La crisis económica que atraviesa el país con una moneda devaluada e inflación de más del 50 por ciento anual llevó a que el precio de la carne vacuna no fuera la excepción: en los últimos tres meses subió al menos un 20 por ciento. Hace días que en la cadena de supermercados Coto los clientes se amontonan para comprar cortes más baratos que en otros comercios. En el sector carnicería hay un cartel que reza que la compra máxima para cualquier tipo de corte es de dos kilos por persona “para consumo familiar”. Este sábado en una de las sucursales céntricas de la cadena hubo una especie de lucha donde una multitud de compradores se chocaban con changuitos y bolsos para comprar cortes con una rebaja de hasta 100 pesos. La extraña situación hizo recordar lo que se registró en otros supermercados por la faltante de lácteos.
Paseo de compras
“Recorro y camino para buscar precios más baratos. En otras carnicerías los cortes de carne cuestan el doble y la culpa no es de la vaca”, dijo a El Ciudadano en tono burlón Ana, mujer que esperaba su turno en la carnicería del supermercado. Ella vive en zona oeste y este sábado fue a una de las sucursales del Coto –de Urquiza y Presidente Roca– a comprar los cortes de carne que consume: carne picada, nalga y recortes de puchero. “Es mucha la diferencia de precios con otras carnicerías. El kilo de nalga está 180 pesos, la carne picada menos de 80 y los recortes de puchero salen 50. En mi barrio, como en otros lugares, cuesta todo el doble”, lamentó la mujer.
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Entre la multitud de clientes que se amontonó en la carnicería del supermercado para comprar diferentes cortes, el carnicero repetía sin cesar: “No hay más falda, ni vacío, ni costilla, ni tapa de asado”. Mientras que todos los clientes se quejaban y preguntaban el motivo, el empleado contestaba: “Trajeron menos carne de lo que se pidió”.
Adela y Gustavo fueron otros de los tantos clientes que estaban en el supermercado y aseguraron que, por un lado, el precio de la carne es mucho más barato que en otros comercios, y por otro, que los cortes son de muy buena calidad. “Cuando salgo de trabajar vengo a comprar carne. Es mucha la diferencia de precios en comparación con otras carnicerías. Siempre llevo jamón cuadrado y costilla, y lo pago 100 pesos menos que en otros lugares”, contó la mujer. Y agregó: “Soy empleada doméstica y mi esposo es operario de una fábrica. Tenemos dos hijos que están sin trabajo. También vivimos con miedo de perder nuestro empleo. Hace rato que los bolsillos están más que ajustados. Vivir esta carísimo”, se quejó la mujer.
Zulema pisa los 80 años y llevaba el changuito a paso de hombre porque le cuesta caminar, no deja de ir al supermercado para comprar con lo poco que cobra de su jubilación mínima (10.400 pesos) algo de carne para su dieta. “Los aumentos de carne no reconocen pedigrí. Vengo hasta acá porque está mucho más barata que en otras carnicerías. Mi poder adquisitivo está prácticamente en bancarrota”, se lamentó.
La carne vacuna es, sin dudas, uno de los grandes símbolos de la mesa de los argentinos pero comprarla desde febrero sale un 20 por ciento más que a fines de diciembre, según informaron desde la Asociación de Carniceros de Rosario y la Cámara de Supermercados (Casar). Los supermercadistas detallaron que a principio del mes pasado el precio subió un 2 por ciento y ya lleva acumulado un promedio de un 7 por ciento. Los datos contrastan con los aportados por la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA) desde donde revelaron una suba de un 14 por ciento en el precio del novillo durante enero y de un 8 en la góndola.
Según dijo Juan Manuel López Raidó, representante de Casar, el aumento de la carne vacuna es la suma de los diferentes precios de las etapas de la cadena desde la hacienda, los frigoríficos y el corte que compran en la carnicería. “Es un aumento alto. No sabemos cuánto más subirá. En 2018 el precio de la carne cerró con un aumento de un 38 por ciento anual”, advirtió.
La baja en el consumo convirtió al 2018 en el tercer peor año para la carne vacuna. Según datos del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina, la ingesta promedio fue de 56 kilos de carne por persona, y bajó 1,89 por ciento respecto a 2017. El descenso se ubicó detrás de los 55,32 kilos consumidos en 2016 y los 55,2 kilos en 2011.
Cambios de hábito
Desde Asociación de Carniceros de Rosario dijeron que el aumento de precios influyó en las elecciones de los consumidores que buscan los cortes más rendidores: pulpas especiales, nalga, bola de lomo, peceto, cuadril, y jamón cuadrado. Los clientes se vuelcan al pollo y al cerdo, cuyo consumo aumentó 14 kilos por habitantes por año en la última década. Desde Casar también dieron cuenta de la baja en el consumo de vaca y registraron un vuelco hacia las harinas para completar la dieta diaria.