Con la participación de la filósofa Danila Suárez Tomé; la abogada e investigadora, Marisa Herrera; la especialista en Bioarte, Natalia Matewecki y la bioquímica especialista en Neuroendocrinología, Florencia Labombarda, se llevó adelante el séptimo encuentro del ciclo virtual “Cerebro y Mujer II: Mitos, Realidades, Distintas Perspectivas”, organizado por la Unidad Ejecutora de Estudios en Neurociencias y Sistemas Complejos (ENyS, Conicet-HEC-UNAJ) y la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología (RAGCyT).
La importancia de que la investigación feminista no se quede encerrada en una torre de marfil
Danila Suárez Tomé, filósofa y becaria del Conicet en el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIF, Conicet-Sadaf), fue la encargada de ofrecer la primera conversación sobre el siguiente eje: ¿Cómo producir conocimiento feminista? Y cuáles serían los principales aportes desde la epistemología feminista a la producción científica.
Luego de explicar por qué la teoría feminista ha encontrado su espacio en la reflexión epistemológica desvelando el sesgo androcéntrico y sexista en la producción de conocimiento científico, Suaréz Tomé profundizó sobre las ideas centrales de dicha epistemología: el conocimiento situado, la relación entre saber y poder, el androcentrismo epistémico y el sexismo en la producción de conocimiento.
En cuanto a la relación entre saber y poder, la filósofa explica: “Es tarea de la epistemología crítica hacer explícitas cuales son las condiciones de posibilidad de los saberes producidos que están relacionadas con hegemonías de poder. En el caso de la epistemología feminista se ha intentado demostrar como la producción de conocimiento que estuvo a cargo de básicamente varones blancos, heterosexuales, europeos y propietarios ha producido un conocimiento sesgado en favor de sostener por ejemplo, la inferioridad de la mujer. Existe una hegemonía de saber-poder donde las prácticas sexistas de la comunidad de producción de conocimiento afectan el significado de aquello que producen”.
Y reflexionó: “Es muy importante que la investigación feminista no se quede encerrada en una suerte de torre de marfil si bien el conocimiento por el conocimiento mismo es algo hermoso y que probablemente a todas nos gusta es muy importante que para producir conocimiento emancipatorio podamos poner a ese conocimiento en una perspectiva activista o militante o de intento de transformación de la sociedad”.
Debatir, visibilizar y problematizar al poder judicial para deconstruirlo y erradicar sus violencias
Marisa Herrera, abogada Especialista en Derecho de Familia e investigadora del Conicet en el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Dr. A. Gioja” (Facultad de Derecho, UBA) abundó sobre “Agendas feministas de hoy y mañana: Memoria, Ley y Justicia”.
Durante su exposición, Herrera mencionó algunos casos históricos recientes en materia de derechos en los que fue partícipe como la Ley de Matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de género y la reforma del Código Civil, entre otros, sobre futuros proyectos y los conflictos jurídicos complejos en las relaciones de familia.
“A seis años del surgimiento y consolidación del movimiento Ni Una Menos, y del fortalecimiento de nuestra lucha colectiva, el acceso a la justicia es para nosotres una deuda de la democracia. Sin una perspectiva feminista, no hay justicia posible. Debatir, visibilizar y problematizar al poder judicial, constituye el primer paso para deconstruirlo y erradicar sus violencias, solo será posible mediante la lucha feminista colectiva y transversal. Transformar al Poder Judicial no será sencillo, pero estamos convencides que podremos lograrlo”, sostiene la investigadora.
Y agregó: “Soy una investigadora social del territorio donde estoy convencida que todas esas leyes que hemos hecho como la Ley de Matrimonio igualitario, la Ley de Identidad de género, técnicas de reproducción asistida, el propio Código Civil, lo que tiene que ver con aborto y los proyectos de ley que se han hecho, creo que forman parte de una investigación social en territorio en lo que tiene que ver con transformación cultural. Me parece que es eso lo que debemos bajar, como que los abogades no investigan. Claramente que sí se investiga y esto forma parte de la investigación social que se promueve a la hora de repensarnos como investigadoras”.
Recorrido por obras de artistas argentinas que combinan arte y ciencia
Desde el sector artístico, Natalia Matewecki, artista y especialista en Bioarte, expuso sobre “Arte, ciencia y posnaturaleza: de los biomateriales a los biobots”.
Bioarte es un género artístico que va a agrupar un conjunto de obras que utilizan técnicas, métodos y algunos protocolos de las ciencias biológicas y sobre todo de la biotecnología. Durante su exposición, Matewecki, realizó un recorrido por obras de artistas argentinas que combinan arte y ciencia como Ana Laura Cantera del colectivo Robotícula; Lupita Chávez y Gabriela Munguía del colectivo Electrobiota; Laura Olalde del colectivo Proteus; Verónica Bergottini de Biotextiles y Luciana Paoletti con la serie Retratos.
El ocaso de las hormonas “masculinas”
Finalmente, Florencia Labombarda, bioquímica especialista en Neuroendocrinología en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme, Conicet), abordó la siguiente temática: “Destronando mitos sexistas en biología: el ocaso de las hormonas «masculinas»”
“Mi intención es ir desarmando un gran mito de la endocrinología y poder visibilizar las desigualdades entre hombres y mujeres que va a legitimar el discurso endocrinológico canónico. Estos mitos biológicos de ingenuos no tienen absolutamente nada porque se filtran por muchísimos estereotipos de género, que lo único que hacen es reproducir el orden patriarcal e incluso se muestran como verdades científicas características de las mujeres que nos dejan en inferioridad de condiciones”, sentenció Labombarda al comenzar su charla.
El mito cuenta que hay dos tipos de hormonas sexuales: las femeninas y las masculinas. Las hormonas masculinas se denominan andrógenos, la más conocida es la testosterona y las femeninas, que en su conjunto se denominan estrógenos y la más conocida es el estradiol.
La investigadora explicó cómo se construye el mito desde la teoría organizacional y sostiene: “Es bastante peligroso creerse el mito de que la teoría organizacional puede aplicarse al ser humano”. También señaló que desde la divulgación científica también se hizo lo propio y que “sembró a estos dos seres humanos como dicotómicos”.
Finalmente, argumenta desde datos empíricos el ocaso de las hormonas “masculinas” y reflexiona: “La propuesta es que dejemos de una buena vez de hablar de hormonas femeninas y masculinas. No hay hormonas masculinas ni femeninas. Y lo digo desde la divulgación científica, basta de adjudicar un simbolismo de género a dos pobres moléculas”.