La Biblioteca Popular «Osvaldo Bayer» de Villa La Angostura, en el sur de Neuquén, guarda una historia oculta que la hace más atractiva aún y obliga a auscultar lo que encierran esas paredes desde su inauguración, hace 30 años: su director, Gerardo Ghioldi, es sobrino nieto del teniente coronel Héctor Varela, a quien Bayer denunció como responsable del fusilamiento de más de 1.500 peones rurales de Santa Cruz en 1921, en represalia a las huelgas obreras por mejoras laborales.
El director de «La Bayer», como es conocida la biblioteca, nació en el barrio porteño de Almagro, a más de 1.600 kilómetros de La Angostura, y desmenuza por primera vez sus orígenes, que también están emparentados con los del dirigente socialista Américo Ghioldi. Y reivindica la vida y obra de Bayer, quien visitó la biblioteca en varias de sus incursiones a la Patagonia en sus últimos años de vida.
“En el año 2000 asumió la nueva comisión directiva de la institución y dejamos un poco de lado la famosa biblioteca sarmientina para empezar a mezclar algunos conceptos más libertarios en la manera de organizar este espacio”, recuerda Ghioldi.
“A mediados de ese año, en una votación histórica, se impuso el nombre de Osvaldo Bayer, y acá lo notable de todo es que yo soy sobrino nieto del teniente coronel Varela, el fusilador de 1.500 peones patagónicos, pero también soy nieto del dirigente socialista Américo Ghioldi”, dice el responsable de la biblioteca cuando recuerda la encrucijada personal de aquel momento.
La relación parental con Varela, cuenta, viene de su abuela Delfina, casada con “Don Américo”, como le decían al hermano del militar, y trae a la memoria una anécdota de un hecho ocurrido en los 60: “A fines de esa década, Osvaldo Bayer fue a la famosa casa de Américo, en la calle Ambrosetti, en el barrio de Caballito, con cita previa para entrevistar a la abuela Delfina, mucho menor que el teniente coronel Varela”.
“El historiador se entrevistó con mi abuela, que negó todo lo sucedido, y cuando Don Américo lo saludó en la puerta de la casa le advirtió: «Menudo problema en el que se está metiendo usted, señor Bayer». Y así fue, porque aquello le valió el exilio”, completó.
Bayer compiló los fusilamientos a los obreros rurales de 1921 en cuatro tomos de su obra Los vengadores de la Patagonia trágica, que a su vez fue la base del guion de la película La Patagonia rebelde, estrenada en 1974 y que lo obligó a su primer exilio por amenazas sufridas de parte de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón.
Para el director de la biblioteca, los lazos familiares con aquellos hechos narrados por Bayer en La Patagonia rebelde fueron tan fuertes como los que estableció con el historiador: “Cuando leí los libros, pude calibrar muy bien quién era mi tío abuelo, cuya figura era como una especie de secreto, porque nadie se animaba a hablar de él en la familia”.
Ghioldi rememora que cuando en el año 2000 triunfa el nombre de Osvaldo Bayer para la biblioteca, no dejó pasar la oportunidad: “Lo llamé, me presenté le conté que esta era la primera biblioteca patagónica que no se llamaba Domingo Sarmiento, Bernardino Rivadavia o Perito Moreno, sino que iba a llevar su nombre: Osvaldo Bayer”,
«Osvaldo estaba muy enamorado de la Patagonia y las cuatro o cinco veces que vino, siempre dejaba semillas, como cuando vino en 2002 a un escrache que hicimos en Villa La Angostura al teniente coronel Francisco D’Aloia, acusado del crimen de 28 presos durante un traslado en Córdoba, y que vivía acá disfrazado de empresario», agrega Ghioldi,
Y acota: “Bayer estudiaba de lleno el tema de la Conquista del Desierto y el rol del general Julio Roca y fue gracias a la biblioteca que empezó a tomar contacto directo con el pueblo mapuche vivo de la región”.
Ese mismo compromiso es el que hoy la biblioteca honra desde su nombre y se sostiene en estos tiempos de aislamiento por la pandemia de coronavirus. Por eso, en las últimas semanas organizó un sistema de entrega y recepción de libros con un estricto protocolo sanitario que permite a los vecinos de esa ciudad acceder a la lectura en tiempos de pandemia.
“Los grandes desastres que hemos sufrido, desde la caída de cenizas, las grandes nevadas, los extensos cortes de luz y el aislamiento, creo que templan el carácter del cordillerano. Por eso, nos las arreglamos para implementar un protocolo muy estricto: los libros se piden el día anterior por mail, por Whatsapp o por el teléfono fijo a las bibliotecarias de 10 a 12 todos los días y ahí se preparan en bolsas y se entregan sin que la persona ingrese al edificio”, dice.
Además, cadas libro que retorna “queda en una pieza especial 14 días, en cuarentena”, ya que “lo central es cuidar a las personas y acompañarlas”, relata Ghioldi.
“En Villa La Angostura hay barrios que tienen un servicio deficitario de internet y muchos vecinos directamente no tienen, y por eso el sistema de libros funciona muy bien”, resalta y, aunque la biblioteca cuenta con poco más de 28 mil libros, propone una lectura, justamente la del tomo que recibió el número 28.000: La Peste, del escritor francés Albert Camus.