Nahuel Novelino tiene unos 30 años. Tres cuentas de Facebook activas, una minuciosa agenda y varios teléfonos en su celda de la localidad chaqueña de Resistencia donde fue a parar hace un año. Si bien su nombre recorre las crónicas policiales hace tiempo, saltó a la fama por un atentado contra la Justicia venadense, su ciudad natal, en el que no se privó de dejar un cartel “firmando el ataque”. Para muchos investigadores, el hecho se transformó en una rosarinización, ya que los atentados emulaban los cometidos por la banda de Los Monos y por la de Esteban Alvarado en la ciudad.
Otro hecho por el que saltó a la fama fue por un escape de Venado Tuerto en abril de 2016. Tenía 26 años, estaba preso por un robo y fue trasladado desde el penal de Melincué, pero se bajó del auto y se escapó. Fue detenido en la Terminal de Ómnibus de Rosario. De allí pasó a la cárcel de Piñero, donde se transformó en narco y compartió espacios comunes con las bandas rosarinas.
Fuentes judiciales contaron que durante años Novelino trabajó con Wacho Maxi, un pibe que perdió una pierna en un robo. Los investigadores sostienen que Wacho Maxi se quiso quedar con el negocio de Novelino y fue así que planificó el ataque del 9 de junio contra el frente del MPA de Venado Tuerto, que consistió en tirar una botella con combustible y dejar un cartel muy prolijito en el que le echaba la culpa a Novelino.
Al poco tiempo apareció un video con la voz de Novelino en el que amenaza a Wacho Maxi, incluso le reprocha el ataque a la Fiscalía: “A vos te gusta andar pegando carteles en tribunales”, le dijo.
Los pesquisas aseguran que la banda que acompañaba a Novelino en Venado no era muy eficiente. “Eran unos pibes que se drogaban y hacían cagadas, por eso se trae a un pibe de Granadero Baigorria para trabajar, que se drogaba pero después de trabajar”, explicaron.
El problema fue que estos pibes habían alquilado departamentos temporarios en Venado, pero el 14 de julio cuando interceptan un remís con un millón de pesos, los pibes se mudaron a una casa en pleno centro que fue allanada el domingo.
“El había pedido un televisor, adentro iban acondicionados teléfonos, auriculares y cargadores. Tenían chalecos antibalas de la Policía, medio kilo de coca, 300 mil pesos y máscaras de cotillón para salir a robar”.
Los investigadores sospechan que los contactos con el mundo del narcotráfico surgieron en la cárcel de Piñero. “Trae la droga de Rosario, pero la vende al por mayor”.
Comentarios