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Países europeos anuncian nuevas restricciones para frenar la segunda ola de coronavirus

Pasado el verano boreal, recrudeció el rebrote de covid-19, por lo que naciones como Francia, Alemania y Bélgica, entre otras, volvieron a decretar limitaciones al contacto social. El objetivo esta vez es estar preparados, evitar el colapso sanitario y bajar la letalidad de la mortalidad

Europa vive su propio déjà vu con el covid-19. Y más allá de las diferencias ideológicas entre los gobierno de uno y otro país del bloque, parece haber una respuesta homogénea: actuar temprano para evitar otro colapso sanitario, que sería una remake de la película de terror que se inició en China y que atravesó el planeta, con un capítulo importante en el Viejo Continente. Así, se acaban de anunciar restricciones en Francia, repitiendo lo que ya hizo Alemania. Bélgica, España, Reino Unido e Italia, también toman medidas urgentes.

Hasta el mes pasado todo parecía controlado, con contagios cercanos a cero en casi todos los países. Pero pasado el verano comenzaron los rebrotes, cuando ya se habían reiniciado las clases presenciales en las escuelas y facultades, cuando la actividad había vuelto a ser prácticamente normal, con barbijos y protocolos que no todos respetaron. En este marco, se deciden limitaciones al contacto social, para controlar la curva de infecciones y lograr que el índice de letalidad del covid mantenga la tendencia de estas semanas, que es mucho menor al que tuvo en la primera parte del año.

En diálogo con El Ciudadano, varias de las voces que ya dieron su testimonio para el libro “Pandemia”, actualizaron el panorama en la tarde de este miércoles.

 

Desde Bélgica

Marta Scarpato es una profesora argentina que debió exiliarse durante la última dictadura militar. Vivió en México a fines de los ‘70, donde militó con algunos de los actuales funcionarios del gobierno de López Obrador y luego de volver a la Argentina, con el retorno de la democracia, se mudó a Bélgica. Vive allí hace varias décadas pero está en permanente conexión con lo que pasa en la Argentina. De hecho, representa a la CTA en la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Desde Bruselas, con preocupación, envía un mensaje de WhatsApp en la tarde del miércoles: “Confirmado. Estamos entrando aquí a una segunda ola del virus. Decretaron toque de queda nocturno en las principales ciudades, de 1 a 6 de la mañana. Para salir habrá que tener un motivo válido. Todos los hospitales tienen que reservar un 25% de sus camas de terapia intensiva para enfermos de coronavirus”.

Scarpato amplía en otro mensaje: “Las ciudades universitarias están teniendo altos niveles de contagio. Estoy viendo por televisión lo de Francia. Allí el toque de queda empezará aún más temprano, a las 9 de la noche en ciudades como París, Marsella, Lille. Grenoble y Lyon a partir de esa hora cerrará todo: bares, restaurantes, teatros y cine. Eso, por un mes. ¿Cómo era que lo decía Macri cuando llegó a la capital francesa, que se podía respirar un “aire de libertad”? Bueno, que opine ahora sobre lo que está anunciando Macron ahora mismo en la TV. Están hablando de medidas de contención similares a las adoptadas en Argentina, como un seguro de desempleo para los que tengan problemas laborales por el confinamiento. Pero aquí no se habla de «infectadura». Se entiende que es el paso necesario para cuidar a la población”.

 

Desde Alemania

La periodista Verónica Marchiaro, vía Berlín, explica en mensaje a El Ciudadano: “Aquí estamos en la segunda ola. La capital ha sido declarada zona de riesgo. Los ciudadanos de aquí no podemos viajar a otras partes del país donde no haya circulación comunitaria. Y si a alguien se le ocurre ir de viaje, se le cobra una multa de diez mil euros. Hemos tenido hoy 700 casos en la ciudad. Desde la 23 cierran todas las actividades para impedir que la gente circule y se reproduzcan los contagios. En las casas, no puede haber encuentros que no sean familiares”.

Oriunda de la localidad santafesina de San Guillermo, la periodista vive hace más de veinte años en Alemania, donde trabaja para la Deutsche Welle. “En Berlín estamos ahora en dos semanas de vacaciones otoñales en los colegios. A mis hijos ya les dieron tarea adelantada porque se supone que al regresar puede haber restricción para cursar en las aulas. Allí, en la escuela, el método que se aplicó es que cuando aparece un contagio se pone en cuarentena a ese curso y el resto de la institución sigue de clases. Eso hasta ahora, aunque veremos qué pasa si se complica. Lo que diferencia a este rebrote de lo que pasó en marzo, es que la población contagiada es en su mayoría jóvenes y por ende, la letalidad es mucho menor”, agrega.

 

Desde Francia

Ester Stekelberg, periodista rosarina que hace más de diez años vive en Yerville, Francia, brinda su reporte apenas finalizado el anuncio televisivo del presidente Emmanuele Macron: “La palabra que se dijo es «toque de queda». Será desde las 9 de la noche hasta las 6 de mañana, por cuatro o seis meses. Estará vigente en París y en ocho grandes regiones. Se suspenden todas las actividades y para circular habrá que tener un permiso esencial, priorizando a los trabajadores del servicio sanitario. Las multas van desde 135 hasta, si se es reincidente, los 4.500 euros. Los médicos expresaron enseguida su beneplácito con esta medida. Se necesita aislar para evitar un nuevo colapso”.

Stekelberg aclara luego que la política sanitaria previa a la pandemia de Macron había estado signada por la destrucción de la salud pública y por los ajustes. Esa fue una de las razones centrales para la altísima cantidad de víctimas fatales que hubo en la primera parte del año. El gobierno francés parece haber aprendido la lección. “En cuanto al funcionamiento hospitalario, se inició el 8 de octubre un sistema denominado Plan Blanco, que implica postergar todas las cirugías no urgentes. En materia económica, habrá asistencia a los trabajadores para evitar despidos masivos, fondos de ayuda, préstamos del Estado con énfasis en las pyme. A los bares y restaurantes se los cuidará mucho, aunque sus propietarios están muy alterados, salen por los medios a cuestionar que se llega a esto por no haber tomado medidas antes y ahora ellos tienen que pagar los «platos rotos». Viendo lo que pasa hoy en la Argentina, puedo decir que acá pasó algo parecido. Hubo una relajación muy clara, sobre todo en los más jóvenes. Y la mascarilla, por ejemplo, era obligatoria en las aulas, pero no en los bares de las facultades, donde podías ver grupos de más de seis personas sin protección alguna”, concluyó.

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