Jorge Amor Ameal, apuntalado por el ídolo Juan Román Riquelme, se convirtió en el nuevo presidente de Boca al lograr una importante ventaja y el aval de casi el 53% del padrón de socios sobre el candidato oficialista Christian Gribaudo, poniendo fin a un cuarto de siglo de hegemonía macrista.
Escrutadas la totalidad de las 143 habilitadas, la lista «Juntos por Boca», de Ameal y Mario Pergolini, logró el 52,92% de los votos (20.045), mientras que «La Mitad + vos», que postula a Gribaudo y Juan Carlos Crespi obtuvo el 30,64 (11.607).
En tercer lugar quedó el otro candidato opositor, José Beraldi, acompañado por Rodolfo Royco Ferrari, por la lista «Unidos para volver a ganar», con 16,43% (6.225).
En una histórica jornada que batió récords de concurrencia a nivel sudamericano con 38.363 socios, Ameal y Pergolini -sin Riquelme que se había refugiado en el búnker- se abrazaron a las 00.23 cuando sus seguidores empezaron a celebrar la victoria, cuando la tendencia imposible de revertir.
Así, Ameal vuelve a conducir al «Xeneize» -lo hizo entre 2008 y 2011 por la muerte de Pedro Pompilio-, pero ahora siendo el presidente más votado del fútbol argentino.
Los comicios celebrados en una gran carpa montada en uno de los playones adyacentes a la cancha marcaron un récord histórico para la institución «xeneize», ya que sufragaron más de 38.000 socios, dejando muy atrás la marca de 2015, cuando lo habían hecho 26.136.
La jornada electoral se había iniciado bien temprano, con miles de socios que se acercaron desde antes de las 9 -hora de apertura de las urnas-, por lo que el proceso de votación terminó siendo lento. Esto provocó algunas suspicacias que calentaron un clima que ya venía denso en los días previos por las acusaciones cruzadas entre los candidatos.
El primero en disparar fue Riquelme, vocal en la lista de Ameal, pero que ocupará el cargo de vicepresidente segundo y estará a cargo del manejo del fútbol. «Son tramposos, esto es una vergüenza», lanzó el ex enganche, al tiempo que pidió la intervención de Mauricio Macri: «El presidente de nuestro país tendría que actuar un poco porque esto tiene que ser una fiesta».
Gribaudo, secretario del club y candidato bendecido por el presidente saliente, Daniel Angelici, recogió el guante y pidió «evitar que se genere un clima raro».
El correr de las horas trajo un poco de calma, hizo bajar la espuma y los comicios transcurrieron con normalidad, cerrando a las 18, como estaba pautado.
Los que siguen los pasos de Mauricio Macri desde siempre aseguran que Boca era entendido por su fuerza política como «la tercera provincia». No es menor, no sólo por lo que el club representa sentimentalmente para el Presidente saliente sino porque fue el lugar desde el que Macri proyectó su carrera política.
Nadie podría negar que la etapa más gloriosa de Boca, al menos en la historia reciente, fue cuando el club estuvo bajo las órdenes del actual mandatario nacional. Eso le permitió proyectar el poder de su grupo político al interior de la institución de La Ribera, mientras él se desempeñaba como Jefe de Gobierno (primero) y Presidente de la Nación (después).
Pese a la caída en la popularidad de la figura de Macri y la convivencia con la mejor momento histórico de su clásico rival (River jugó 15 finales en los últimos 5 años, en los que eliminó a Boca en 5 mano a mano), parecía que el oficialismo podía extender su poderío en La Boca. Hasta que apareció Riquelme.
La decisión del máximo ídolo en la historia del club de participar de la fórmula encabezada por Jorge Amor Ameal y Mario Pergolini, terminó de coronar una estrategia en la que la oposición sabía que necesitaba unir voluntades para vencer al gran aparato del oficialismo. A partir de la participación del 10 que ganó la mitad de las Copas Libertadores que tiene la institución xeneixe, todo cambió.