“La poesía es un arma forzada que cuando da en el blanco aísla toda posibilidad de morir”. La descripción pertenece a Leonardo Salinas, preso en la Unidad Penitenciaria Nº 3 de Rosario, la conocida cárcel de Zeballos 2951, y uno de los alumnos de la escritora Susana Valenti, quien hace diez años coordina un taller de poesía en la cárcel, “Historial de soledades”. Precisamente fue por la jornada “Poesía en la cárcel” que Leonardo se paró ante poetas de todo el mundo, ante sus propios compañeros, y recitó sus palabras. No fue el único, sino un eslabón más en ese día de intercambio entre escritores nacionales, extranjeros e internos de esta prisión y de la de Piñero. La reunión, que se realizó ayer, formó parte de las actividades del Festival Internacional de Poesía, que actualmente se lleva adelante en Rosario.
Desde afuera,la Unidad Nº 3 asusta. Parece de otra época, mucho más oscura y siniestra que lo que transcurre a su alrededor. Las paredes, vistas desde la calle, no dicen nada lindo, más bien transmiten sensación de abandono. Por dentro no es mucho más lindo, pero ahí sí las paredes hablan. Escrito en aerosol, puede leerse: “Jamás podrán encerrar mis pensamientos”; “Todo se puede bailar”; “No estamos en otro planeta pero estamos en otro mundo”. Las paredes, dicen allí, también escuchan. Y ayer mismo pudieron darse un buen gusto: no sólo el de escuchar a quienes todos los días viven ahí, sino también a los que vinieron de otras provincias, otros países y otros continentes a leer y conocer ese otro mundo que esconde la ciudad.
Por quinta vez, en el marco del Festival Internacional de Poesía, poetas de todos lados se acercaron a intercambiar palabras y experiencias con los que no pueden disfrutarlos de otras maneras. En ese sentido, Susana Valenti, coordinadora del taller desde 2001, distinguió que tantas personas “acepten venir a un lugar de clausura”.
Primero, fue el turno de lectura “de los de afuera”. Hombres y mujeres de Córdoba, Entre Ríos, Sunchales, Buenos Aires, Comodoro Rivadavia, Guatemala, Chile, Estados Unidos y Francia se pararon al frente y eligieron de sus propios poemas para leer, y hasta en sus propios idiomas. Porque, cabe destacar, la lectura no fue sólo en español, sino que muchos decidieron hacerlo, primero, en lengua maya, mapuche, inglés y francés.
Pero los más aplaudidos y vitoreados fueron los del lugar. Ellos, los detenidos, eran las verdaderas estrellas y sus propios compañeros fueron los que se encargaron de ponerles el título. La poesía de ellos trató más de volar sobre los muros, del miedo y la noche. “Empecé a escribir acá, detenido. Es una manera de salir de acá adentro, de estar en un campo, en una ciudad, de estar en otro lado del mundo con la imaginación. Eso te lleva a volcarlo en una hoja”, explicó Ariel Maschio. Es la segunda vez que participa del festival, aunque desde 2007 forma parte del taller. “Estoy orgulloso de que haya venido gente de todo el mundo a visitarnos. Lo que nos unió fue la palabra, fue la poesía. Es algo muy lindo que no se ve nunca”. Según contó, pocas veces tuvo la posibilidad de sacar sus poemas afuera. Esta fue una manera, otra, mostrándole a su familia. “Se ponen contentos, porque nunca pensaron que iba a escribir un poema. Y yo tampoco lo pensaba de mí, lo aprendí acá adentro”, describió.
Maxi, por su parte, contó que escribe desde hace mucho, aunque hace poco forma parte del taller. Tiene 26 años y viajó desde la cárcel de Piñero para poder leer una de sus poesías. “Es la primera vez que vengo a un festival y que leo en público algo que yo escribí. Y sí, un poco nervioso estaba. Me sentí cómodo cuando empecé a entrar en el poema, meterme en lo que estaba leyendo”. Su poesía habla de “soldaditos de plomo” que también están presos, de otra manera, no desde la cárcel; habla, también, de “traspasar el hormigón con el lápiz”. Y es que, para Maximiliano, el poema, el arte en sí, “a uno lo hace traspasar los límites”. Y es algo de lo que estoy aprendiendo, y que voy a seguir aprendiendo, porque no por estar libre voy a aprender más o menos, definió”.
El taller de poesía “Historial de soledades” es un proyecto coordinado por la escritora Susana Valenti, que desde 2001 se desarrolla en la Unidad Penitenciaria Nº 3 de Rosario y actualmente depende del Ministerio de Seguridad, Ministerio de Educación y Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe. Se han publicado tres antologías: “Entre la oscuridad y la valentía” (2002), “Condición circular” (2003), “A centímetros del día” (2005) En 2007, 2008, 2009 y 2010 el taller ya había recibido la visita de poetas nacionales y extranjeros en el marco del Festival Internacional de Poesía de Rosario.