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Orientando las prácticas estéticas

Por: Gustavo Galuppo.- En una compilación de textos y voces de críticos, ensayistas y artistas se intenta una reflexión acerca del lugar de la producción artística y su necesidad de articular propuestas en relación a una lógica mercantil que diluye los lazos sociales.

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Las prácticas estéticas involucran no sólo a un régimen de percepción e interpretación del arte sino también a las operaciones de producción que intentan generar nuevas formas sensibles de organización del sentido. Entendidas de este modo, estas prácticas exceden a aquel régimen de percepción del arte para adscribirse ahora a los modos de distribución de lo sensible en la experiencia corriente.

Estéticas de la dispersión parte de la reflexión en torno a dichas operaciones pero ubicadas en una coyuntura marcada por la más absoluta labilidad, un estado de cosas en el cual la lógica mercantil establece como norma la dispersión y el vaciamiento, el cambio constante, la variabilidad, la absorción de los modelos expresivos periféricos en la lógica del consumo, y una vacuidad existencial que tiende a diluir los lazos sociales en pos de la construcción individualizante de imágenes que reemplazan a lo real y a la experiencia colectiva concreta. En ese contexto constituido por la idea de una experiencia humana lábil y disgregada hasta la descomposición avasallante, las prácticas estéticas se ven sometidas a la necesidad de articular en sus operaciones esa misma lógica de la dispersión.

Así, en un territorio marcado por el cambio constante, la posibilidad de una ruptura (como la planteada en las vanguardias históricas de principios del siglo XX y en las neovanguardias de la década del 60) queda destituida justamente por la inexistencia de un modelo estable a confrontar y desarticular; las prácticas estéticas, entonces, para ser fieles a su base constitutiva ligada al replanteo de los modelos de percepción dominantes, deben intentar construir nuevos regímenes de sensibilidad sobre esa misma base dispersiva.

La serie de textos que componen este libro parte de la transcripción de unas conferencias llevadas a cabo en Rosario entre 2009 y 2010 como parte de un proyecto de investigación y reflexión que intenta enfrentarse a la siguiente cuestión: “¿Cómo orientar las prácticas estéticas en el actual contexto de dispersión producido por la operatoria del mercado?”. Orientados en ese sentido, los textos se despliegan uno a uno estableciendo las coordenadas posibles de un panorama complejo; marcando puntos posibles de anclaje para el pensamiento profundo de una problemática que entiende, desde ya, al régimen estético no como una experiencia aislada en la esfera académica del arte, sino como una función sociopolítica imprescindible para la (re) composición de un mundo sensible instaurado desde la participación colectiva.

Tras el prólogo de Franco Ingrassia (compilador del libro e impulsor del proyecto), se suceden textos de Sergio Raimondi, que aborda relaciones problemáticas en la posición de la literatura en el mercado mundial desde la perspectiva de Georg Lukács; Ana Longoni, postulando una interesantísima visión del arte desde la contraposición de las figuras del mendigo (improductivo, libertario) y el turista (asimilado al mercado); Damián Tabarovsky discurre sobre las relaciones entre la alta cultura y el pop; Pablo Schanton hace un recorrido por la cultura del rock y sus frustrados ideales contraculturales; Rafael Cippolini plantea el estado actual de una cultura anfibia que navega entre lo virtual y lo real; Lucrecia Martel expone una bella y profunda reflexión personal, desde su experiencia cinematográfica, acerca de la apropiación de los espacios a través del relato; Reinaldo Laddaga, en una entrevista realizada por Ingrassia, desgrana diversos puntos relativos al tema; Daniel Melero plantea la necesidad de una conciencia o una educación para manejarse en esta “cultura de la interfaz” ,y finalmente, cerrando la serie de textos, Pablo Huppert se centra en el eje de la constitución del sujeto en una sociedad contemporánea que rinde culto a la imagen en las redes sociales de internet: “El hambre de ser es hoy hambre de imagen, pero esa imagen que una y otra vez promete saciarnos el apetito y que una y otra vez nos defrauda. Lo cual asegura que una y otra vez nos ilusionemos de vuelta con saciarnos el hambre de ser, el hambre de existir, por la vía imaginal-mercantil.”.

El conjunto de textos compone un más que estimulante entramado de visiones acerca de esta situación contemporánea que e expande conforme a  la misma expansión mercantil. No se plantean, desde ya, soluciones o salidas, pero en cambio se establecen las bases necesarias para una reflexión fértil; para pensar, desde un régimen estético-político, como nos posicionamos colectivamente frente una lógica en la cual hasta las mismas relaciones sociales tienden a convertirse en un intercambio mercantil.

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