Las audiencias, sus intereses y el modo de interpretar la realidad cambian con cierta regularidad, y no son ajenas a este proceso las formas de hacer periodismo y comunicar una noticia. Hoy no resulta extraño observar contenido más ameno cubriendo las portadas de los portales digitales con mayor llegada o atosigando a millones de televidentes que prácticamente poco o nada pueden hacer para evitar consumir, aunque sea de modo indirecto, este tipo de información. Así, desde hace ya algunos años, el formato de producción radial fue mutando, favoreciendo el surgimiento de un producto sumamente atractivo que combina la información “dura” con el entretenimiento sin calorías: la intención es captar mayor audiencia y establecer con ella una relación más íntima. Un cambio que, claro está, también llega a lo generacional, ya que los nuevos formatos llegan con una renovación de staff que apuesta –al menos hasta que las mediciones digan lo contrario– por profesionales jóvenes.
En una cita concretada en el céntrico bar “El Cairo”, El Ciudadano se puso en contacto con tres periodistas locales de amplia trayectoria en medios radiales, quienes, chascarrillos y café de por medio, mostraron, dentro de sus posibilidades, su cara más seria para exponer sobre el nuevo rumbo encarado por la mayor parte de las emisoras de la ciudad.
El primero en tomar la palabra fue el periodista Guillermo Zysman, conductor de “El Primero de la Mañana” que se transmite por LT8, para quien la idea de presentar un contenido más descontracturado habilita “más interacción en temas no tan duros” y “hace que el programa sea más llevadero” para el oyente. No obstante, no resulta tarea sencilla presentar los temas desde una postura relajada: “Cuando se vencen los primeros miedos, se disfruta y se encuentra mucha complicidad en la audiencia. Pero hay que tener mucho cuidado porque esto también puede llevar a una pérdida de credibilidad. Correrse del lugar serio puede tener también su riesgo”, advierte.
En la misma sintonía –si se quiere– Marcelo Santecchia, productor de contenidos de LT2, habló de una “línea muy delgada que divide lo descontracturado de lo ridículo”, emulando la antigua advertencia que, entre muchos otros, supieron hacer desde las letras, Macedonio Fernández y Alejandro Dolina, cada uno en su tiempo.
Por ello Santecchia advierte que es indispensable «no forzar la situación», ya que un programa de noticias “nunca se plantea en base a un tema descontracturado”. Así, la arista, si la hay, surge más bien “sorpresivamente” en el transcurso de cada jornada. “Si está, se explota, como se hace con todos los contenidos del programa. Y si no, tampoco es el fin del mundo”, analiza con un gesto intelectual mientras degusta su café “cargado” que contrasta con el color perlado del pocillo.
Desde el otro extremo de la mesa y con aire de despreocupado, Nacho Russo, al frente del programa “Todo Pasa” de Radiofónica, acota que esta “nueva” forma de comunicar tiene como fin “hacerle un poco más livianas las cosas a la gente”. Y también –admite– despertar intereses, inquietudes y sensaciones muy similares a las que experimentan los propios periodistas día a día. “La vida del tipo que te está escuchando es casi igual. Se levanta y se encuentra con un paro que le impide llegar al laburo, de la misma manera que le pasa a uno”, completa recostado en la silla.
No es la única coincidencia en los tres. Todas también advertirán que la fórmula para lograr este acercamiento hacia una audiencia “cada vez difícil de contentar” no resulta sencilla. En líneas generales, estar rodeado de un equipo de trabajo “con buen olfato autocrítico” resulta de gran ayuda, pero también se trata de dejar que la cosa fluya con naturalidad. Es decir, el clásico “prueba y error”. De este modo, según relatan, puede resultar mucho más rendidor interactuar con la audiencia sobre el guiso de lentejas que comió el conductor el día anterior que una nota con un funcionario nacional de alto rango.
“Lo bueno es que aparecen muchos guisos de lentejas y son todos diferentes. Terminan sumando mucho más otras cuestiones más cotidianas. Es una herramienta que el oyente presta y uno juega, la usa y la hace rendir al aire”, ilustra Russo.
Este mágico encuentro entre oyentes y periodistas también puede ser trasladado, en algunos casos, a entrevistas con políticos u otras personalidades para llevarlos a un plano más terrenal y, al mismo tiempo, sumar una voz más a la discusión, aunque siempre dejando en claro el motivo del llamado y nunca desviando el foco del fin primario, que es informar. Respecto a ello, Santecchia reconoce que “hay que buscar el momento indicado”, sujeto a muchos factores, incluso demasiados, como el tema, el contexto, el entrevistado y también “el humor del periodista y su estado de ánimo”.
Allí lo interrumpe el periodista de Radiofónica, levantando antes la mano: “Los políticos o funcionarios se cuidan muchas veces de algo o se guardan cosas que al oyente mucho no le importan. Hay gente que es muy difícil hacerla entrar en ese juego, porque prefiere no prestarse y mostrarse como un ser superior”, tercia.
Sin embargo, la tarea más compleja para el periodista radial no pasa por su modo de comportarse con la audiencia y entrevistados, sino en comunicar correctamente un hecho, teniendo que medir constante e inconscientemente las palabras cuando se abordan temas complejos. “Elegir la frase justa y el remate deseado es un desafío enorme, diría el desafío de todos los días. Está en la elección de los temas, de interlocutores, en la forma de decir las cosas”, lanza Zysman, ya espiando su reloj en la muñeca.
Pero hay un tema clave que ninguno quiere dejar de mencionar. Los tres coincidieron en un hecho que los marcó a la hora de sentarse frente a un micrófono: la tragedia de calle Salta. “Los meses siguientes fueron muy duros. Hay temas que son difíciles de contarlos y explicarlos y, muchas veces, es complicado que se entienda cuál es la idea; y las formas son fundamentales. Es mucho más importante la forma que el contenido en sí mismo”, apunta Russo. Lo sigue el experimentado productor de LT2: “Te pasa tener que ir de un tema playo a uno duro y viceversa. Simultáneamente, tenés que pivotear con la mesa, siendo muy claro en cada uno de los temas que se abordan y tratando de que la palabra no vaya más rápido que la cabeza. Igual, tampoco lo llevemos al punto de «qué difícil es nuestra tarea». Más duro es, como siempre se dice, hombrear bolsas en el puerto”.
Medios que no compiten, se retroalimentan
Los trabajadores de prensa hablaron también del notable impacto que tuvieron las redes sociales y los nuevos medios de comunicación en el campo de la producción y de su modo de relacionarse con la prensa tradicional.
Para Russo, el periódico perdió algo de fuerza porque “Twitter y Facebook pasaron a ser un diario en tiempo real”, aunque reconoció que en muchas ocasiones “el papel puede sumar desde otro lugar”. Por tal motivo, no resulta inusual que una noticia que trascendió en un medio sea luego abordada por otros. “Cuando el tema es bueno, no importa en dónde haya salido. Si la información es muy propia del diario y el tema es interesante, ¿por qué no seguirlo?”, se preguntó Santecchia.
En tanto, Zysman habló de una estrecha relación entre la radio y el diario impreso, que “sigue teniendo una función de agenda muy fuerte”. “Se retroalimentan. A diferencia de la televisión, la radio es generadora de título. Es más, a veces es un disparador para el diario, que luego tiene el desafío de generar contenido nuevo para que pueda ser retomado al día siguiente por la radio”.
La elección de los temas a tratar pasa por ponerse, al mismo tiempo, en el lugar de oyente y periodista, otorgándole trascendencia a aquellos conflictos que afecten los intereses del público al que está dirigido el programa. “Ni siempre le tenés que hablar a doña Pocha de barrio Echesortu ni al abogado constituido de barrio Martin. Ahora, hablar de inseguridad es muy complicado, ya está casi todo dicho. Ya no es más noticia que robaron en un minimarket, pero sí lo es si le balearon el frente”, explicó el productor de la mañana de Radio 2 y Telenoche.
No obstante, en disidencia con esta postura, Russo entiende que “el tema que importa es reclamado en general porque el público es muy parecido” y se diferencia sólo “por algunas cuestiones”. “Hay cosas que se hablan o salen en los medios que realmente no le importan a nadie”, aseveró con gesto adusto.
“No puede ser una gran noticia si no causa interés, tiene que tener llegada. Hay veces que ni siquiera hay que discutirlo. Por ejemplo, trasladándolo al deporte, el tipo promedio que escucha el segmento deportivo quiere saber por qué a su equipo le convirtieron un gol en el último minuto y cuántos partidos hace que no pasaba esto, lo que para mí llega hasta un punto esquizofrénico”, agregó el conductor de LT8, motivando la carcajada de sus colegas.