas”, dijo. El conductor de la moto la dejó en la plaza con sus amigos. Ahí aparecieron los uniformados Saavedra y Denis. “Vení, hija de puta. Ya te agarramos”, le dijeron.
“Vi a Sasha correr rapidísimo, asustado. Los chicos estaban en el piso”, dijo. “En ningún momento se opusieron”, contó. Los policías le preguntaban por una supuesta mochila rosa: “Les dije que se fijen en las cámaras. Yo en ningún momento tuve una mochila rosa”.
“El policía Mariano Saavedra me decía que yo era la prostituta barata del barrio, que él me conocía, que yo era la que vendía falopa. «Negra de mierda», me decían. Yo no vivo en ese barrio”, dijo la chica.
“Estoy muy asustada. Apenas publiqué lo sucedido en Facebook me agregó una empleada policial que estaba en la comisaría. Yo trabajo en un bar, y el martes por la noche se acercó un móvil policial que estuvo parando frente al bar una hora, con las luces apagadas y (los agentes) miraban absolutamente todo. Además había otro a la vuelta. Cuando mi novio me viene a buscar, arranca y pasa a paso de hombre frente a bar y mirando. Tengo miedo, no puede ser que tenga que estar en mi trabajo con miedo. Ahora me tienen que llevar y traer a todos lados”, contó.
Hostilidad
Saavedra, el policía sobre el que se posaron todas las miradas, se mostró intranquilo e inquieto durante la audiencia. Al momento de declarar los demás agentes abandonaron la sala. De buzo rojo, robusto, justificó el procedimiento alegando “hostilidad” por parte del grupo de amigos, y dijo que todo se puede comprobar mirando las grabaciones de las cámaras domo del municipio y los GPS de móviles, además de los handies. “Se tardó en labrar el acta porque las unidades se habían ido de franco, y tuvieron que volver” (a firmar a la comisaría 14ª, donde los jóvenes estuvieron detenidos desde las 4 de la madrugada hasta las ocho de la noche) se atajó. Cuando salió de la sala, allegados a las víctimas le dijeron: “Torturador”.
Llegó el turno de Érica Denis, la agente del Comando. En forma errática, lo primero que dijo fue que la moto en la que iban Desiré y su novio se había fugado. Habló de “agresiones” en la plaza y se desligó de la brutal detención de Sasha. “Fue la PAT”, dijo y de inmediato agregó que el disparo con postas de goma que el chico recibió en la pierna fue “hacia el piso”. Cuando le preguntaron el porqué de la identificación de la moto, dijo que así es la forma de desarrollar un procedimiento usual por “prevención”.
Cinco policías más declararon. Dijeron que llegaron al lugar por el aviso que dieron Saavedra y Denis por la moto en fuga. Hubo llantos, y exculpaciones. Nadie se hizo responsable de la detención y lesiones de Sasha, pero admitieron que lo llevaron a hacerse curaciones al hospital Centenario. Dijeron que no estuvieron en la comisaría 14ª. El grupo de amigos dijo que sí estuvieron.
La fiscal Bartocci formuló imputaciones por apremios ilegales, falsificación ideológica de instrumento público e incumplimiento de deberes de funcionario. Pidió la prisión preventiva para Saavedra y Denis; para los demás, solicitó la prohibición de acercamiento en todas sus formas: física o por medios electrónicos. “Los policías quisieron demostrar poder sobre estos jóvenes”, dijo Bartocci. Y agregó que hay personal policial que falta identificar que fue parte del procedimiento, ya que en el lugar convergieron dos decenas de patrullas, y sigue bajo investigación el personal de la seccional 14ª.
La defensa ensayó argumentos para alivianar los pedidos de Bartocci. El abogado José Luis Giacometti dijo que la prisión preventiva para sus defendidos no se correspondía con la expectativa de pena. Negó un eventual entorpecimiento de la investigación y dijo que las medidas cautelares solicitadas son “exageradas” y un “abuso del Código”.
Apariencia de responsabilidad criminal
Antes de resolver, el juez hizo una larga disquisición técnica sobre el derecho penal que no muchos en la sala parecieron entender. Luego fue al grano. “En la actividad de la Policía, los apremios pueden existir, son propios del trabajo. Pero estos fueron ilegales”, dijo Becerro. “No se sabe qué intervención le cupo a cada uno, pero todos estuvieron; tenemos más elementos por lo que callan que por lo que dicen”, agregó. Habló de “vejaciones” y “apariencia de responsabilidad criminal”, y de la tan mentada mochila rosa, que nunca apareció. “Los móviles de los imputados son poco claros; hubo una escalada de violencia”, describió.
“Ser policía no es un atenuante, al contrario”, dijo el magistrado. Las víctimas “no pueden haber inventado” lo que expusieron, agregó. Para cerrar la audiencia aceptó la calificación formulada por Fiscalía y dictó la preventiva efectiva hasta el 26 de abril a Saavedra y Denis –quienes quedaran alojados en la Unidad de Detención de Mujeres que funciona en la plata alta de la comisaría 7ª y en la seccional 10ª, respectivamente–. Los demás no podrán tener contacto alguno con las víctimas. Los policías marcharon detenidos en custodia de sus pares de Asuntos Internos.