Nunca había entrado a una cárcel hasta que las internas del Penal de Mujeres de Rosario la invitaron al programa de radio que hacen desde el encierro para entrevistarla. Pero el impacto que causó esa “realidad desconocida” en la cineasta fue tal, que no tardó mucho en volver, aunque esta vez para hacer ella las preguntas. El resultado de esa experiencia fue “Nosotros, detrás del muro”, un documental que muestra la vida cotidiana de las detenidas y lleva el sello inconfundible de la realizadora rosarina Lucrecia Mastrángelo. Su trabajo, ganador del concurso de Series Federales 2012 del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), será emitido en cuatro capítulos por canal Encuentro, pero antes tendrá su debut en forma completa mañana, viernes 10 de mayo, a las 20, en el Cine Público El Cairo (Santa Fe 1120).
La investigación que precedió al rodaje no fue habitual. Lucrecia consiguió permiso para visitar a las internas y así entabló un vínculo directo que le permitió conocer más de cerca la problemática que se vive rejas adentro.
“Era una realidad que yo no conocía. No sabía ni dónde quedaba la cárcel de mujeres. Y cuando fui me impactó mucho más porque empecé a ver madres con sus hijos, cochecitos, mamaderas, drogas”, contó tras comparar la postal con la que ya había retratado en trabajos anteriores dentro de villas de emergencia: “Ahí adentro es como una villa. La ropa colgada, la cumbia, los tatuajes”.
Fue en ese marco donde surgieron los primeros lineamientos del documental que se consolidaron a la par de sus diálogos con Graciela Rojas, directora de la ONG Mujeres tras las Rejas y coordinadora del programa radial que se emite desde el penal y Fabricio Simeoni, escritor y poeta que realiza talleres literarios en distintas unidades carcelarias.
“La hipótesis era que la cárcel está llena de pobres, que van a volver, que es un circuito, un tránsito permanente, que no había vínculos entre el afuera y el adentro, que cuanto más encierro había más grande era el problema afuera”, recordó Mastrángelo cuya conclusión no se alejó mucho de esa primera impresión. “Me di cuenta que el sistema funciona perfectamente. El objetivo que tiene la cárcel no es recuperar, sino castigar”, dijo.
Con excepción de unas pocas escenas exteriores, el documental fue rodado dentro del Instituto de Recuperación de Mujeres Nº 5, en pasaje Thedy 375, durante el mes de marzo de 2012.
Cada uno de los cuatro capítulos se basa en los ejes desamparo, esperanza, encierro y sobrevivir, a través del retrato de tres mujeres que cuentan su historia: Ana B., condenada por matar a su marido tras sufrir violencia de género; Andrea L., por robo calificado, y Marta D., con cadena perpetua por un crimen por encargo.
Una apuesta a la reflexión
Lucrecia se define dentro del género del cine militante y entre sus maestros nombra a Fernando Birri, Pino Solanas y Gerardo Vallejos. “Tipos que hacen cine de denuncia y reflexión. Como para salir pensando y discutiendo acerca de tantas problemáticas. Pero insisto en que tiene que haber una necesidad del sujeto. Yo no puedo ir por una necesidad mía. En la investigación te vas dando cuenta qué es lo que hace falta decir. El compromiso surge cuando hace falta visibilizar alguna realidad”, afirma.
En ese sentido explicó que su documental “está dirigido a la sociedad en su conjunto, para que se hable del encierro y se pongan en palabras esas problemáticas que no se conocen”.
De ahí el título, Nosotros detrás del muro, “un palo para los que estamos de este lado. Para ver qué podemos decir. Hay una hipocresía muy grande en la sociedad que desconoce o mira para un costado mientras dice que si están presos mejor”, reflexionó.
Mastrángelo no tiene críticas respecto a la libertad que le dieron las autoridades del penal para grabar la vida cotidiana de las detenidas e ingresar con todo su equipo de trabajo. Pero ello no empañó sus duras críticas respecto a la institución carcelaria donde reconoce que las internas no tienen contención de ningún tipo, son excepcionales las que concurren a talleres y la mayoría consume ansiolíticos y drogas que ingresan sin dificultad.
“No hay ningún orden, ninguna organización. Hay un taller de computación y de costura. Van dos o tres. Porque todo el resto no va. O sea, el sistema funciona perfectamente, las quiere terminar de reventar. Entran con un problema de adicción previo pero nada hace la cárcel para quitarles ese problema de adicción, sino sumarle.
Lo mismo pasa con la salud. Le dan la medicación (ansiolíticos), lo hemos visto. Hay un enfermero con todos los vacitos con los nombres y ellas firman y toman, firman y toman. Dos veces al día. Y si no les dan, empiezan a golpear las rejas. Es una cosa muy perversa”.
Al respecto, la directora reconoció que debió sortear un dilema ético sobre si debía registrar el momento en que las mujeres consumían drogas o no. “Uno tiene el imaginario de que puede pasar en una institución carcelaria, pero verlo es como mucho. Entonces tomé la decisión de mostrar el efecto y no el momento y saqué unos cuantos planos fuertes”, terminó diciendo Lucrecia Mastrángelo.