Todos los cañones apuntan a que la realizadora neozelandesa Jane Campion se convierta este domingo en la tercera mujer en la historia de los Oscar en llevarse el premio a la mejor dirección por su trabajo en la destacada película El poder del perro.
Las apuestas que dan favorita a Campion se basan no sólo en que su film fue el que sumó la mayor cantidad de candidaturas (doce en total) en esta 94ª edición de los Oscar sino que ella, nominada en esta categoría en 1994 por La lección de piano, arrasó en la antesala de la ceremonia del Dolby Theatre, imponiéndose en todos los premios que perfilan a los ganadores de la Academia de Hollywood.
Campion fue elegida en la categoría mejor dirección en los premios DGA que entrega el Sindicato de Directores de Hollywood, cuyos ganadores de los últimos diez años coincidieron ocho veces con los del Oscar.
La neozelandesa también ganó esta categoría en los Bafta británicos, que coincidieron en siete de los últimos diez años; así como en los Golden Globe que entrega la Prensa Extranjera de Hollywood y los Critics’ Choice Award.
Con su nominación, además, Campion se transformó en la única mujer en estar candidateada dos veces a los Oscar en la categoría mejor dirección en la historia de los premios de la Academia, luego de su chance con La lección de piano.
Ese film, que recibió ocho nominaciones, le dio a Campion el Oscar como mejor guión original, y la película se llevó también los de mejor actriz para Holly Hunter, y mejor actriz de reparto para Anna Paquin.
De ser galardonada este domingo, Campion igualaría Kathryn Bigelow, la primera mujer en ganar la estatuilla a la mejor dirección de la historia de los Oscar por Vivir al límite en 2010, y a Chloé Zhao, que se impuso en la categoría el año pasado con Nomadland, ambos films también obtuvieron el Oscar a mejor película.
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El británico Kenneth Branagh, que trae al cine sus recuerdos de infancia en Belfast, película ambientada a fines de los 70 en la capital de Irlanda del Norte, es otro de los candidatos al premio.
En un trabajado blanco y negro, Branagh, único en la historia de Hollywood en ser nominado en siete categorías distintas a los Oscar, se interna en el modo como repercuten al interior de una familia las disputas entre unionistas protestantes (partidarios de permanecer en el Reino Unido) y los republicanos católicos (separatistas) a partir de la mirada de un niño feliz a pesar del entorno violento.
En «Belfast», Kenneth Branagh elige contar sus orígenes con notables omisiones
Con 19 títulos como director entre los que se destacan Enrique V, Mucho ruido y pocas nueces (1993), Hamlet (1996), Thor (2011) y Asesinato en el Expreso de Oriente (2017), Branagh nunca recibió la estatuilla de la Academia a pesar de sus múltiples nominaciones (ocho en total), que comenzaron con Enrique V en 1990, cuando compitió en los rubros mejor dirección y mejor actor.
Alguien que sí conoce el sabor del triunfo en los Oscar como realizador y productor es Steven Spielberg, que vuelve a estar nominado, ahora por su labor como director en la remake del clásico del teatro musical Amor sin barreras.
El creador de Tiburón y ET entre otros taquilleros films de la historia del cine, ya ganó este lauro con La lista de Schindler (1993) -que también le dio el de Mejor Película- y Rescatando al soldado Ryan (1998), acumulando tres estatuillas y 16 nominaciones.
La historia nacida en Broadway en 1957 y que retrata a dos pandillas rivales en la Nueva York de los 50, inspirada en el clásico Romeo y Julieta, tuvo su primera versión cinematográfica en 1960 dirigida por Jerome Robbins y Robert Wise y un año más tarde ganó 10 estatuillas de la Academia, entre ellas mejor película, mejor dirección, actriz y actor secundario.
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Amor sin barreras cuenta la historia de María (Rachel Zegler), una jovencita puertorriqueña, y Tony (Ansel Elgort), el exconvicto del que se enamora perdidamente aunque la lealtad a sus familias y amigos lo prohíben, provocando altos niveles de tensión entre las bandas y poniendo a prueba una relación que se propone ser más fuerte que cualquier conflicto.
Otro de los ternados es el japonés Ryusuke Hamaguchi por Drive my car, que de ganar el domingo se transformaría en el primer realizador japonés en alzarse con el premio en esta categoría.
De 43 años y nacido en la ciudad de Kanagawa, Hamaguchi logró esta nominación por la historia que adapta libremente el cuento homónimo de Haruki Murakami, centrada en los duelos y tragedias que comparten un dramaturgo y director teatral con la chofer que le asignan en Hiroshima, ciudad en la cual se instala para una residencia creativa y el montaje de Tío Vania de Antón Chéjov.
Estos duelos y heridas que llevan consigo los dos personajes, y que cada uno permitirá al otro ir cerrando, adquieren también resonancias más amplias y podrían trasladarse a los propios duelos del Japón como experiencia histórica, desde los desastres naturales a las tragedias de Hiroshima y Nagasaki.
Akira Kurosawa, que fue nominado a Mejor Dirección por su insuperable Ran en 1986, y que recibió un Oscar honorífico en 1990 y el maestro de la animación Hayao Miyazaki, que ganó un Oscar por mejor animación por El viaje de Chihiro en 2003 y uno honorífico también, en 2015, son algunos de sus connacionales distinguidos por la Academia, pero ninguno de ellos ganó el galardón por el que pelea este domingo Hamaguchi, en una clara deuda de la Academia con una de las cinematografías más reveladoras y contundentes de la historia del cine.
Paul Thomas Anderson, uno de los realizadores más notables de su generación y que con las tres de este año acumula 11 nominaciones de la Academia pero nunca recibió una estatuilla, es otro de los candidatos a mejor dirección por Licorice Pizza, una suerte de comedia romántica entre jóvenes ambientada en la escena hollywoodense de principios de los 70 en el sur de California.
Anderson, que volvió a la realización luego de cinco años de inactividad, tomó prestadas las memorias de Gary Goetzman, un exniño actor que trabajó junto a Lucille Ball en Los tuyos, los míos, los nuestros (1968) y más tarde cocreó la productora cinematográfica Playtone junto a Tom Hanks.
El film también destacó por los nóveles protagónicos de la cantante Alana Haim y el joven Cooper Hoffman -hijo del fallecido ganador del Oscar Philip Seymour Hoffman-, dos nombres hasta ahora desconocidos para las audiencias pero que el director eligió de forma personal como un voto de confianza para el proyecto.
Anderson ya estuvo candidateado para los Oscar en esta categoría por Petróleo sangriento (2007) y El hilo fantasma (2017) y como guionista -rol que repite en Licorice Pizza– por su trabajo en sus films Boogie nights: noches de placer (1997), Magnolia (1999), Petróleo sangriento y Vicio propio (2014).