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Oficialismos a los tropezones: viejas y nuevas broncas llegaron a las urnas y no se salvó nadie

Santa Fe también fue caja de resonancia nacional: el Frente de Todos sacrificó una dama al llegar segundo para el Senado, y en diputados el reparto le dio 5 bancas a un macrismo de boina blanca, 3 al peronismo, y Mónica Fein llegó a salvar la ropa. En Rosario el armado de Javkin zafó con lo justo

Todo está como era entonces. Aunque haya matices, como la gran remontada del peronismo en provincia de Buenos Aires y la recuperación de una parte de los 5 millones de votos que había perdido en dos años, la suerte estaba echada ya en las Paso de septiembre, podrá decirse ahora con el diario del lunes.

El macrismo, de ahora en más una coalición en la que el radicalismo dejó de ser el socio menor, se sentó estos dos meses a ver pasar el cuerpo de su adversario mientras imagina una estrategia que pueda devolverle el sillón de Rivadavia en dos años. No hubo paliza, pero sí una victoria clara: en sintonía con los dueños del país, la oposición condicionará cada una de las iniciativas que tiendan a beneficiar a las mayorías, mientras dirime su interna.

El gobierno, aunque inyectó dinero en los bolsillos de los grandes derrotados por la pandemia que azota al país desde hace seis años, se dispone a hacer borrón y cuenta nueva, tal como dijo el presidente Alberto Fernández en un mensaje grabado: empieza una segunda etapa.

La política económica será en gran medida la que develará el final de la película, condicionada por el millonario endeudamiento de la gestión anterior y la decisión de justicialismo de acordar con el FMI. El costo de ese arreglo afectará el futuro del gobierno, pero sobre todo a millones de ciudadanos que hoy luchan por poner un plato en la mesa.

Nada nuevo bajo el sol santafesino

Los dos meses que pasaron desde las Paso resultaron un juego de suma cero en el territorio provincial: la decena de puntos de diferencia que la alianza entre el macrismo y el radicalismo sostuvo sobre el peronismo santafesino pueden explicarse por diferentes factores, en los que la influencia de la grieta nacional también jugó su partido.

De cara a la interna, Omar Perotti eligió abrochar con el cristinismo para imponer sus nombres, lo que dio un mensaje fuerte al interior de su partido pero espantó a su histórica base de sustentación. Igual, el resultado de las Paso fue victorioso, al menos dentro del justicialismo, pero tuvo poco y nada por festejar debido a la estrepitosa caída ante Juntos. Perotti eligió no mostrarse, ni aquella vez ni ahora, dejando que la derrota de su lista ante el macrismo fuera asumida por otras caras: se quedó en la Casa Gris, analizando qué pasó y cómo seguir.

El panorama poco cambió este 14 de noviembre, aunque haya votado un 6 por ciento más del padrón en la bota. En las nueve semanas que pasaron entre una y otra elección el perottismo eligió relegar la vinculación con Nación a su mínima expresión, buscando mostrar sus cartas fuertes: Billetera Santa Fe y boleto educativo gratuito, por ejemplo.

Claro que la irresuelta problemática de la inseguridad parece haber terminado de provincializar la elección, como contracara de esos puntos fuertes: ya no es sólo la tasa de homicidios que escala sin pausa, o la espectacularidad de los ataques, con víctimas o sólo con daños materiales. No es sólo el problema Guille Cantero, y su sombra detrás de los atentados a estaciones de servicio y escuelas, en este caso nada menos que un día de elecciones. Es el hartazgo ante el arrebato callejero, el delito de supervivencia, que azota sobre todo a la periferia, y la inacción policial. Una mezcla de desaciertos en políticas de seguridad provinciales y el impacto de la paulatina pauperización de los sectores populares en el país, lo que lleva en ambos casos más de una década sin que haya algún atisbo de solución a la vista.

Macrismo victorioso

Enfrente, la entente de radicales y macristas se dedicó estos dos meses a sostener la diferencia, como espectadora privilegiada de los tiros en el pie, incomprensibles y sistemáticos, del gobierno nacional y la falta de una brújula comunicacional en el Ejecutivo provincial, entretenido además en la pelea interpoderes contra la Legislatura y la Corte Suprema, sin un rumbo claro, que sólo en las últimas semanas comenzó tímidamente a enderezarse poniendo énfasis en la producción y la reactivación económica pospandemia.

El discurso antikirchnerista se sostuvo en la estrategia macrista, que sin embargo desde hace dos meses tiene un cambio en quien está al frente del timón: la derrota en las Paso del líder del PRO Federico Angelini habilitó una nueva conducción, de boina blanca, que tiene en mente el 2023 para arrebatarle la provincia al peronismo.

Si bien la pandemia puede explicar parte de la caída de los oficialismos, en el caso de Santa Fe el justicialismo deberá barajar y dar de nuevo si es que no quiere que el agua se le escurra entre las manos. Aunque dos años sean una eternidad, también –según la perspectiva– pueden pasar muy rápido.

Por lo pronto, Carolina Losada y Dionisio Scarpin son los senadores electos: la panelista que saltó a la política y ahora incluso puede soñar con pelear la gobernación dentro de dos años, y el abanderado de “Todos somos Vicentin”, el intendente de Avellaneda. Losada, quien llegó desde Buenos Aires, donde sufragó, prometió llevar al Congreso “la agenda de la gente”. Detrás de ellos Marcelo Lewandowski, quien será también legislador de la Cámara alta nacional y puede ser un nombre que el peronismo pueda jugar en dos años, en la provincia o la ciudad.

En Diputados la lista encabezada por Mario Barletta sostenía también una diferencia amplia, de 8 puntos, y le daba cinco bancas de las nueve en disputa a ese espacio, dejando a la nómica de Roberto Mirabella con tres escaños y con la novena banca en disputa a través del sistema D’Hont.

Tercer sector

La polarización entre el peronismo y el macrismo en todo el país, que también se dio en Santa Fe, dejó poco espacio para el resto de las fuerzas. Igual, en territorio provincial el Frente Amplio Progresista lograba meter a la ex intendenta de Rosario Mónica Fein en la Cámara de Diputados, mientras que Clara García estuvo lejos de poder arrebatarle a Lewandowski la tercera banca en disputa para el Senado. Tampoco Carlos del Frade pudo lograr su objetivo: duplicar los votos de las Paso para conseguir esa novena banca en disputa para la Cámara baja nacional.

Claro que para el frenteprogresismo hubo al menos un consuelo: el candidato de Pablo Javkin, Ciro Seisas, se imponía (aunque sólo por cinco mil votos) sobre el peronista Lisandro Cavatorta, de gran elección, para el Concejo Municipal, que renueva 13 lugares.

Era un cabeza a cabeza que le dejaba al menos tres ediles a la lista del oficialismo, y el mismo número al justicialismo y a Cambiemos, en la nómina liderada por Anita Martínez, espacio que perdió la mitad de sus bancas. Con dos bancas seguían Ciudad Futura, con Juan Monteverde a la cabeza, y Mejor, con Miguel Tessandori. Ambos tenían motivos para celebrar: el primero por haber sumado una banca a su bloque, y el segundo por un inmejorable debut en la política partidaria.

Los resultados muestran una paridad que ya proyectaban las encuestas, aunque el humor social se mostró castigando también en Rosario al oficialismo: si bien Seisas se mantuvo al frente, el reparto de bancas rompió la polarización y representa un nuevo desafío de gobernabilidad para el mandatario local, quien hasta el momento abrochó un acuerdo entre fuerzas disímiles que ahora deberá revalidar.

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