Elisa Bearzotti / Especial para El Ciudadano
El universo noticioso nos regala esta semana platos de todo tipo, sabor y color, y cada uno de ellos contiene el material de una crónica sabrosa y estimulante. Sin embargo, en esta ocasión, prefiero adherirme a la máxima que propone “en la variedad está el gusto” y ofrecer un “assaggio”, una “probadita”, “un petit four” del gran banquete universal, ya que en ocasiones basta una pequeña cantidad para tener una idea del desmadre general.
El primer bocado le corresponde a la Cumbre de la OTAN -Organización del Tratado del Atlántico Norte- en Lituania, cuyos ejes principales fueron el ingreso de Suecia a la Alianza de países, y la invasión rusa a Ucrania. Si bien es poco probable que desde nuestro remoto rincón del fin del mundo vayamos a participar en el conflicto europeo que ya suma más de 500 días, el desparramo de plumas de nuestros líderes mundiales sigue generando terrores cotidianos. Lo que se está discutiendo allí en este momento es ni más ni menos que el armado geopolítico del Tercer Milenio, con la amenaza de una Tercer Guerra Mundial acechando entre las sombras. En ese sentido, Estados Unidos ha dicho que Ucrania no podrá ingresar a la OTAN mientras dure la guerra con Rusia porque esto implicaría un nuevo conflicto, ya que el reglamento fundacional del Tratado obliga a todos los miembros a acudir en defensa de cualquier otro que esté bajo ataque. Mientras, la adhesión de Suecia, fruto de intensas negociaciones, deja la puerta abierta a una nueva expansión de la Alianza en el norte de Europa, luego de que Finlandia se convirtiera en abril pasado en el miembro número 31. Por esto y más, el vocero del presidente Vladimir Putin destacó el “fuerte carácter antirruso” de la Cumbre, y advirtió que el ingreso de Ucrania a la OTAN resultaría una amenaza existencial y “potencialmente muy peligrosa” para la seguridad en Europa, deslizando la amenaza de una escalada en los ataques.
Otro bocado del suculento manjar lo ofrece la lejana isla de Chipre, donde la mutación de un coronavirus felino está causando estragos, y ya provocó el deceso de más de 300.000 gatos desde el inicio de año. Según los informes, a pesar de que el virus es altamente contagioso, no se transmite a los humanos, pero me pregunto: ¿Será verdad? ¿Se acuerdan del famoso murciélago de Wuhan? Chipre -que ha adquirido fama mundial por el amor a sus “mininos”- tiene una población de poco más de un millón de gatos, esencialmente callejeros, que sobrepasa al número de habitantes de la isla. Además, es aquí donde se halló la prueba más antigua de su domesticación, con el descubrimiento del esqueleto de un pequeño felino junto a restos humanos de hace más de 9.000 años. La noticia cobra relevancia cuando la asociamos al juego de amores, desamores, hábitos y fanatismos que nos llevó al infortunio y al dolor durante dos años. Ojalá que esta vez el “ala de la mariposa” no nos toque.
Hablando de “amores, desamores y fanatismos”, no podemos dejar de referirnos al “star system” de los medios de comunicación con sus efímeros destellos, ya que en estos días ocurrió la entrega de los premios Martín Fierro, un Oscar pobretón y sudaca instaurado para convocar a la farándula local, aunque no por ello menos pretencioso y brillante. Este “boccato di cardenale” contó con un momento sobresaliente cuando la Asociación de Periodistas de Televisión y Radiofonía Argentina (Aptra) decidió otorgar el “Martín Fierro de Oro” a Gran Hermano. La pregunta que surge enseguida es: ¿esto implica el fin de la historia? ¿o será una nueva estrategia de los poderes oscuros para convencernos de que la ausencia de pensamiento y acción constituye el mayor de los anhelos dentro del cosmos mediático? En realidad, es menos dramático. Lo que ocurre es que todas las investigaciones sobre usos y recepción de medios estallan contra la impronta fáctica instaurada por las mediciones, construyendo un universo decadente e inhóspito, como la casa de fantasía premiada. La gala, donde abundaron brillos y trajes con moñitos, también manifestó su lado conflictivo cuando se hizo presente Jay Mammon -tocado por la varita negra de la “cultura de la cancelación”- y ocasionó el mayor de los problemas para quienes detentan adoración por las pantallas: no saber qué cara poner.
Y continuando con el rubro “casas de fantasía” junto a amores, desamores, fanatismos y delirios varios, vamos a dar una probadita al siguiente bocado: el “Barbie Dreamhouse Challenge”, un nuevo “reality” que documentará la remodelación en tamaño real de una “casa de Barbie”, el icónico juguete de Mattel, a estrenarse el próximo 20 de julio en el canal Home & Health. El programa contará con ocho equipos y un famoso chef que deberán transformar una casa en el sur de California en una “Casa de Ensueño” reeditando los detalles que caracterizan el hogar de la famosa muñeca. Una vez que esté terminada, un/a fanático/a de Barbie tendrá la oportunidad de ganar una estancia allí, aunque la noticia no aclara por cuanto tiempo, ni si la casa será luego destruida en honor el buen gusto y buen criterio de los vecinos californianos.
Para el final y como “frutilla del postre” esta crónica un tanto absurda aborda una noticia local porque, en medio de tanta furia, balacera y asesinatos impunes, supimos que La Cámara Federal de Casación Penal declaró “inadmisible” un recurso interpuesto por la defensa del juez Pablo Ramiro Díaz Lacava solicitando se impugne la decisión que le impide acercarse a sus empleados, debido a la denuncia de maltrato laboral y violencia de género interpuesta en su contra. La imputación fue presentada por los propios secretarios del tribunal, que relataron distintas situaciones de violencia, maltratos de todo tipo y daño del mobiliario. Según informaron las fuentes consultadas, el magistrado cumple con su trabajo en horarios de la tarde, preservando la distancia con el resto de los funcionarios, a fin de garantizar el actividad del tribunal de Santa Rosa. En fin, que un juez con tobillera no es algo que merezca ingresar a los anales del olvido, aunque quizás resulte un dato menor en relación a los políticos que ostentan su plumaje vano, y nos ponen siempre al borde de una catástrofe mundial. Claro que si eso ocurre no pasará de largo: seguro nos encuentra sentados frente a la tele.