Por Roque Giordano
El artista Pablo Comas, ganador de los premios Rosario Edita 2020, estrenó una nueva canción titulada “Me quieras” mientras termina su próximo disco a salir para fin de año. En una extensa charla analizó aspectos de la sociedad actual: el amor, las redes sociales y la política.
-El otro día Julio Leiva le preguntó a Dárgelos por qué cantaba y Adrián respondió: “para que me quieran”. Me hizo acordar a tu nueva canción “Me Quieras”. ¿Vos para qué cantas?
-Obviamente suscribo a lo de Adrián. Y le agregaría algo que puede parecer muy pretencioso, pero no pretendo que lo sea: es una forma de existir en el mundo y es la que yo encontré. Es la que me gusta, es la que me hace sentir que estoy en el lugar adecuado. No es poco tener eso presente. No significa que no haya un montón de preguntas e incógnitas que requieren de un trabajo de auto investigación y auto conocimiento, pero de eso no tengo dudas, de que encontré la materia que me gusta, en la que tengo que estar ahí.
-Repasando la letra del tema, no debe haber amor más grande que ofrecer todo el vino de Argentina
-Sí, es como esa exageración del amor, un poco ridícula, un poco dramática. El tema habla de eso, de ese ser taciturno, escondido, demandando que alguien lo atienda.
-¿Es un poco la montaña rusa en la que vivimos todos los días?
-Creo que eso está presente en el tema. Es una mezcla de un ser que sabe vivir en sociedad, un ser que pide “quiero que me quieras como puedas” y que a la vez dice “o volarme la cabeza en primavera” que es todo lo contrario a saber vivir en sociedad. Tiene que ver con una postura personal pero también con estar atravesado por cierta edad. Yo ya viví las mieles y los dramas del desamor de una manera trágica y ahora es como una comedia la relación con el amor.
-¿Se ríe del amor?
-Se ríe de la demanda de amor. De la demanda un poco patética del amor que tiene el personaje y que tenemos todos. Todos tenemos un poco instalada esa necesidad de reconocimiento en el otro y que nos linkeen las fotos y nos las compartan.
-¿Uno ama para que lo amen?
-¡Sí! ¡Por supuesto! Uno ama que lo amen. No lo digo yo, lo dice Lacan. Uno en realidad de lo que se enamora es de lo que el otro aparentemente está depositando en uno. Nos encanta que nos digan cosas maravillosas que alguna vez hemos oído y en realidad no corresponden. Y cuando eso se pierde se viene el desamor, se pierde ese espejo en el cual yo soy perfecto y hermoso, se pierde ese espejo en donde yo estoy brillando.
-Entonces el desamor es mucho más que la falta de amor…
-¡Pero sí! Lo que pasa es que el amor no es tan lineal como aprendimos que era o como vimos en una película. Uno está más enamorado… de uno mismo que de los demás convengamos. En gran parte. En diferido uno ama también a las otras personas y los más sabios, los más suertudos también, pudimos amar a alguien más que a uno mismo. Pero pasa más bien poco.
-Alguna vez hablamos del desafío de simplificar el contenido para llegar directamente al otro, para que todos puedan decodificarlo enseguida y apropiarse del mismo. ¿Se empieza a cumplir ese objetivo con esta canción?
-Era un objetivo que en algún momento tenía que llegar. Que fue algo que también se fue dando sólo en los últimos años. El sentir que la gente canta las canciones en los recitales… voy a decir una verdad de perogrullo quizás… es adictivo. Ver que la gente canta, se para, levanta los brazos se vuelve una adicción. Y también el probarme a mí como autor en la posibilidad de poder hacer una canción popular. Poder hacer una canción corta, efectiva y directa.
-Un punto de tenis de Federer
-Sí, tal cual. Una vez después de Hambre, alguien a quién quiero y respeto mucho me hizo una crítica (que fue más una expresión de deseo) en la cual le hubiese gustado que explorara ese costado oscuro, laberíntico, de viaje. Y la verdad es que no, el viaje personal no es lo que ahora me interesa. Tratar de hacer una canción universal, ese es el desafío.
-¿Y es más difícil?
-Mucho más difícil. Lo universal si es que no incluye a todos, por lo menos a muchos. Lograr hacer algo representativo, auténtico, con lo que yo realmente me sienta identificado pero que a la vez sea para muchos es muchísimo más significativo que el viaje. El viaje es tan raro, que no tiene con que compararse. Una canción, una buena canción, con partes A, B y C se puede comparar con cualquier cosa, de hecho se puede comparar con tantas que puede que pase desapercibida. Y creo que el desafío es hacer algo ahí. Hoy al menos.
-El otro día vi un videíto donde Sting decía que el puente de una canción era sanador. Vos a “Me Quieras” le hiciste dos puentes diferentes, al menos en cuanto a la letra. ¿Sanaste dos veces?
-Sí (risas). Igual noto un sesgo de Sting con respecto a la música nueva. Es el argumento que encuentra para despotricar contra la música nueva. Que es un argumento bastante pobre. No me parece el mejor argumento para dar esa batalla
-Es decir que estás más a favor del puente que de Sting
-Sí. Con todo respeto para Sting.
-Cuando hiciste “Hambre” no existían un montón de cosas, Duki no había llenado Vélez, Bizarrap no tenía un estudio en Miami que es idéntico al del conurbano y Nicki Nicole no había ido al programa más visto de la tv norteamericana. ¿Cómo te llevás con eso y cuánto te condiciona a la hora de hacer algo nuevo?
-Es una buena pregunta… mirá, siempre te importa lo que pasa. Soy músico y tengo que tener una vía de comunicación con lo que está pasando, con lo que está estimulando gente. Así que desapercibido no pasa. Pero de ahí a que impacte en lo mío… ahí disiento con los que piensan que debería impactar. Porque lo mío no toma influencia directa con lo que pasa con un género musical.
-Pero podría. Porque si ves que el público está en un lugar y vos querés llegar a la mayor cantidad de público, podrías hacer algo parecido para conseguirlo.
-Esa es una forma de hacerlo, que no es la mía. A mí lo que me ocupa en todo caso, como autor de canciones, es dar en la tecla de otras cosas que están dando vueltas. Como la ansiedad, como la demanda de amor, por ejemplo, cierto cinismo en el que nos regodeamos, en el que nos protegemos también y esa es la antena que yo tengo que tener prendida. Eso es lo que hace que una canción impacte realmente en alguien, creo yo. Después, lo que suceda o no con Duki no cambia mi forma de escribir o plantear un lanzamiento. La verdad que no. Quiero ser claro, no es que no sepa qué es lo que está pasando en el mundo musical ahora mismo. Pero, ¿debería cambiar lo que hago por la coyuntura de un país que después de muchísimos años vuelve a poner de moda a Gran Hermano? Sinceramente no creo.
–¿Qué te nutre, que te hace escribir?
-Lo que le pasa a la gente. Lo que pasa cuando dos o tres amigos se juntan a hablar. Lo que pasa cuando tres personas se empiezan a nutrir y empiezan a constituir una criatura que no tenían ninguno de los tres. Recién estábamos hablando en off de la entrevista de Tomás Rebord con Luquitas Rodríguez y Guille Aquino. Hay algo que se genera en el diálogo de esa conversación que no existe en otro lugar. Y no solamente aparece belleza sino intercambio de información. Una información muy importante, un termómetro importante. En el sentido de que es un termómetro vivo, aparecen preocupaciones, un humor, un estado de ánimo. Es algo de lo que yo sí o sí no puedo quedar indemne, cuando me encuentro con ese tipo de diálogo siento que estoy abrevando, definitivamente va a pasar a convertirse en una canción o algo.
-A los tres los conocemos por las redes sociales. Hay muchas críticas a las redes, pero evidentemente deben tener algo bueno que las sostiene para que sigamos confluyendo en ellas.
-Sí, yo a esta altura… ya no se puede pensar las redes como algo paralelo a la realidad. Hay todavía una insistencia en hablar de la red social como “está bien pero esto es twitter, flaco”. Como algo que pretende menospreciar la importancia, la valía. “Che yo te insulte pero por twitter, no es lo mismo que en la realidad”. Yo creo que la distopía ya ganó ese partido, las redes sociales son más parte de este mundo que la calle prácticamente. Hay perfiles de twitter que son más reales que las personas que están atrás. Así que hacer análisis separándola de la vida real… ya está. Y obvio que tienen algo de bueno y algo de malo. Como todo. Como, no sé… la salud pública. Igual la salud pública es muy buena, lo comprobé la semana pasada.
-Sacaste un disco en el medio del Macrismo que se llamó “Hambre”, ¿cómo se llamaría tu próximo disco si tuviera que hablar del Albertismo?
-Se llamó Hambre por eso y por el hambre de gloria. Si tuviera que usar otra vez ese doble sentido lo llamaría “Cómplices”. Vos relacionalo con el Arbertismo como quieras.
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