La Otán volvió a bombardear Trípoli, donde anoche (al cierre de la presente edición) todavía ardían edificios oficiales, mientras Moscú recibía a emisarios del dirigente libio Muamar Gaddafi antes de la visita prevista de representantes de la rebelión.
Uno de los edificios en llamas es la sede de los servicios de seguridad interior y el otro el Ministerio de Inspección y Control Popular, el organismo encargado de la lucha contra la corrupción.
Ambos edificios están situados en la avenida Al Jumuriya, un barrio residencial y administrativo del centro de Trípoli, cerca de la residencia del coronel Gaddafi.
El Ministro de Inspección y Control Popular declaró que varios funcionarios de la cartera había resultado heridos.
El portavoz del gobierno, Musa Ibrahim, dijo por su parte que el ministerio había sido bombardeado a pedido de dirigentes del Consejo Nacional de Transición (CNT) de la rebelión, para borrar las pruebas de casos de corrupción en los que estaban implicados.
Por otra parte, ayer fuentes allegadas al gobierno tunecino indicaron que el ministro libio del Petróleo, Chukri Ghanem, un cacique del régimen de Muamar Gaddafi, se había ido de Libia y se encontraba en Túnez.
Ghanem está incluido en una lista de miembros del régimen de Gaddafi sancionados financieramente por Estados Unidos publicada por el Departamento del Tesoro el 8 de abril pasado.
Rusia, que mantiene relaciones formales con el régimen libio, pidió ayer a emisarios de Gaddafi, de visita en Moscú, que apliquen la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Hemos planteado los asuntos que reflejan nuestra posición de principio, que consiste, en primer lugar, en que lo más rápidamente posible deje de correr la sangre en Libia”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov.
“Hemos hecho valer que es indispensable para los dirigentes libios que empiecen a acatar plenamente la resolución del Consejo de Seguridad”, añadió.
Lavrov dijo haber instado al régimen libio a “cooperar con la ONU para permitir que se entregue ayuda humanitaria en todo el territorio” del país.
Rusia, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, se abstuvo de vetar el 17 de marzo pasado la resolución de la ONU que autoriza la intervención de la coalición internacional en Libia.
Sin embargo, desde el comienzo de la intervención, Rusia acusó a los occidentales de violar el espíritu y la letra de la resolución.
En tanto, cada vez más aislado, Gaddafi enfrenta la amenaza de la Justicia.
El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), el argentino Luis Moreno Ocampo, lanzó anteayer una orden de arresto internacional contra Gaddafi, su hijo Seif al Islam y el jefe de los servicios secretos Abdalá al Senussi.
En cuanto a la marcha del enfrentamiento bélico, ayer al oeste del país los rebeldes se enfrentaron a las fuerzas de Gaddafi en Zintan y Yebren, según la oposición. Los rebeldes, que controlan ciudades orientales como Bengasi, fueron incapaces de controlar ciudades clave en el oeste.
Paralelamente, el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) reveló ayer que alrededor de 14 mil personas que escaparon de Libia llegaron por vía marítima a Italia y Malta. El dato incluye a las 1.669 personas que llegaron el viernes y el sábado pasados.