Nelson “Ale” Barreto ofreció en el grupo de Facebook “Maneje de Pilchas y Viseras” un par de zapatillas Nike de mujer. Pidió, como cifra tentativa, 4.500 pesos pero aclaró: “O cambio por otra y plata a mi favor. Ningún detalle, poco uso”. El posteo fue a las 20.15 de este martes. Un comprador lo contactó y juntos arreglaron un lugar de encuentro, a una cuadra y media de su casa.
Dos horas después de la publicación, el joven vendedor de 18 años terminó ejecutado de al menos ocho disparos en la cabeza en la esquina de bulevar 27 de Febrero y Brasil, en el extremo sur de barrio Belgrano. Los investigadores tienen en la mira a sospechosos a partir de entrevistas con allegados de la víctima que, se dijo, arrastraba “viejas broncas”.
El padre de Barreto, que se apellidaba Jara, fue asesinado en enero de 2017 en Villa Banana, en un caso que tiene a tres personas condenadas por homicidio. Era homónimo de su hijo: los dos se llamaban Nelson, y ambos terminaron sus días con una violencia extrema que puso en evidencia la saña de los ejecutores.
De acuerdo con lo reconstruido por pesquisas y Fiscalía sobre la base de testimonios, Ale Barreto solía ofrecer zapatillas a la venta cada tanto en su perfil de Facebook como en grupos de compraventa como “Maneje de Pilchas I Viseras”. Así lo hizo este martes, cuando ofertó unas Nike que –según familiares– eran de su hermana. Por la mañana, había ofertado unas crocs de niño cuyo estado calificó como “8 puntos”.
Ale fue contactado por una supuesta interesada en las Nike. Con ella concertó una cita en 27 de Febrero y Brasil, junto a una parada de colectivo, a una cuadra y media de su casa de calle Volta al 7300. Ese encuentro ocurrió, según contaron vecinos de Belgrano Sur a El Ciudadano, después de las 22.30.
Quien se presentó a la cita no fue la mujer, sino un dúo en una moto enduro blanca. Los testigos dijeron que llevaban las caras tapadas. “Uno tenía un casco y el otro una máscara. El crimen se sucedió en dos feroces tandas. Primero le dispararon en el estómago. Después, le pusieron el arma en la boca y gatillaron varias veces”, relató un vecino que no salía de la conmoción: “Nunca vi algo así por acá”.
El cuerpo de Ale Barreto quedó en la esquina junto a una gran mancha de sangre y restos de tejidos que por la mañana aún no habían sido baldeados. Allí, los policías recogieron unas siete vainas servidas, dijeron las fuentes.
Fuentes de la investigación refirieron que, antes de escapar, los homicidas se llevaron el celular de Ale con el fin –dedujeron– de que no trascendieran las conversaciones que quedaron grabadas.
La familia de la víctima tiene sospechas y allegados esgrimieron apodos de los posibles ejecutores, que ya fueron volcadas al legajo de los investigadores que coordina la fiscal Marisol Fabbro. “Se aportaron datos de características físicas de los agresores y de la motocicleta en la que se trasladaban que se mantienen en reserva. Al momento, no se descarta ninguna hipótesis sobre la motivación del hecho”, confió una fuente judicial sobre los sospechosos.
El destino de Ale Barreto quedó sellado de la misma forma que el de su padre, Nelson Jara: con plomo. Ale le dedicaba posteos en sus redes a Koky, como le decían a su papá, que fue asesinado de 13 balazos el 11 de enero de 2017 en Gutenberg y Rueda. El caso tiene a tres condenados, según testimonios revelados en audiencias imputativas, el móvil del brutal ataque estuvo ligado a la disputa del territorio por la venta de drogas al menudeo. La pena mayor, a 17 años, cayó contra Nicolás Saucedo, en septiembre de 2019.