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Padre Fabián Belay: «Hoy ya vemos consumiendo droga a chicos de tan solo ocho años»

Organizaciones e instituciones civiles nucleadas en el Foro de Adicciones harán este jueves una nueva marcha bajo el lema Ni Un Pibe Menos por las Drogas. Desde la Pastoral contra la Drogadependencia denunciaron que la problemática atraviesa a todas las clases sociales

Este jueves a las 15 hs concentran en la Plaza Montenegro -San Luis y San Martín- organizaciones sociales e instituciones sociales y civiles nucleadas en el Foro de Adicciones en una nueva marcha bajo el lema Ni Un Pibe Menos por las Drogas. Se trata de espacios que buscan distintas estrategias para abordar el consumo problemático de sustancias que afecta a personas de todas las clases sociales y de todas las edades a lo largo y ancho de Rosario. Realizarán una marcha hasta el Monumento Nacional a la Bandera donde leerán un comunicado y compartirán “las riquezas y todo lo bueno que hacen tantos jóvenes que todos los días luchan para salir adelante, que tienen un proyecto”, puntualizó a este medio Fabián Belay integrante de la Pastoral contra la Drogadependencia del Arzobispado de Rosario.

El referente local planteó un primer punto que consideran urgente de atender: “Hacemos un llamado a toda la política, necesitamos que el tema de los consumos problemáticos y adicciones sea asumido por toda la política y que no se convierta en un tema más de la grieta”.

Además, consideró que se trata de un asunto que “no se puede reducir a una gestión, para que sea política pública hay que pensar a largo plazo y se necesita de los oficialismos y la oposición para planificar y generar esas políticas porque lo que está enfrente es algo muy poderoso”.

Para Belay, en Rosario crece día a día el poder de influencia de las organizaciones narcocriminales y esto se traduce también en la temática de la que se ocupan.

Pedimos que el Estado pueda generar en la juventud la posibilidad de acceso al estudio, trabajo y vivienda, que justamente no siempre están presentes en la vida de muchos jóvenes y esto se vuelve un caldo de cultivo”.

Además, recordó que muchas veces el propio sistema de salud “es expulsivo o apático al punto de que muchas personas a veces van y no son recibidas ni acompañadas”. Por esto exigen que se revierta la situación de forma urgente.

Otro punto que destacó es que las organizaciones sociales y las instituciones civiles y religiosas que se ocupan de estos temas sean parte de las mesas de trabajo donde se planifican y ejecutan políticas públicas. “Muchas veces se bajan políticas que son copiadas del primer mundo pero no tienen nada que ver con la realidad que estamos viviendo. Por el recorrido que ya tenemos, necesitamos ser parte”, sostuvo.

Con respecto al estado de situación en la ciudad, Belay compartió con El Ciudadano su mirada sobre lo que ocurre: “Hoy vemos chicos muy chicos consumiendo, de tan solo ocho, nueve o diez años. También vemos muchos adolescentes que fueron tomados por el sistema como parte de la estructura delictiva y vemos que lo que se está consumiendo hoy en menos tiempo produce mayor deterioro. No hay estudios sobre este tema y los necesitamos”.

En este sentido, consideró relevante que la Universidad Nacional de Rosario -UNR- participe en la elaboración de datos: “Tenemos una facultad de Estadística en la ciudad. Tal vez la universidad podría poner al servicio de la comunidad la estructura académica para relevar datos sobre lo que pasa en nuestros barrios. El tema de la pobreza, educación, consumos problemáticos, qué tipos de consumos hay y las consecuencias que ya se están dando en esta tercera o cuarta generación. No hay registros de las consecuencias clínicas, biológicas, neurológicas ni sociales. Tenemos una universidad que tal vez podría generar este tipo de aporte”.

Sobre este punto, Camila Bettanin, presidenta de la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones -Aprecod-, habló con El Ciudadano y compartió que en el informe del próximo trimestre -julio, agosto y septiembre- de la Encuesta Permanente de Hogares que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Censos se incluirán preguntas que tienen que ver con este tema.

“Se relevarán datos sobre el consumo de sustancias psicoactivas. Están los índices clásicos acerca de la incidencia, edad, prevalencia e índices nuevos como ver el contexto en que se consume, con quién, las prácticas de cuidados, riesgos, representaciones sociales”, señaló Bettanin.

Si bien no se podrán establecer comparaciones porque se suman estos ítems son datos preliminares que permitirán conocer mejor la situación que atraviesa el país en este sentido -se relevan 42 mil viviendas a lo largo de 300 localidades por todo el país- “será un buen pantallazo y son buenos datos para generar políticas públicas acorde”.

Por su parte, Belay planteó que Aprecod es el organismo con el que tienen un diálogo permanente por lo menos una vez al mes. Está bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia.

Sin embargo, resaltó que no tienen la misma vinculación con la gestión municipal con la que desde el Foro intentaron coordinar encuentros al inicio del mandato pero no recibieron respuestas.

Belay coincidió con Bettanin en dos puntos: el consumo problemático de sustancias se da en todas las clases sociales, por ende en todos los distritos de la ciudad, y la pandemia vino a agudizar la situación que ya era grave previo a la crisis sanitaria.

En este sentido, por las medidas de restricción que impedían los encuentros multitudinarios y hasta la salida de las propias casas, lugares como escuelas, centros comunitarios, clubes e iglesias no pudieron cumplir con un rol que muchas veces tienen: de contención.

Esa ausencia tuvo múltiples efectos, entre los cuales está el del aumento y el agravamiento del consumo de sustancias. “Además, cuando el Estado se ausenta aparecen otros protagonistas que de algún modo también acaparan ese lugar”, señaló Belay.

“Otra consecuencia es la falta de un proyecto de vida: es una consecuencia muy fuerte y muy profunda y tiene que ver con que hoy tenés chicos que no ven en la escuela un camino para realizar un proyecto de vida, no lo ven tampoco en lo laboral porque están atravesados por la marginalidad, por un sistema que lamentablemente arrasó con la cultura de trabajo. Que arrasó también con la posibilidad de ascenso social entonces hoy muchos ven la posibilidad de ese ascenso en el narcotráfico”.

Finalmente, el referente de la pastoral se refirió al trabajo con otras organizaciones. En particular con espacios feministas, a partir de la “polémica” suscitada la semana pasada cuando la Provincia anunció un acuerdo firmado con la Fundación Padre Ignacio para llevar adelante el Programa 1000 Días y el Comité Feminista de la ciudad expresó su repudio.

Consultado por este asunto, primero respondió: “Me da la sensación de que a veces le hablan a la iglesia del siglo XIX. Primero me parece que así como todo ha evolucionado también la iglesia. Hay un fuerte compromiso en el día a día en la vida comunitaria, creo que eso es indiscutible”.

En este sentido se enfocó en esta idea: construir redes y trabajar en conjunto todos los días por personas concretas. En ese plano, consideró, no hay diferencia lo suficientemente importante: “Donde todo está desmembrado, donde falta una mirada comunitaria, donde está la ley de salvarse a sí mismo y de mirar el propio beneficio, el gran desafío es cómo construimos redes positivas porque las redes negativas ya están. Me parece que hoy las dialécticas fundamentalistas pasaron de moda, necesitamos una mirada de encuentro y diálogo que apunte más a la fraternidad”.

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