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Pablo Fernández, el rosarino que es récord en la segunda categoría nacional

"Pensé que no era verdad, pero vi que sí y ahí entendí las canas que me están saliendo", bromeó el jugador surgido en las inferiores de Provincial en una nota imperdible con El Hincha

Pica la pelota en Provincial, meca del básquet rosarino durante muchos años, y cientos de pibes corren detrás de la anaranjada, que a esa altura ya había tomado un color oscuro de tanto uso. Es el inicio del recorrido para un montón de chicos, de sueños, en tiempos en los que no había un Ginóbili o un Scola para imitar, apenas se veía algo de NBA por la tele y Milanesio o Campana eran referencia para los que tenían un poco más de cercanía con la incipiente Liga Nacional. El espejo era el club, la camiseta roja de un Provincial exitoso, con referentes propios, experimentados y jóvenes.

Pablo Fernández fue uno de esos niños, y junto con su compañero y amigo Adrián Boccia los líderes de una generación que dejó una huella de buenos fundamentos en el básquet local, aunque claro, desde sus rápidas llegadas a los seleccionados argentinos, el destino les deparó irse de la ciudad cuando todavía eran muy jóvenes y apenas habían dado sus primeros pasos en la máxima categoría rosarina.

Hoy Pablo desanda las últimas temporadas de su carrera, todavía con la seguridad que brinda estar a la altura física y basquetbolística de los jugadores top de la competencia, e incluso ser uno de ese selecto grupo.

En esta temporada el alero de San Isidro de San Francisco se transformó en el jugador con más partidos disputados en la Liga Argentina, segunda categoría nacional, que será para los basquetboleros históricamente el TNA, su antigua e indeleble denominación a pesar de cualquier determinación marketinera.

Con 559 juegos supera a Facundo Brizuela (548), Julián Olmedo (536) y Mario Sepúlveda (526). La marca la logró el 2 de febrero ante Ameghino en esta temporada y desde allí comenzó a agigantar el récord, al que seguramente le quedan varios capítulos más.

“Del primer partido en el TNA en sí no me acuerdo mucho, pero sí recuerdo cómo fue mi llegada a la categoría. Fue en la temporada 2003/04, en la que se me empezó a salir el hombro de lugar y por eso en Central Entrerriano de Gualeguaychú (Liga A) me reemplazaron, por lo que trabajé para fortalecer la zona y tuve varias propuestas para pasar a la segunda categoría. Me decidí por Náutico Hacoaj, que estaba penúltimo. El jefe de equipo era Pablo Borsutzky, quien es hoy periodista en Fox, y el mánager que manejó mi llegada fue Mario Scola, el padre de Luis. El entrenador era Carlos Ballesteros y los jugadores en su mayoría de Capital, más Donald Jones. Fue un torneo bárbaro, porque a pesar de que perdimos los dos primeros partidos después ganamos nueve seguidos, pasamos de pelear por no descender a jugar playoffs. Fue un muy buen grupo. Eran épocas en la que tenías que jugar muy bien para estar en los equipos de elite que peleaban por el ascenso”.

Pablo ya había jugado la máxima categoría también con Belgrano y Regatas, pero comenzó un recorrido en el TNA que lo llevó a ser uno de los jugadores a los que todos deseaban en el inicio del mercado de pases: Echagüe, La Unión de Formosa, Alma de Esperanza, Alvear de Villa Ángela, Huracán de Trelew, Monte Hermoso, Hispano de Río Gallegos e Hindú fueron sus camisetas hasta el presente en San Isidro.

“Nunca pensé en llegar a ser el jugador con más partidos en la categoría. Me lo habían dicho y pensé que no era cierto, pero me pasaron la tabla y era verdad. Ahí entendí las canas que me están saliendo”, bromeó el rosarino.

-Sabés que cuando te felicitan por estos logros después es obligatorio preguntarte por el retiro….

-Me causa gracia porque lo charlé algunas veces con Sebastián Uranga, que dice que cuando llegan los reconocimientos es porque estás más cerca de dejar de jugar. Hoy no lo sé. Me siento bien, con ganas. Tengo 37 años y puedo cumplir con todo lo que me piden los entrenadores; miro para los costados y veo jugadores de mayor edad en las diferentes categorías. Veo también que estoy en buen nivel y que la vida del deportista se extendió. Pero no puedo pronosticar, porque hay ser precavido con las lesiones, los contratos, las necesidades de la familia. Es muy difícil proyectar así que voy torneo a torneo.

-¿Y pensás en jugar cada vez más cerca de Rosario?

-Tengo la suerte de que mi familia me apoya en todo. Si Hindú continuaba en el torneo mis ganas eran de quedarme por la relación de afecto que tengo con el club. No hay nada más lindo que sentirse querido y que el club sienta lo mismo. Pero como no participó, mi prioridad fue jugar cerca de Rosario para que Tiziano (su hijo) arranque la primaria en la ciudad. San Francisco es cerca y San Isidro se armó para ir por todo. Fue muy tentador por la seriedad del club. Ahora, con respecto a lo que viene, mis ganas son similares, jugar cerca, poder estar en mi casa o subirte a un auto y si tengo un día libre llegar rápido a Rosario. Pero depende de ofertas y no de deseos.

-El formato de torneo de la actual Liga Argentina te favorece o te complica.

-Tengo una mezcla con eso. Porque esta bueno tener dos o tres días fijos y que haya más partidos, pero no me gusta jugar por ejemplo un lunes y terminar a la medianoche. Si me gusta competir más y por eso estaría bueno buscar la forma de jugar viernes domingo y algún otro día, buscar unir cositas del TNA viejo con este, que la gente sepa cuándo se juega. Doy otro ejemplo, a veces pasa que tenés que viajar 1.000 kilómetros de regreso y tenés que jugar en tu casa contra un equipo que hace una semana que no juega y llegó antes que vos a tu propia ciudad. Es lo único a lo que hay que buscarle una vuelta.

Pablo Fernández ascendió a la Liga A con La Unión de Formosa y con Hispano Americano de Río Gallegos, elencos con los que llegó a lo más alto de la categoría y que fueron reconocidos a nivel nacional por su gran tarea esas temporadas, pero también escogió algunos que si bien no lograron el objetivo le dejaron un buen recuerdo: “Mi primera temporada en Hindú recuerdo que fue inolvidable. Gran mérito del DT Jerónimo Trezza y de la dirigencia en retener a Moya, Jones, Coronel y Paletta. Me sumé yo y creo que perdimos sólo 7 partidos en la temporada. También fue muy bueno con Echagüe dirigidos por Seba Uranga, que se volvió a llenar el Butta; y con Alvear de Villa Ángela, que llegamos a jugar un repechaje por el ascenso”.

Y reflexiona: “Es difícil ascender pero también se logran otras cosas que te marcan. Rescato que todos los entrenadores que tuve me volvieron a llamar para contratarme, y los clubes también. Eso y el face to face con los compañeros son el valor más grande en una carrera”.

Claro que Rosario está siempre en su cabeza y por eso cuando se priorizó jugar el torneo provincial sólo con basquetbolistas locales quizás le haya dolido. Hoy, a casi un año, explica sus sentimientos: “No me molesta que no me llamen, porque respeto la determinación de los entrenadores, y no tiene nada de malo. Lo que no me gustó fue que no se pueda mantener el trabajo organizado que se hizo el año que salimos campeones en Santa Fe, con una preparación bárbara, entrenamientos organizados en un estadio fijo, cancha limpia, ropa para entrenar, agua, las cosas esenciales. Me encanta participar y siempre que me llamaron respondí, pero entiendo que si no se pude contar con las cosas básicas me transformo en un rompepelotas porque siempre quiero que se mejore. Yo tampoco me llamaría”.

“A mí me interesa mucho y me importa el básquet de Rosario en lo deportivo, no en lo político. Charlé con Marcelo Turcato (presidente de la Rosarina) después del torneo, quedamos en hablar, y le dije que la idea es colaborar de manera desinteresada en todo lo que se necesite”.

 

-Volvés en el tiempo ¿Qué te acordás de esos inicios en Provincial?

-Provincial tenía sentido de pertenencia por la primera. En eso hubo mucho mérito de Quique Lancelotti que es un crack. Burelli y Ténembaum también, muy apasionados por lo que hacían y te inculcaban que la primera de Provincial venía antes que la NBA o la Liga. Apenas empecé a jugar estaban los jugadores de la Liga y después cuando era un poco más grande miraba a Olivier, Farhat, el Chino Gallardo, Robledo e incluso mis amigos un poco más grandes que ya estaban ahí. Uno era hincha y quería estar ahí aunque sea de planillero. Creo que con mi categoría desde mini a juvenil perdimos nada más que tres partidos.

Adrián Boccia, Nahuel Garré y Julio Nogueiras eran algunos de los compañeros de Pablo Fernández en ese equipo. Y la charla se cierra con otro deseo, otra ilusión que conmoverá al Rojo: “Quién dice que se pueda hacer algo en Provincial. Hay mucha gente que lo siente así y tal vez algún día nos juntemos todos. Hay varios que tienen ganas”.

Las canas están, pero el cuerpo responde y hay ganas de seguir haciendo historia en la tabla de partidos disputados, aunque cada vez más cerca de su casa.

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