Ubicado en el pasaje Fabricio Simeoni (ex Zabala), el bar Berlín supo ser el epicentro del teatro alternativo, humor, del tango y del rock under. Sin embargo, y después de 26 años de funcionamiento, uno de los titulares del negocio anunció que el local cerrará definitivamente sus puertas. O mejor dicho, no volverá a abrirlas, ya que desde el inicio de la pandemia el histórico espacio ya no funcionó. Cómo sucedió con Luna y otros sitios emblemáticos, el cierre dejará una indudable huella en más de una generación.
El bar, que funcionaba de jueves a domingo, dejará de ser regenteado por Lulo Corradín y su hermano Fabián. La decisión fue tomada casi en medio de la pandemia, donde ambos plantearon cerrar un ciclo a cargo del mítico Berlín y dedicar sus días a otros negocios.
“El cierre está confirmado. La decisión está tomada a partir del letargo y la búsqueda de una nueva explotación que terminó siendo infructuosa. El Estado no te tira un centro. Hubo interesados. Pero el marco normativo que la ciudad le ofrece al rubro no los convenció. Habíamos avanzado con posibles inversores. Era gente del palo, de Buenos Aires. Aún no estaba definido lo de continuar o no con el mismo nombre. Pero querían tomar la sala para seguir produciendo cosas de acá, seguir haciendo trascender a distintos artistas de Rosario. Pero bueno, estos interesados se espantaron por la precariedad normativa de que tiene la ciudad, ante la imposibilidad de encontrarle la vuelta a cómo funcionar”, relató Lulo a El Ciudadano.
Fueron varias las verdaderas leyendas que pasaron por el Berlín. Entre ellos se cuenta a Pappo, Willy Crook, Bersuit Vergarabat, Daniel Melingo, Los Piojos, Luis Salinas, Las Pelotas, La Mississippi, Diego Frenkel, Palo Pandolfo, Antonio Birabent y Cholo Montironi.
El subsuelo fue también set de filmación para “Días de Mayo”, el film de Gustavo Postiglione. Y como no podía ser de otro modo fueron parte de la noche berlinesa Coki Debernardi, El Regreso de Coelacanto, Los Vándalos, Vudú, Caburo y Bonzo Morelli. Y no estuvo ausente en el bar el humor de transformistas como Mimí Nervios y Mariquena del Prado ni las historias de Alejandro Dolina.
Tampoco se perdieron las actuaciones de artistas como Salvador Trapani, Juan Pablo Geretto, Andrea Fiorino y Gachy Roldán. Todos los géneros, sin edad. El lugar también fue siempre la casa de jóvenes promesas rosarinas que pudieron dar sus primeros pasos en las tablas del “boliche” ubicado en el centro de la ciudad.
Corradín hizo eje en algunas cuestiones y sensaciones personales a la hora de marcar el fin. “Yo también estoy en búsquedas, en otro momento de mi vida. En un lugar como Berlín tenés que estar presente todo el tiempo. O atento al teléfono, que tiene que estar siempre encendido. Y durante la pandemia junto a mi hermano empezamos a ver la posibilidad explotar de otra manera el fondo de comercio, con alguien que lo trabaje. Pero no pudimos y es por eso que tomamos la decisión de cerrar. Es realmente desgastante. Desde la pandemia no abrimos más. Pero el lugar está armado. Hoy está todo equipado si es necesario”, contó.
Corradín también comentó sobre las dificultades económicas que siempre existen. Pero igual destacó que ese no fue el motivo central del quiebre final.
“Berlín surgió comercialmente en los 90. Y siempre sobrevivimos metiéndole primera y dándole para adelante. Lo económico siempre fue complicado, pero se lograba avanzar. Todo valía la pena. Pero no es lo que más influye. El rubro hoy está vapuleado ante la imposibilidad de dar un salto de calidad. La posibilidad de ensamblarnos con gente de Buenos Aires era, de alguna manera, dar ese salto. Pero ellos dijeron que así no se podía hacer nada”, señala.
Y agrega: “La normativa que regula el sector nocturno no sirve para nada. Y cada vez que retocan algo empeoran la situación. Hoy las ordenanzas que tenemos te invitan solo a abrir cervecerías artesanales con papas chédar. Parece que, para abrir un boliche, tenés que hacerlo en el medio del cementerio”.
“Hoy es un día en el que no puedo ser objetivo. Fue tremenda la repercusión de la noticia. Me lo imaginaba. Pero nunca lo dimensioné. Escuchar, por ejemplo, la cantidad de mensajes de oyentes en la radio fue conmovedor. Nosotros somos apenas un engranaje más de un gran eslabón que ya viene con problemas. En esta ciudad se nos escurre el patrimonio cultural entre los dedos y no podemos hacer nada. Se nos está yendo a chorro la historia de Rosario. No hablamos de un bien tangible. Pero no podemos frenarlo”, cerró Corradín.
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