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Otro conflicto bélico sin perdón

Por Rubén Alejandro Fraga.- Hace 39 años, con un ataque por sorpresa de Egipto y Siria contra Israel, comenzaba la Guerra de Yom Kippur.


Cuando empezaron a sonar las alarmas de ataque aéreo el sábado 6 de octubre de 1973, la mayoría de los israelíes se hallaba en las sinagogas celebrando Yom Kippur (el Día del Perdón), la festividad más importante del judaísmo. Para los atacantes árabes era el décimo día del Ramadán y el aniversario de una de las batallas más importantes del profeta Mahoma (la Batalla de Badr, que le dio la primera victoria musulmana contra los infieles de la tribu de Quraish). Para ambos grupos de creyentes, la Guerra de Yom Kippur, también conocida como Guerra del Ramadán o Guerra de Octubre, tendría graves consecuencias.

Los árabes querían vengarse desde la Guerra de los Seis Días de 1967. Pero el presidente de Egipto, Anwar el Sadat, y el de Siria, Hafez al Assad (padre del actual mandatario sirio, Bashar al Assad), se decidieron en febrero de 1971, cuando Israel rechazó la oferta de paz de Sadat a cambio de la retirada israelí de los territorios árabes ocupados. La nueva guerra poseía un objetivo concreto: con la ayuda de recursos de otras naciones árabes, y algunos de sus soldados, Egipto y Siria querían obligar a los israelíes a aceptar el canje de territorios por acuerdos de paz.

La fecha había sido elegida con cuidado desde el punto de vista táctico, ya que la mayoría de la población civil israelí estaba ayunando y se encontraría en las sinagogas, las defensas estarían descuidadas y muchos soldados estarían de vacaciones. El 12 de junio de 1973, Sadat visitó Siria y acordó con Assad el ataque: se denominaría Operación Badr (Operación Luna Llena).

El 6 de octubre, el ataque de Yom Kippur tomó desprevenido a Israel. Egipto recuperó enseguida la orilla este del canal de Suez y Siria buena parte de las Alturas del Golán. A medida que la lucha se intensificaba, Moscú suministraba armas a los árabes y Washington a los israelíes, dando lugar a una amenaza de guerra nuclear. Los cazas sirios MiG-17 invadieron el espacio aéreo israelí alrededor de las 14 en la zona de los Altos del Golán donde comenzaron los ataques sobre blindados y las posiciones del cuartel general del Ejército israelí en la zona, con incursiones en Naffaj, Druze y Kuneitra.

Los israelíes, dirigidos como en 1976 por el ministro de Defensa, Moshe Dayan, eran menos pero estaban mejor organizados, mejor entrenados y decididos a todo.

El lunes 22 de octubre, cuando Estados Unidos presionó a sus aliados para un alto el fuego con Egipto, Israel había ampliado los territorios ocupados. Aunque las escaramuzas con Siria continuaron durante meses, la guerra había terminado.

Yom Kippur supuso la última guerra total, en múltiples frentes, entre Israel y sus vecinos árabes, y un punto de inflexión en la historia de dicho conflicto. La guerra no tuvo resultados militares definitivos pero fue políticamente decisiva. Israel quedó muy afectado por el alto precio de una mezquina victoria y los árabes dudaban de que hubieran podido actuar mejor. Sadat empezó a cuestionarse si Egipto podría afrontar otra guerra, y comenzó a pensar en la paz. Esa paz que sellaría con el israelí Menahem Begin, en 1978, en Camp David, Estados Unidos, con el impulso del presidente norteamericano Jimmy Carter. “La paz es más importante que cualquier pedazo de tierra”, dijo Sadat. Esa misma paz que, aunque él no lo supiera, había sentenciado su propia muerte.

Otro 6 de octubre sangriento

En 1981, tres años después de que Begin y Sadat sellaran los acuerdos de Camp David, las tensiones entre Israel y sus otros vecinos se encontraban en un punto crítico.

Egipto era un caos, y el nuevo presidente de Estados Unidos, el republicano Ronald Reagan, no encontraba el modo de evitar que la paz oficial se transformara en violencia.

El pacto de Camp David había intentado evitar otra guerra contra Israel al neutralizar a Egipto, el país árabe más poderoso, pero según la opinión de Begin Israel continuaba siendo vulnerable. Una de las preocupaciones era que Saddam Hussein, presidente de Irak, que esperaba convertirse en el máximo líder árabe, fabricara armas nucleares. En junio del 81 Begin ordenó el bombardeo de un reactor nuclear iraquí. Mientras tanto, en respuesta a los ataques de la guerrilla palestina, Israel bombardeó la sede de la OLP en Beirut. El ataque aéreo (con aviones norteamericanos) mató a 300 personas. Begin irritó aún más a los árabes al apoyar y animar a los colonos judíos de la orilla oeste y de la franja de Gaza a pesar de las cláusulas de Camp David que prometían la autonomía futura para los territorios ocupados.

Sadat, aislado de las naciones árabes tras los acuerdos de Camp David, también tenía problemas internos. Muchos egipcios estaban ofendidos por su “traición” a los palestinos y sus pasos hacia la democratización no consiguieron mejorar las desigualdades económicas.

El martes 6 de octubre de 1981, mientras asistía a un desfile militar, Anwar el Sadat fue asesinado por fundamentalistas musulmanes.

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