Por Juan Rapacioli / Télam
«Me interesaba contar cómo las personas construimos lógicas pasionales que nos conducen a lugares insólitos y que posiblemente en algún momento de la vida suceda algo que nos haga dar cuenta que todo eso no sirvió para nada», dijo Fito Páez sobre «La puta diabla», la primera novela del músico argentino, presentada el lunes en la Biblioteca Nacional.
«Hay una idea en la novela que me interesa mucho como motor a través de todos estos años con los amigos, los hijos, los plomos en los escenarios, las mujeres, con todo este revolcón que es la vida», expresó Páez ante la colmada sala Borges de la Biblioteca Nacional, en una mesa donde lo acompañaron el escritor Martín Rodríguez; el director de Mansalva, Francisco Garamona y el director de la institución, Horacio González.
«Es la idea de la máscara: cómo las personas somos muchas personas -señaló el artista-. Y cómo ese lugar, en vez de ser tomado con angustia, puede ser absolutamente divertido y vital».
Páez afirmó: «ese lugar puede ayudarnos a encontrarle el humor a lo que no lo tiene. Es una suerte de espacio que he intentado poner en escena todos estos años. Y la novela habla profundamente de eso: todos somos especiales, cada gesto es importante, todo es acción y espectáculo a la vez, sin que eso implique una herida sobre la pureza».
«Todo es espectáculo porque no sabemos cómo llegamos hasta acá. Pero los hechos en los corazones suceden de verdad, las cosas pasan y nos duelen, sufrimos, y después montamos la novela o la canción o lo que sea, no tiene que ser una obra de arte, puede ser cualquier cosa», sostuvo el autor de clásicos del rock argentino como «Dos días en la vida», «Ciudad de pobres corazones» o «El amor después del amor».
El artista apuntó: «al texto lo pueden llamar autobiográfico, pero yo tengo la posibilidad de mirar desde afuera, reírme, y pensar que los volví a engañar. Porque Félix Ure, el protagonista, es una suma de muchos personajes que adoro, recuerdo que por momentos pensaba en Cassavetes, en Alberto Ure, en Charly, todos me ayudaron a construir este personaje».
En la novela, publicada por Mansalva, Félix Ure es un cineasta y músico reconocido, que vive sus años de fama de forma frenética, sujeto a emociones intensas y muchos excesos de la vida en la gran ciudad, pero que en su madurez encuentra una nueva forma de reconciliación con el amor y busca desesperadamente generar un vinculo afectivo que sobreviva a los acelerados tiempos modernos.
«La novela necesitaba un personaje de esta naturaleza para poder contar el drama de una caída pasional. Me interesaba contar cómo las personas construimos lógicas pasionales que nos conducen a lugares insólitos y que posiblemente en algún momento de la vida suceda algo que nos haga dar cuenta que todo eso no sirvió para nada, que fue absurdo, y que todo estaba en un rinconcito de tierra con alguien que te abraza», expresó Páez.
Por su parte, González apuntó: «la novela de Fito tiene un aspecto que no es excesivo llamar religioso. Trata de cuestiones amorosas, en donde el amor está en éxtasis y al mismo tiempo en autodestrucción permanente. Hay un hilo que la recorre que es una suerte que pregunta sobre el amor místico».
«Tiene un problema a resolver que se puede situar entre los más tremendos que puede encarar un novelista y, a su vez, no deja de tener el eco de todas sus canciones. Si uno se pregunta qué estaba haciendo Fito durante los últimos 30 años, era también escribiendo esta novela», dijo el director de la Biblioteca Nacional.
Y sostuvo: «es una novela que tiene una desgarradora proposición en torno al amor, siempre se está en éxtasis y siempre al borde de la caída. Hay una circulación permanente de personajes que están dispuestos a llegar a las últimas consecuencias en torno al amor. Es un pregunta tremenda la que hace Fito: ¿es posible llegar al límite sin destruirse?».
El escritor Martín Rodríguez, a su turno, dijo: «creo que es una novela que está escrita por la necesidad, si pensamos que uno escribe por necesidad o por goce, acá hay algo de necesidad de verdad, que no excluye el goce. Pero cuando la leés te das cuenta que está escrita por alguien que necesitaba decir algo y que sólo lo podía escribir».
«En algún sentido, esta novela es el Evangelio de Páez -sostuvo el poeta-. Porque, para todos los que escuchamos sus canciones, se ubica en el centro y ordena todo su drama. Además, los que leemos el Evangelio con la idea de la liberación, sabemos que es un lugar lleno de putas».
Por su parte, Garamona contó: «nos fuimos metiendo en el libro con un frenesí y una alegría enormes. Es una novela muy rara, algo mestiza, tiene la frescura de la novedad mezclada con la experiencia».
«Hay algo de los primeros libros, donde se escribe para el mundo y contra el mundo. Lo leí con mucha adrenalina, alucinado, como si fuera un gran secreto. Es una novela que en algún punto remite a nuestro sagrado siglo XIX», definió el editor. (Télam).-