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Palo Maya hace escuela de básquet y pertenencia: «Para mí, Libertad es todo»

El histórico ex jugador y entrenador del club esta dedicado desde hace ya varias décadas al trabajo con los más chicos. Una vida de amor por la institución y la formación de jugadores y personas

La mirada del redactor es totalmente subjetiva, tendenciosa y, si se quiere, injusta para muchos. Pero si de unir imágenes y sentimientos se trata, para quien suscribe Libertad es Palo Maya y Palo Maya es Libertad. Imposible separarlos o hablar de uno sin el otro y por eso el festejo del Celeste también es el de Osvaldo, aunque es difícil que alguien lo llame por su nombre en todo el barrio.

Maya es sinónimo de Libertad y también de básquet, forma parte de un grupo de apellidos que hizo historia en la institución e incluso la trascendió, como el de Burelli, Burgos u Oroño, por nombrar sólo a algunos. Pero también tuvo, tiene y tendrá una función que es amalgamar generaciones, captar y enseñar a chicos que mañana tal vez serán jugadores de básquet o sean dirigentes, pero que aprenderán a amar sus colores, a disfrutar estar con sus amigos, o a entender, según cuenta Palo “que la gaseosa es más rica si la tomás en el club o que el asado siempre es mejor si se hace en la parrilla del club con los amigos”.

Y lo primero que hace Palo es recordar que el viernes se realizará la caravana por los festejos por los 100 años de la institución, que se iniciará en el club y recorrerá el barrio, pero que también todos los chicos están invitados a ir durante la semana a dejar sus dibujos pegados en la fachada del club en una forma de decorarlo para el centenario, y que también están en venta las camisetas para la ocasión.

Su vida es recorrer los metros que separan su casa del club, su hogar de su segunda casa. A esta altura ya son prácticamente lo mismo, aunque en el último tiempo la obligación y la lógica de cuidarse le impide estar en las actividades diarias permitidas en la institución.

“Libertad para mí es todo. Mi papá fue un campeón, porque me trajo a los seis años a Libertad y a jugar al básquet y fue la mejor decisión que pudo haber tomado. Tuve la suerte de ser jugador, de ser campeón en el 71 con Burelli y en el 73 con Burgos  y puedo decir que dirigí en todas las categorías. Ya son 40 años como entrenador o coordinador en el básquet del club, con enormes alegrías como esas del 71 de local o la del 73 en cancha de Provincial”, cuenta Palo, emblema del amor a la camiseta no sólo por los logros, sino por la búsqueda de hacer más grande a la institución a través de las personas: “La parte más importante es la motivación para que los chicos lleguen al club y para que lo hagan sus familias, porque es muy importante el aspecto social, la participación de los padres, que van aprendiendo y son los fututos dirigentes y permanente colaboradores. Porque todo el esfuerzo en hacer rifas, vender pollos y cientos de actividades después te da la alegría de poder comprar un juego de camisetas o de realizar un viaje. Y así sucede en todas las disciplinas del club”.

Y cuenta cómo es la búsqueda de los chicos: “Libertad es un club de barrio grande, tenemos la suerte de estar en una zona con mucha gente y que también a la colonia del club vienen muchísimos chicos y chicas. Por eso siempre el caudal de pibes es enorme, pero todos los profes difunden su actividad, los invitan a conocer la disciplina, a entrenar y ver si les gusta. Yo todavía hoy tengo la motivación de invitarlos, repartir folletos, no me da vergüenza a esta edad hacerlo. Me acuerdo que una época que dirigí en Sportivo Constitución sin darme cuenta le llené de folletos la casa al presidente de Libertad (risas)”.

“Todas las disciplinas lo hacen y en Libertad hay de todo para aprender y practicar. El Futsal tiene un enorme crecimiento, ayudó a llevar a muchos chicos a varias instituciones de la ciudad que estaban con poca actividad. Es increíble la gran cantidad de chicos y chicas en vóley, gimnasia deportiva, patín y muchas otras”, explica Palo, que no compite sino que suma ideas ayuda a retroalimentar la actividad deportiva del club.

Hoy Palo está atado por las circunstancias a no salir demasiado de casa y extraña al club. “Me gusta recorrer el club, felicitar a los padres, charlar con los profes. Salvo en estos momentos o por algún viaje no falté nunca. Pero ahora no se puede, mi hija Vanina es doctora y se encarga de cuidarme y recomendarme lo que puedo o no hacer”, aclara y abre la puerta para conocer también a Lucas y Romina, sus otros dos hijos, que lo acompañan también en la pasión por los colores y en este caso también en la docencia deportiva.

“Son muy buenos y apasionados en lo que hacen, en acompañar a los chicos y enseñarles. En el caso de Lucas que me acompaña en Libertad con el básquet no sólo es una satisfacción sino que es aprender día a día a ver cómo hace cada uno las cosas, porque a veces tenemos diferentes ideas y las discutimos. Los tiempos van cambiando y hay que aprender a llegarles a los chicos. Yo les cuento lo que pasaba en mis tiempos. Para mí Guillermo Burelli, que lamentablemente falleció la semana pasada, era un adelantado a su tiempo, pero hoy en día a los chicos hay que llevarlos de otra manera y Lucas me ayuda mucho en eso y en muchas cosas”, se entusiasma Palo, quien lo tiene muy claro: “Espero que nunca se le borre la sonrisa a mis tres hijos”.

Y Palo, que llegó a integrar comités internacionales de mini básquet, recuerda algunas anécdotas ligadas al básquet del club, como cuando sintió que se iba gran parte de su vida en los 90 cuando un llamado lo alertó de un incendio en el club: “Me acuerdo que intentamos apagarlo hasta que llegaron los bomberos y yo lloraba porque realmente pensé que se prendía fuego todo, pero por suerte se pudo controlar y después reconstruir”.

O cuando Luis Oroño tenía decidido dejar el club para pasar a Central, que le había dado hasta un cheque para asegurarse su contratación. “Lo volví loco, creo que le dije tantas cosas que devolvió el cheque y se quedó. En el 71 jugó poco porque era muy pibe pero en el 73 la rompió, salimos campeones y después se fue a La Emilia donde comenzó siguió su gran carrera en el básquet”, relató Maya, quien hace unos meses organizó un asado con un grupo de ex dirigidos en el que los hoy ya muchachos reconocieron el sacrificio que sus padres hicieron por ellos y le entregaron trofeos: “Cada vez que se hace un torneo, se le da un trofeo a los chicos participantes, pero con el paso del tiempo la idea fue devolver gentilezas a lo padres, que tanto se dedicaron”.

Los recuerdos de otros dos símbolos actuales del club

Lucas Maya

“Tuve mucha felicidad adentro del club pero las dos más grandes fueron cuando jugué por primera vez en primera y la segunda mi primer día de profe en la escuelita junto a mi papá. Pasaron muchos años pero la recuerdo con mucho cariño”, explica Lucas, para quien el club es “un sentimiento, una segunda casa”.

“Mi viejo me hizo conocer este hermoso deporte, me llevó a jugar a los cuatro años y hoy en día dirigir a su lado es un honor. Compartir esta misma pasión de enseñar es hermoso, uno sigue aprendiendo de él,  te sigue enseñando a transmitir los valores dentro y fuera de la cancha. Para mí es el mejor que hay en el club”.

“Nací y me crié ahí adentro donde pase los mejores momentos y sigo disfrutando cada día en el club, soy socio hace 30 años y ojalá algún día llegue a ser vitalicio como mis padres. Es muy lindo ser parte del club”, cerró.

Miguel Cardoso

“El recuerdo más lindo de lo deportivo es sin dudas lo del Top 4 del 2013 por el significado del mismo y por la forma que jugábamos y el grupo lindo que se armó de amistad, pero también haber sido parte de los ascensos del 97, 07 y 18 es muy lindo porque significo que durante esos años ser parte de la historia del club. Y eso es el club para mí, es parte de mi vida, es mi segunda casa, parte de mi formación como persona, jugador, hoy también cómo técnico, se la debo al club y eso es lo que lo hace un lugar tan significativo en mi vida. El club es una gran familia sin dudas, y eso lo hace especial”.

Llevan una vida en Libertad. Cada uno aporta lo suyo, se brinda entero con la única consigna de hacer lo que sienten y ser fieles a sus afectos y su pasión. Libertad cumple 100 años y ellos han vivido buena parte de ellos dentro de esas paredes.

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