La visita del presidente de Ecuador, Rafael Correa, a la Argentina fue una oportunidad más para apreciar los fuertes intereses cruzados que rodean la relación de la empresa norteamericana Chevron con YPF, polémica en la que seguirá viendo más episodios en los próximos meses.
Luego de que versiones periodísticas vaticinaran una tensa reunión entre ambos mandatarios e incluso críticas de Correa al acuerdo YPF-Chevron, el presidente ecuatoriano se mostró comprensivo con la política energética de la petrolera argentina.
“Nosotros confiamos totalmente en Cristina Fernández de Kirchner”, enfatizó Correa, quien mantuvo a rajatabla el criterio de no intervenir en la política interna de otro país de la región.
A su vez, justificó su actitud crítica hacia Chevron: “Si Cristina fuera presidente de Ecuador en la época en la que Texaco destruyó la selva ecuatoriana eso jamás lo hubiera permitido”, sostuvo Correa.
Las distintas actitudes de Cristina y Correa frente a Chevron están basadas en situaciones y necesidades internas de ambos países.
La mandataria argentina necesita las inversiones que puedan echar a andar los yacimientos de Vaca Muerta, bajo el liderazgo de la ahora controlada por el Estado YPF.
Correa, por su parte, busca mostrarse cercano a planteos ecológicos, luego de que su gobierno tomara este año una posición estratégica: puso fin a un compromiso del país de mantener inexplotadas reservas de 846 millones de barriles de petróleo en la Amazonia.
El mes pasado, el mandatario ecuatoriano anunció que terminaba así la llamada Iniciativa Yasuní-ITT, lanzada hace seis años.
En aquel momento, se propuso al mundo la no extracción del petróleo que se encuentra en el Parque Nacional Yasuní, si Ecuador recibía un aporte de la comunidad internacional de al menos 3.600 millones de dólares.
Ese monto equivale a la mitad de los recursos que percibiría el Estado ecuatoriano en caso de optar por la explotación petrolera.
Pero hasta el momento, sólo se recolectaron 13,3 millones de dólares, apenas el 0,37 por ciento.
Correa dijo que necesita los fondos y que, por lo tanto, esa zona no puede permanecer sin ser explotada, por lo que avanzó con una medida criticada por grupos ecologistas.
Por el otro lado, el mandatario ecuatoriano se mostró muy crítico de Chevron, a la que acusa de provocar un desastre ambiental años atrás.
Por aquel tema, a su vez, la compañía norteamericana anunció esta semana que se anotó un punto clave.
“El juego terminó”, aseguró el ejecutivo de la firma Hewitt Pate a través de un comunicado.
Es que, según dijo la compañía, la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, a través de uno de sus tribunales conformado por tres jueces, dictaminó que un acuerdo firmado en 1995 por Texaco –luego comprada por Chevron– liberaba a la compañía de responsabilidad financiera ante cualquier reclamo de “daño colectivo.
En juego está una demanda en el marco de un tribunal ecuatoriano por 19 mil millones de dólares contra Chevron y que derivó en su momento en un embargo a la filial argentina de la compañía, luego levantado por la Corte Suprema argentina.
El canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, aseguró al conocerse la novedad que “Chevron sigue adelante con su campaña de mentiras”.
En tanto, el mes próximo se conocerán más novedades de esta intrincada trama.
Es que Steven R. Donziger, el abogado que ganó en Ecuador el juicio contra Chevron, deberá enfrentar en Nueva York un proceso por presunta “extorsión” que ahora le hace la compañía norteamericana.
En una nota que ofreció en julio pasado al New York Times, Donziger, quien jugó al básquetbol junto con Barack Obama cuando el presidente norteamericano era estudiante en Harvard, aseguró que Chevron lo quiere “destruir” porque fue “capaz de hacerlos responsables por tirar materiales tóxicos de manera masiva” en el Amazonas.
