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«Orgullo santafesino» copó el Festival de Cosquín

Los Palmeras y Jorge Fandermole marcaron la fuerte presencia cultural de la provincia de Santa Fe en la plaza Próspero Molina de la ciudad cordobesa. Después de cantar con el repertorio de Fander, el público bailó y festejó con lo mejor de la cumbia santafesina.

Santa Fe volvió a sonar en todo el país a través del escenario del Festival de Folclore de Cosquín cuando el jueves por la noche, presentó a una delegación de artistas que apostó por la diversidad de sus lenguajes musicales en la piel de Jorge Fandermole y el grupo Los Palmeras. Sonó y fue furor en la plaza Próspero Molina ante unas 12 mil almas pero la emoción se replicó en las redes sociales que se hicieron eco del fenómeno musical y, con el hashtag “#Orgullosantafesino” y “#LosPalmeras”, el espectáculo trascendió fronteras para convertirse en uno de los temas más hablados en Argentina a partir de la transmisión del show por la Televisión Pública.

“Orgullo santafesino: de la Trova a la cumbia” fue el título del espectáculo musical que presentó la provincia de Santa Fe en la sexta luna del 56° Festival Nacional del Folclore de Cosquín con una concurrencia y efusividad popular pocas veces vistas en la tradicional Plaza.

Apostando por los lenguajes musicales como posibilitadores de encuentros diversos, la velada reunió a Jorge Fandermole y Los Palmeras quienes cerca de las 23 subieron al escenario Atahualpa Yupanqui para recorrer los paisajes ciudadanos de las distintas regiones y el ritmo de su gente a través de sus conocidos repertorios.

El rosarino (por adopción) Jorge Fandermole fue el responsable de inaugurar la velada al interpretar «La Luminosa» una chacarera con la que recordó al compositor Raúl Carnota que dio paso a una bella milonga titulada «El amor y la cocina» en la que se lucieron los múltiples colores de su formación clásica. El set de temas del autor de «Oración del Remanso» también incluyó «Guitarra», «Hispano» y culminó con el infaltable «Sueñero» aplaudido de pie por la multitud reunida en la plaza.

Mientras el rosarino se despedía de un público que le brindó en dosis similares silencioso respeto y ovación festivalera, Los Palmeras aparecían en escena gracias al plato giratorio del escenario que mantenía intacto el artificio del espectáculo.

Algunos problemas en el sonido demoraron el inicio pero los embajadores de la cumbia santafesina arengados por un nutrido público hicieron su debut en Cosquín poniendo a bailar a una multitud en uno de los recitales más emotivos de todo el encuentro nacional.

“Yo entiendo que la gente hace una división entre Fandermole y la trova, con Los Palmeras y la cumbia pero, para nosotros, no existe; quizá caminamos por distintos caminos pero estamos unidos porque somos músicos: ya lo dijo en alguna oportunidad la Mona Jiménez: «no se por qué se preocupan si el mismo do mayor que hago yo es el que hacía Beethoven». Estamos bien hermanados: por favor no nos dividan; estamos juntos”, dijo Marcos Camino en la rueda de prensa previa a la presentación. Y lo que antes de salir a escena expresó con palabras, luego defendió con mucho ritmo sobre el escenario.

El público demostró que la grieta no existe; quienes acababan de cantar “Sueñero” de Fandermole ahora entonaban las estrofas del “Bombón Asesino” mientras en el frente y a los lados del escenario, una mujer de mediana edad bailaba el tema junto a unos gauchos.

Con un set que apostó por transformar la Próspero Molina en una plaza de la celebración y el baile, desde el Atahualpa Yupanqui Los Palmeras ofrecieron poco más de media hora de éxitos donde sonaron canciones como «La suavecita», “Embrujo”, “Qué quiere la Chola”, “Perra”, y hasta se animaron a un cover al interpretar el tema “Como Alí” de Los Piojos.

«Este orgullo santafesino refiere a la diversidad. Y Santa Fe es la diversidad y la convivencia», había dicho, temprano, la ministra de cultura María de los Ángeles Chiqui González en un encuentro con periodistas de todo el país que, como pocas veces se vio en el festival, colmaron la sala de prensa para tratar de echar luz sobre ese singular cruce de géneros que proponía la delegación provincial para esta edición del Festival.

Hace seis años, luego de treinta de ausencias, Santa Fe volvió a Cosquín y todo hace indicar que ya no hay vuelta al pasado. En este tiempo no sólo logró permanecer sino que, hacia dentro y hacia fuera, abrió nuevos horizontes apostando a una programación plural que esquivó lo convencional y salió a contarle al país todas esas historias que recorrían su territorio heterogéneo.

Le contó de su tierra y de sus colores; de sus héroes con la «Crónica cantada a Estanislao», en honor al Brigadier López (2010). En 2011 presentó una orquesta de cien músicos y un homenaje al compositor Ariel Ramírez; en 2012, por citar algunas fechas, homenajeó a la Bandera Nacional en el bicentenario de su creación; mientras que dos años después convocó a cientos de artistas a instancia del programa Querer, Creer, Crear.

Cada año regresó asumiendo riesgos artísticos. Cada reto fue una oportunidad para elevar el nivel del festival al tiempo que ahondar en esas raíces y mostrarle al país su diversidad: Esa multiplicidad de voces que están ahí, en las superficies o en las profundidades.

En este juego de territorios, lenguajes, historias y posibilidades expresivas los protagonistas de este “Orgullo Santafesino” que llegaron a Cosquín coincidieron en el hecho histórico que significó pisar este escenario.

Para Fandermole la expectativa estuvo puesta en la tradición y la historia de ese escenario que, opinó, posibilitaba un diálogo, “una forma de ver de qué modo lo que estamos haciendo dialoga con todas las personas; una ocasión muy particular por la dimensión histórica de este escenario”. En esa línea, Marcos Camino dio cuenta del «sueño cumplido» para el que se prepararon y del que esperaban ser merecedores: “La música de Santa Fe puede estar caminando por todo el país si quiere», opinó.

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