Es difícil entender cuando Diego Cagna dice, «merecimos algo más». Newell’s jugó mal, como en casi todo el torneo. Sí es cierto que algunos pocos jugadores como Vergini (crack), Bernardi (puro corazón) y Peratta sí merecieron algo más. Pero al margen de ésta lectura tan elemental y subjetiva hay una realidad que debe alertar a la dirigencia plena, Lousteau (árbitro) lo perjudicó claramente, y no pareció algo casual.
Desde el fútbol queda una objeción para el equipo que plantó el DT, Figueroa en la izquierda es casi inútil. No maneja la zurda y cada vez que se acomoda se acomodan los rivales, además deja expuesto al lateral izquierdo, Ferracutti en este caso, porque no colabora con la marca. Unión es tan pobre que no lo aprovechó como debía, pero igual lo utilizó hasta forzar la expulsión del limitado lateral.
En la primera tarjeta amarilla sacada a Villalba ni siquiera se trató de infracción del volante rojinegro, acaso el árbitro compensó la queja de la gente de Unión por no haber amonestado a Ferracutti por cometer tres infracciones seguiidas. Pero, aún sabiendo esto Lousteau expulsó a Villalba, un rato después, por otra acción en la que tampoco pareció infracción. Después llegó la bestialidad del pibe Muñoz, y la natural exulsión de Ferracutti después de cometer una docena de faltas. Y como si esto fuera poco, jugando 11 cotra 8, Bernardi, su corazón, y su impotencia se tiraron sobre un jugador de Unión, penal y gol (a lo maestro) de Bologna y derrota consumada. Que le deja alguna chance para las declaraciones de momento de parte de Cagna, pero también una enseñanza inequívoca: Newell’s juega mal, y si lo pueden matar, lo matan.
