La anacrónica feria de invierno aporta sosiego vacacional a jueces y funcionarios judiciales que laboran en el monumental edificio de Balcarce y Pellegrini, aunque hay excepciones. Entre esas excepciones cuenta parte del fuero penal, que vivió un atípico primer semestre de año. Algunas cabezas en el Poder Judicial se esfuerzan para que no decaiga el alentador ritmo de trabajo y los tan inusuales como positivos resultados obtenidos desde que una madrugada agujerearon a balazos la humanidad del líder de la intocable banda de Los Monos. Ese crimen reactivó una causa anterior, que hasta entonces había avanzado poco, abierta a partir de la ejecución del Fantasma Paz, en Entre Ríos y 27 de Febrero. Apenas la investigación rumbeó para el lado de Los Monos, fue como un dominó infinito en el que las fichas nunca terminan de caer unas tras otras. Bajo la figura de asociación ilícita el juez Juan Carlos Vienna amasó una megacausa que, y esta es la novedad, en poco tiempo dejará de ser tal.
La decisión ya se tomó. El viernes a la tarde, cuando el resto del tribunal ya daba por iniciado el receso, se ultimaron detalles de la estrategia. Lo único que falta es que los jueces después de la feria la motoricen junto a los fiscales y al fiscal de Cámara a cargo.
Para Los Monos no hay feria
En los últimos días el gobernador Antonio Bonfatti firmó un decreto que habilitó cargos gestionados por el Poder Judicial. Concretamente, se trata de cuatro cargos de fiscales subrogantes. Teniendo los recursos humanos y materiales, es posible avanzar en una estrategia que empezó a pergeñarse al mismo tiempo que empezaron a aparecer amenazas contra el juez de la causa y el expediente acumulaba novedades.
Con los cargos de fiscales subrogantes habilitados es posible diversificar la megacausa. Una posibilidad es que la Corte elija para ocupar lugares entre un puñado de hombres de la Justicia que ya ofician como secretarios en juzgados de instrucción y que cuentan con acuerdo legislativo porque concursaron para cargos de fiscales del nuevo sistema penal. Es decir que se sumarían más jugadores experimentados para dilucidar un rompecabezas cada vez más complejo.
La idea que prima en Tribunales es abrir el frente de investigación judicial. Si bien Vienna retendrá el tronco principal de la causa, otras partes quedarían para jueces de instrucción que tramitan causas convergentes.
La estrategia tiene diferentes objetivos:
acotar la exposición del juez Vienna, víctima de amenazas y cara visible de la megacausa.
aligerar el peso de la causa para agilizar el trámite, profundizar e ir tirando de las distintas puntas que aparecieron con lo hecho hasta aquí.
y abrir distintos frentes para diluir la presión que los defensores empiezan a meter sobre la megacausa a través de distintos recursos. No es lo mismo, se explica en Tribunales, cuando toda la presión va a un mismo juzgado que si son dos o tres jueces activos trabajando.
Hacía muchos años que no se veía al Poder Judicial diseñando estrategia de persecución del delito, organizando la investigación y el producido de los allanamientos, las detenciones y el resto de las pruebas recolectadas. No al menos a esta escala y con crimen organizado como blanco. Desde fiscales y jueces de primera instancia hasta la Corte Suprema hay decisión y necesidad de coordinar y jugar en equipo. La formación, si se tratara de fútbol, sería la siguiente: dos o tres jueces; la unidad de fiscales de primera instancia especialmente conformada para el caso; las fiscalías de Cámara; y la Corte con la Procuración que la integra.
Fiscal federal que desconcierta
Pero si de fútbol se tratase, la pregunta recurrente en tribunales y en el gobierno provincial es ¿para quién juega el fiscal federal Juan Murray?
El nubarrón que amenaza la megacausa no viene de los abogados defensores de los integrantes de la banda de Los Monos o de los policías apresados, sino del fiscal federal, a quien en los Tribunales provinciales se lo ve actuando “más como un abogado de parte que como un funcionario judicial”.
La actuación del fiscal federal es toda una curiosidad, porque pretende desbaratar lo que se le pedía y, finalmente ahora, están haciendo el poder político y el Poder Judicial contra el crimen organizado. La megacausa que cascotea Murray es de las primeras que encaran una investigación de estas dimensiones, que logra golpear y desarticular, aunque sea en parte, una banda intocable durante al menos 15 años, que está produciendo resultados concretos y que tiene la punta del ovillo para avanzar sobre los vínculos policías-delincuentes.
Desbaratarla en el sentido de que Murray no sólo reclama la competencia (que se desplace a los jueces provinciales) porque opina que se están investigando delitos federales, sino que litiga con el objetivo de declarar nulidades. En criollo, que se declare que hubo errores de procedimiento y se vuelva a foja cero, incluida la liberación de los detenidos.
Lo más curioso es que Murray ya lo hizo en dos oportunidades. En la primera, el juez federal Marcelo Bailaque le rechazó el planteo, desestimó reclamarle la competencia a la Justicia provincial y hacer lugar a las nulidades pedidas.
La segunda vez fue la semana pasada. Con la excusa de panfletos anónimos que “le llevaron”, Murray solicitó que se le giren copias de los legajos de los policías de la División Judiciales que llevan adelante la investigación bajo las órdenes del juez provincial Vienna.
¿Cuál es el sentido de oportunidad de pretender investigar ahora a quienes están investigando? Nadie ya pone las manos en el fuego por un policía de Santa Fe, pero ¿justo en este momento y a esos policías en particular?