Desde chica, Natalia Canteros encontró en la escritura su forma de expresión. Con el tiempo, la formoseña actualmente radicada en Buenos Aires, fue dando vida a Nina León, la poeta que este jueves llega a Rosario para presentar su primer libro: Puta poeta. Tenía 29 años cuando el verso llegó a su vida en un taller y empezó a sacar a la luz los relatos eróticos que guardaba para ella. Fue el profe Juan Sklar y el hecho de comenzar a ejercer el trabajo sexual lo que la animó a dejar de ser “tibia” y a usar las palabras que verdaderamente quería usar. Con el tiempo, dejó de manejar la poesía de manera instintiva o sonora, adquiriendo herramientas y entendiendo a su trabajo literario como un complemento a su militancia en AMMAR, la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina. “Fue un hacerme cargo que desde la escritura podía conmover y visibilizar cuestiones que tenían que ver con nuestro trabajo”, dijo.
“Son espacios en los que tengo que ser responsable y plantear cuestiones que tengan que ver con el trabajo sexual, porque la militancia literaria es una forma de militar y porque entiendo que todavía hay muchísima desinformación dentro de la cultura que sigue creyendo que la trata de personas es lo mismo que el trabajo sexual”, lanzó la poeta en una extensa charla con El Ciudadano.
Nina es madre, poeta, tallerista. “Hay toda una porción de la sociedad que sigue subestimando la vida de las trabajadoras sexuales como si sólo nos dedicáramos a eso y que el resto de los espacios de nuestras vidas, que tienen que ver con la maternidad o el hacer o formarnos en otras cosas, no estuviera”, analizó.
“Es importante que veamos nuestras capacidades dentro de las infinitas dimensiones que tiene el arte, que los ocupemos y que podamos también desarrollarlo sin temor y entendiendo que tenemos un montón de información para difundir sobre el trabajo sexual y que el arte tiene un plus porque, más allá del discurso, genera una conmoción directa. La música, la poesía o el baile te conmueven y ahí podemos ocupar un rol determinante. Tenemos a mano esas herramientas para poder contar nuestras vidas y nuestras luchas porque no da igual la tibieza de una persona que no sabe porque necesitamos tener una Ley de Trabajo Sexual y que aparte de la ley, que tiene que ver con despenalizar el trabajo sexual y acceder a los derechos laborales, también está la batalla cultural, y el arte es fundamental en ese sentido”, lanzó, clara y certera.
“Antes de ejercer el trabajo sexual yo ya venía sacando algunos textos eróticos, pero más para mí. No dejaban de ser tibios. No tenían las palabras firmes que yo quería. Había una tibieza de no animarme a mencionar determinadas cuestiones, por temor, por tibieza. Fue el trabajo sexual lo que me dio el empujón absoluto para poder plasmar en palabras un montón de situaciones, incluso mencionar las palabras que quería; empecé a cortar situaciones que se daban en el trabajo sexual o que acontecían a partir de eso. Ahí como que se fueron complementando el erotismo, la escritura y el trabajo sexual empujándome todo el tiempo”.
Nina es militante de AMMAR y su animarse no se separa de esa militancia y de la última ola de los feminismos que empezó a disputar espacios. “Me tocó llegar al sindicato de trabajadoras sexuales en el momento pleno de recuperar espacios. En un momento clave donde se estaba debatiendo mucho el retorno a ocupar espacios que se habían dejado por hartazgo o porque estaban ocupados por académicas que imponían cómo teníamos que vivir, opinaban sobre nuestras problemáticas y planteaban agendas sin contemplar nuestras voces. Todo eso fue empujándome a animarme a escribir desde mi lugar, a ocupar ese espacio desde la literatura”, confesó.
“Los espacios no se relegan y no se pide permiso tampoco para ocuparlos. Entendimos que nos pertenecía porque en nuestro día a día éramos feministas, pero en ese momento pensamos que el reconocimiento tenía que venir desde afuera, después entendimos que bastaba con que una sola de nosotras se reconociera y empezara a contagiar a las demás. Eso fue lo que fue sucediendo y en 2015 se popularizo mucho el feminismo y muchos colectivos que habían sido relegados empezaron a fortalecerse y a pensar de la misma manera que pensábamos en AMAR, copar los lugares”, explicó.
Copar espacios, expandir derechos, romper con prejuicios, el arte bien entendido tiene que ver con eso. “Creo que en el plano cultural hay un terreno muy fértil para trabajar. Si bien hay mucho trabajo en lo que tiene que ver con lo erótico, lo que se refiere al trabajo sexual no está muy abordado. Me ha pasado de ir a espacios en los que se trabaja el arte erótico o la poesía erótica pero cuando ven que soy una trabajadora sexual y que el contenido puede venir por ahí cierran las puertas porque: «Ahí ya estamos hablando de una víctima, ¿no?». Entonces para mí es un desafío enorme ir ocupando esos lugares para desestigmatizar; a Puta poeta lo tomo como un espacio en el cual plantear las problemáticas del trabajo sexual e incluso compartir la mirada que tengo, que es muy similar a la que tenemos la mayoría de les compañeres que militamos en el sindicato”, dijo.
Y agregó: “Empecé a entender que no es solamente ir a mencionar poemas relacionados a lo sexual, a lo genital o no, o cosas que tengan que ver con lo erótico, sino que son espacios en los que tengo que ser responsable y plantear cuestiones que tengan que ver con el trabajo sexual, porque todavía hay muchísima desinformación”.
El libro
Puta poeta reúne 33 escritos alrededor de los tópicos de la vida de Nina: la militancia, el amor, la maternidad y el trabajo sexual. El prólogo está escrito por Juan Sklar, autor de Los catorce cuadernos y Nunca llegamos a la India. “Fue mi mentor, mi impulsor. Me ayudó mucho a desenvolver mi escritura, a animarme. Uno de los primeros en putearme por la tibieza que tenía al principio. La verdad que me dio muchísimas herramientas para animarme a escribir y decir un montón de cosas cuando arranqué, que estaba justo en un proceso de separación, de un montón de violencias de género de las que no me había rescatado antes. La escritura se transformó en una fuente canalizadora fundamental. Siempre fue y sigue siendo un poco eso desde chiquita. Juan estuvo muy presente en ese proceso, en un taller, y obviamente que me parecía muy lindo que fuera el quién escribiera el prólogo. Él es perfecto para trabajar esas cosas vulnerables que no te animas a sacar”, contó.
Con Flor, en Rosario
La presentación del libro en la ciudad surgió un poco de casualidad, Nina venía, habló con la actriz, conductora radial y militante feminista Lala Brillos, le recomendaron a Flor Croci y se armó. “Se dio todo muy rápido. No quería hacerlo sola y todo el equipo estaba entre Caba y Córdoba, no daban los tiempos ni la plata para poder convocar a todes. Se me ocurrió hablar con alguna artista de allá para también articular con el arte local que me gusta. Ahí salió el nombre de Flor, que estaba con fechas, pero de una me dijo que sí. Le mande el material, ya está trabajando y armamos la velada entre las dos como algo íntimo”, adelantó. Y agregó: “Vamos a compartir un momento, un espacio para visibilizar y concientizar y para divertirnos también. Después de haber pasado un año tan heavy metal me parece súper necesario encontrarnos en un espacio y sacarnos sonrisas. Me divierte mucho eso, compartir y reírnos un rato y que la gente se vaya con más alivio del que tenía cuando llego”.
Para agendar
Nina León presentará Puta poeta junto a Flor Croci este jueves, a partir de las 21.30, en el Ateneo Cultural Néstor Kirchner (Bulevar Oroño 2886). Las entradas están a la venta en ninaleonescritora.com