Tímidamente se acercó a los periodistas argentinos en el Hanazono Stadium una mujer ofreciendo un recorrido gratis por Osaka, para conocer más sobre la ciudad que hace culto al trabajo y que cuenta con más de 6.000 empresas familiares que emplean a más de 24.000 personas. Durante cinco horas se extendió el tour por la tercera ciudad en importancia de Japón, detrás de Tokio y Yokohama.
A las 15 era el horario señalado, pero los encargados del tour no previeron que estaban invitando a argentinos y se produjo una demora bien criolla pero extraña para los locales. Contratiempos como guardar la computadora, otros yendo al baño y algunos que no se habían anoticiado que había que salir del estadio para la recorrida.
A doscientos metros nos esperaba un minibús para empezar el recorrido, por la zona en la que están enclavadas la mayoría de las Pymes que se encuentran en Osaka. Antes, en el hotel que tiene una terraza con una vista privilegiada de Osaka, se pudo contemplar la belleza de la ciudad en la que Los Pumas jugarán su segundo encuentro en el Mundial, Adachi (empleado del municipio de Osaka) dio una charla sobre cómo la localidad llegó a contar con todos esas iniciativas pequeñas Explicó que Japón tiene pocos recursos naturales, pero cuenta con mucha habilidad para realizar manufacturas o fabricar cosas que le sirvan a los demás.
El problema que tienen hoy es que los más jóvenes no quieren continuar con el legado de las Pymes y se dedican a otro rubro y se trasladan a Tokio.
Tras la charla, al tour le faltaban dos paradas más, la primera en una Pyme familiar, padre e hijo fabrican todo tipo de elementos de aluminio, como vasos por ejemplo. Durante la visita se pudo observar que el taller se encuentra en la planta baja y primer piso, y que en los dos pisos superiores vive toda la familia. En dicho taller que entre ambas pisos no suman más de 60 metros cuadrados, una persona puede fabricar 300 vasos por día y 6.000 al mes. Pero si hay que hacer por ejemplo una pelota de rugby tamaño normal dicha labor insume un mes de trabajo.
El cierre de la travesía fue con bombos y platillos, más precisamente con palitos. El contingente de periodistas argentinos pudo degustar una cena típica japonesa, ocho platos diferentes. Cada uno es una porción justa, que suman una gran cena. La comida terminó con una foto grupal a la que se sumaron comensales locales, gritando todos Osaka y Argentina. Hasta la dueña del restaurant se sumó para inmortalizar la visita de argentinos en su establecimiento.
La guía no se despegó ni un minuto del contingente, al que acompañó hasta la principal estación de subte cercana al Hanazona Stadium, y a cada grupo le indico cuál tomar para llegar a su alojamiento.
Fueron más de cuatro horas, pero no deja de sorprender la hospitalidad, el respeto y el amor no sólo por mostrar las bondades de la ciudad que habitan, sino que hacen que todos terminen el día sintiendo un estado de bienestar general. A diez días de estar en Japón la vida no será igual, hay una forma más cálida de ver la vida y al prójimo. Qué importante sería seguir el ejemplo.