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Otro gabinete para otra etapa

Panorama político, por David Narciso. La presencia de tres ministros radicales marca un cambio de estrategia del gobernador electo Antonio Bonfatti. La unidad interna del Frente, la relación con el PJ y la presidenta, las claves hacia el futuro.

El gabinete de Antonio Bonfatti está diseñado a la medida de la minoría legislativa con la que gobernará y no tanto como reflejo del exitoso año electoral que vivió el binnerismo.

La presencia de tres ministros radicales y funcionarios de diferentes espacios en las segundas y terceras líneas supone una oxigenación del Frente Progresista que, de no producirse cambios de último momento, tendrá su correlato en la Legislatura con la novedad de bloques únicos en las cámaras de senadores y diputados.

El rol que el gobernador Binner le dio al radicalismo durante su mandato resultó fuente de fricciones permanentes. El gabinete de Bonfatti perfila un cambio de estrategia en ese sentido, con todas las UCRs (ganadores, perdedores, del norte, del sur, etcétera) incorporadas a la gestión y por tanto, se supone, comprometidas con la misma.

Así como se diversificó el Poder Ejecutivo provincial, lo propio ocurrirá con varias intendencias.

El caso más notable es la presencia del socialista Mario Drisun como secretario de Salud municipal en el gabinete del santafesino José Corral. Drisun conoció de cerca la construcción del modelo de salud del socialismo en Rosario, por lo cual si la idea es avanzar en un modelo único que integre recursos y estructuras municipales y provinciales, su cercanía con Bonfatti le garantizará línea directa al gobierno de la capital.

Además de Santa Fe, también los gobiernos municipales de Reconquista y San Cristóbal integrarán a hombres del socialismo, así como la intendenta Mónica Fein hará lo propio con radicales y dirigentes del GEN en Rosario.

Los frentes opositores

La nueva etapa que se inicia el 11 de diciembre plantea dos interrogantes centrales:

– La relación con el peronismo, que tendrá mayoría en ambas cámaras y en la Asamblea Legislativa. Esta situación obliga al Frente Progresista a dejar de lado, o al menos esconderlas un rato, las diferencias internas. Si además de estar en minoría, el oficialismo se dispersa, ninguna herramienta de gobierno, política o jurídica, podrá evitar que la oposición meta goles de mitad cancha.

– Los vínculos con el gobierno nacional. Fuentes del gobierno provincial contaron que el viaje en helicóptero desde General Motors hasta Las Parejas que compartieron Hermes Binner y Cristina Fernández, fue algo más relajado que lo que se vio en público, y ni hablar de lo que habían sido los últimos encuentros durante la campaña electoral. En sí mismo no quiere decir mucho, pero se suma a las salutaciones posteriores al acto electoral del candidato del FAP con la presidenta y de Bonfatti con el ministro del Interior, y a la confirmación de Binner de que los diputados y senadores del FAP acompañarán en general el proyecto de presupuesto nacional. El interrogante pasa por saber si se van a normalizar las relaciones –en la Casa Gris sostienen que hace un año y medio que la “Nación cortó todo”, hasta los fondos comprometidos para las viviendas de la Zona Cero, y sólo gira coparticipación– o si el agrio clima preelectoral se eternizará.

Unidad sobre todo

En cualquiera de estos escenarios, Bonfatti sabe que abroquelar el Frente Progresista es primordial y por eso moldeó el gabinete que presentó la semana pasada. El resultado final no puede dejar contentos a todos, como siempre ocurre en estos casos. El giro en el Ministerio de Trabajo, donde se designó al radical Julio Genesini para hacerle un lugar al MAR –sector radical que fue parte de las lista de El Cambio Continúa junto al socialismo–, resultó inesperado para quienes llevaron adelante el área durante estos cuatro años y esperan la designación de la segunda, Nora Ramírez, para garantizar continuidad.

Casos como el de Trabajo abren el interrogante sobre si el cambio afecta también la línea política con la que se trabajó hasta ahora. Será clave la conformación del resto del ministerio, en especial cómo se cubrirá el bache que queda ahora a la hora de encontrar el acompañamiento y entablar diálogo fluido con las organizaciones sindicales, tarea que debe recaer en un funcionario que combine capacidad de diálogo político-sindical y conocimiento del mundo del trabajo.

La política

Uno de los déficits que acompañó a la gestión Binner fue la poca vocación de algunos ministros (y no sólo ministros) que están al frente de áreas sensibles para acompañar al gobernador en la defensa de las acciones de gobierno, explicar políticas, dar la cara ante los cuestionamientos y debatir en público.

Esta semana se vivió patente a partir de declaraciones periodísticas de Jorge Obeid en relación a que “Binner le deja a Bonfatti un déficit de 1.500 millones de pesos”.

Obeid no es un tirabombas cualquiera, sino un ex gobernador. No está diciendo una pavada, está planteando un debate constitutivo de las diferencias que mantuvieron en las últimas dos décadas el Partido Socialista y el PJ santafesino sobre el rol del Estado, el uso y destino de los recursos, política tributaria y superávit presupuestario.

El ninguneo inconsistente y desmerecedor con el que el ministro de Economía Ángel Sciara hizo que le respondió a Obeid,  fue corregido poco más tarde por el designado ministro de Gobierno, Rubén Galassi.

Galassi respondió en términos políticos, explicitando qué significa déficit y superávit para una administración se titula progresista: “Binner podría terminar con 500 millones de superávit pero con miles de maestros sin titularizar sus cargos. Elegimos lo segundo”, sostuvo.

Es difícil un planteo de esta naturaleza después de un año en el que el al Frente Progresista, y en especial al socialismo, no le ha ido nada mal aún arrastrando este tipo de dificultades. Sin embargo, asumir el debate político y la construcción de un relato propio e integrador en términos políticos y geográficos es un déficit a corregir, no con comunicación publicitaria, sino con comunicación política. Por supuesto que siempre el primer responsable es el gobernador, pero siempre es crucial que el resto, desde los ministros hasta la militancia, acompañen por detrás.

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