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Ortigoza aún puede llegar a River

El centrocampista de Argentinos podría ser adquirido por el empresario Gustavo Ranucci (el mismo que llevó a Bordagaray al club de Núñez) y acercarlo así al equipo conducido por J. J. López.

La llegada de Néstor Ortigoza a River Plate depende de que un empresario cercano a la institución de Núñez pueda convencer a la dirigencia de Argentinos Juniors para que le venda el pase del volante.

El empresario en cuestión es Gustavo Ranucci, el mismo que llevó al delantero Fabián Bordagaray, la única incorporación que realizó River hasta hoy.

La operación no parece sencilla, ya que la dirigencia de Argentinos pretende, según trascendidos, 3 millones de dólares, lo cual no parece estar al alcance de Ranucci.

Sin embargo, el empresario al parecer está dispuesto a elevar la cifra que ofreció en un primer acercamiento, con el que no convenció a los dirigentes del club de La Paternal.

A favor, el empresario y River cuentan con la voluntad de Ortigoza, quien quiere dejar de jugar en Argentinos.

Como sucedió con Walter Erviti y Mauro Formica, cuando el futbolista hace saber su decisión de no querer jugar más en el club que posee su pase, poco pueden hacer los dirigentes para retenerlo.

Como suele suceder en estos casos, y cuando las conversaciones por Ortigoza no terminaron, surgieron los nombres de Franco Zuculini (Génova de Italia) y Hernán Bernardello (Almeria de España) para llegar a River.

Si bien en Núñez no se habló oficialmente de Zuculini y Bernardello, con ellos se acabarían las opciones que tiene el entrenador Juan José López para sumar a su plantel.

Hace un tiempo surgió el nombre de Juan Manuel Torres, en conflicto con San Lorenzo, y más cercano el de Mauro Camoranesi, desvinculado del Stuttgart de Alemania, pero ninguno terminó de cuajar en el gusto del entrenador Juan José López y del presidente Daniel Passarella.

Sin dinero y a poco menos de dos semanas para el inicio del Clausura, River no puede reforzarse para un torneo que iniciará con algo de tranquilidad, pero sin darse el lujo de descuidarse.