9 de diciembre de 2018. Una fecha clave que ningún hincha de River olvidará jamás. Ese día, en el estadio madrileño Santiago Bernabéu y frente a Boca, el equipo de Marcelo Gallardo obtuvo la Copa Libertadores ante su eterno rival, ante los ojos del mundo entero, quedándose con el trofeo que es una “obsesión”, según cantan las hinchadas.
Se trató del punto más alto de un ciclo que aún no ha terminado, que sigue escribiendo la historia y que buscará refrendar en octubre, cuando vuelva a medirse con el Xeneize por una de las semifinales de la actual Copa.
Ese título, tanto como los otros 9 que obtuvo el Muñeco al mando del elenco de Núñez, merecen ser contados. A esa tarea se abocó el periodista deportivo Diego Borinsky y que plasmó en «Gallardo Recargado», su segundo libro sobre el director técnico de River, el cual abarca desde octubre de 2015 a la final jugada en el mítico estadio del Real Madrid, y que marca la continuidad de «Gallardo Monumental», su primera entrega.
El resultado es un repaso puntilloso por los éxitos del Millonario en la voz de sus propios protagonistas. Es así que los testimonios de jugadores, cuerpo técnico, presidente, allegados y del propio Gallardo permiten desentrañar un ciclo atípico en el fútbol argentino, no sólo por su éxito sino por su longevidad (ya lleva cinco años).
En diálogo con El Ciudadano, Diego Borinsky desgrana las claves del ciclo el Muñeco en River: «Son varias cosas: ganó de entrada, conoce como nadie al club, tiene sentido de pertenencia y quiso quedarse».
En ese sentido, amplió esos conceptos: «Conoce el club como muy pocos. Llegó con 12 años y tuvo tres etapas como jugador. De su camada de jugadores, a Ortega, Almeyda, Crespo, los vendieron en el 96 o 97; Gallardo se fue a mediados del 99, estuvo 6 años desde que debutó. Siempre pensó mucho las decisiones, no se fue ante la primera oferta como muchos jugadores. Eso marca su sentido de pertenencia. Después estuvo 4 años en el Mónaco y a los 26 años se volvió a River, no se fue a facturar a Emiratos».
«Después ganó de entrada, eso también lo ayudó mucho porque los resultados mandan. En 2014 agarró un equipo campeón, lo paró 20 metros más adelante y jugó como pocas veces se lo vio a River. También se dio una simbiosis muy especial con (el presidente Rodolfo) D’Onofrio, que sin que gane nada le propuso seguir hasta el final de su mandato», agregó.
—Leyendo el libro, vas recolectando muchos adjetivos que definen a Gallardo como sinceridad, frontalidad, convicción y empatía. Es un DT que deja muchos conceptos, que está muy por encima de la media de otros técnicos.
—Además es espontáneo. No puede decir todo lo que piensa, pero cuando habla dice lo que siente. Y cuando decís lo que sentís es más fácil. Es muy claro. Tiene una cabeza… es un tocado. En el libro habla Gustavo Grossi, el encargado del proyecto de inferiores, que lo compara, en otro ámbito, con Lionel Messi. Es un tipo que ve lo que otros no ven. Tiene un don de la naturalidad, a los jugadores les dice la verdad en la cara pero a su vez es cercano y exigente. Maneja eso muy bien pero no lo tiene que forzar, le sale.
—Su etapa como jugador también fue muy exitosa en los 90, pero le quedaba la espina de los títulos internacionales que sí ganó como DT.
—Sí, él me dijo «cómo puede ser con todos los jugadores que teníamos, lo aprovechamos tan poco». Empezás a revisar las eliminaciones de River, muchas de local en Copa Libertadores, Supercopa, y le faltaba algo. Ese plus que justamente tiene este equipo. En estos 5 años siempre compitió mejor de lo que jugó, por más que tuvo momentos de muy buen juego. Pero siempre fue competitivo, siempre dio la talla, es un equipo muy fuerte mentalmente. En el libro le pregunto para tratar de entender cómo se consigue esta mentalidad. Él me habla de un método de entrenamiento, si tienen que entrenar a las 8.30, a las 7 ya están los jugadores charlando entre ellos. En los entrenamientos van con todo, con muchísima intensidad, porque dice que de esa manera se preparan y que en circunstancias difíciles de los partidos eso te hace dar un plus.
—No se lo ve desesperado por irse a Europa o agarrar la Selección, la impresión es que disfruta en River.
—Obvio, si bien es mucha la presión, él acá es mucho más que el técnico porque es el que hace el proyecto de inferiores, es el que armó el chárter para ir a jugar a Madrid, el que está en todo. Pero así era como jugador también. Nunca se desesperó ante las ofertas. Después de retirarse dirige Nacional de Uruguay un año y luego decide parar para prepararse, que incluyó alquilar una oficina en Vicente López, ver los partidos con sus ayudantes Matías Biscay y Hernán Buján, ir a Europa a ver entrenamientos. Y cuando empezó a haber ofertas no se tiró de cabeza ante la primera, de hecho se había juntado con dirigentes de Racing y Newell’s antes de agarrar River. Sabe que va a dirigir en Europa y que va a dirigir a la Selección. Es muy joven. Obviamente que con estos dirigentes no va a dirigir la Selección. Tampoco se la han ofrecido, pero va a llegar.
—En el libro hablás de que está «sembrando para el futuro».
—Porque no todo es tan visible para el común de la gente pero lo van a disfrutar los que vengan después. El sistema de captación de jugadores por ejemplo, porque River en la época de Daniel Passarella, que se hundió el club, tenía dos captadores nada más. Ahora tiene 20. Destruir es muy fácil, construir no es tan sencillo. Bueno, deja todo esto: se remodeló la concentración, en el entrepiso había una sala abandonada que ahora es un microcine donde da las charlas técnicas, al predio de Ezeiza se le puso más canchas.
—¿Es Gallardo el mejor de la historia de River?
—Yo lo pongo en la mesa de los más importantes. Es el que más títulos ganó, eso está claro, son datos. Pero creo que lo de él va mucho más allá de los resultados. Es tanto lo que genera, es como que el hincha se siente orgulloso. Además, consiguió eliminar cuatro veces seguidas a Boca: cuatro de cuatro cuando no lo había hecho nunca River en el ámbito internacional. Lo que sí estoy recontra seguro es que no hubo ni va a haber una relación de idilio tan grande con la gente, es algo impresionante.