Un hombre fue condenado por la Justicia a cinco años de prisión por obligar a su pareja a prostituirse. Según consta en el fallo emitido en el Juzgado en lo Penal de Sentencia Nº 5, la mujer era obligada –mediante el uso de una sevillana e intimidándola con amenazas de muerte hacia ella y sus hijos– a recibir a los “clientes” que él mismo le llevaba a la habitación de un hotel de la ciudad ubicado en San Juan al 1100. Luego de mantener relaciones sexuales y cobrar por los servicios, le exigía el dinero recaudado.
Además, por el maltrato que le ocasionaba se le constataron lesiones en el antebrazo derecho, pierna izquierda, cuello, cuero cabelludo y muslo izquierdo.
Miguel Ángel Ramírez, nacido en Malabrigo (localidad ubicada entre Vera y Reconquista, en el norte santafesino), fue detenido por la policía el 8 de julio de 2013 en Mendoza y Mitre. Allí le encontraron entre sus ropas una sevillana de unos ocho centímetros de longitud con la inscripción “Stainless Steel”, con mango tipo acrílico y metal de color dorado con figuras de encastre y seguro automático para rebatir la hoja.
La detención se llevó adelante cuando el 911 advirtió que el ahora condenado corría a su pareja,E.M., que gritaba pidiendo auxilio en plena calle. Allí, cuando fue consultada por los agentes sobre qué pasaba, la mujer contó que había sido amenazada por el hombre. También relató que era su concubino y que la mantenía amenazada con un cuchillo y la obligaba a ejercer la prostitución “desde hacía un tiempo atrás”. También contó que en cierta oportunidad le propinó una puñalada en su pierna izquierda a la altura del fémur y diferentes golpes en la cabeza, y que en la noche del día anterior la había intentado asfixiar presionando con las manos a la altura del cuello.
En el acto, se dejó constancia de una herida con poco sangrado en la pierna izquierda a la altura del fémur, en la parte posterior, y hematomas alrededor de su cuello. En ese instante quedó detenido el imputado, quien tras un informe del área médico legal de la Policía se señaló que “no presenta lesiones visibles actuales y aparenta estado psíquico normal”.
En su declaración, la mujer contó que lo conoció en abril de 2012 en la Términal de Ómnibus. Allí establecieron una relación de amistad y él le contó que era del norte y que estaba buscando trabajo. “Transcurrido un tiempo mantuvimos contacto mediante mi celular y nos frecuentábamos hasta que comenzamos una relación amorosa, me enamoré y le permití muchas cosas de las cuales reconozco que no estaban bien. Él comenzó a demostrarse tal cual era, es decir, una persona agresiva, manipulador, dominante y comencé a ser víctima de violencia psicológica, verbal y en algunas oportunidades física, hechos que nunca denuncié por temor”, destacó en su declaración.
“Conoció a dos de mis hijos, pero no se mantuvieron en contacto. Es una persona muy celosa y cuando yo me quedaba a dormir en la pensión los fines de semana, el lunes no me dejaba ir y por este motivo perdí mi trabajo cama adentro cuidando una persona mayor en la localidad de Álvarez. Él nunca trabajó, era yo quien lo mantenía, pagaba los gastos de la pensión, la comida y compraba algunos muebles de la habitación donde estábamos. En el mes de abril de 2013, me obligó a vivir con él, acción que acepté. A pesar de que yo accedía a todos los pedidos, los hechos de violencia continuaban”, siguió.
Poco tiempo más tarde la llevó a calle San Juan, “no recuerdo la otra calle que interceptaba”, siguió la mujer, para ver cómo trabajaban las chicas en la prostitución.
“Yo le decía que nunca haría una cosa así, porque yo era una mujer de trabajo digno, siempre trabajé para ganarme el pan y me decía «si me querés lo vas a hacer», hasta tal punto que me amenazó con una navaja para que yo accediera a trabajar, porque en caso contrario me mataría a mí o a mis hijos, y por temor empecé a trabajar en la calle desde las 8 hasta las 13. Él se quedaba a metros del hotel y cuando salía se acercaba para que le hiciera entrega del dinero que había percibido. Me decía cuánto debía cobrar”, destacó en su testimonio.
El infierno era cada vez más denso y de vuelta en la pensión la comenzaba a agredir, la indagaba con respecto a las relaciones sexuales que había tenido, qué posiciones había hecho y la obligaba a realizarlas con él.
“Sinceramente estoy muy dolida porque el me mintió, no me dijo la verdad, y yo soy su mujer, a pesar de que él a las demás personas le decía que éramos amigos. Nunca busqué ayuda, nunca le comenté a ninguna persona de las cosas que estaba padeciendo, ni siquiera a mis hijos, quienes piensan que estoy bien. A pesar de que no quería ejercer la prostitución, lo hacía para complacerlo, él me manipulaba, pero ahora me cansé. No quiero volver a tener contacto con este hombre”, agregó.