La inusual aparición de los peces palometas en este verano conspira contra rosarinos y turistas en general, que intentan bañarse en el río Paraná para mitigar el sofocante calor que agobia a esa zona.
La situación se agrava porque sus vecinos ya ni pueden bañarse en el río Paraná debido a la inusual presencia de unos peces de filosos dientes llamados palometas, parientes cercanos de las pirañas, que muerden a la gente a cualquier hora del día.
Precisamente, y debido a los constantes ataques de esa especie, puntualmente en zona de la Florida, autoridades locales prohibieron el acceso al agua de veraneantes y turistas, al registrarse ayer nuevos incidentes.
Es que para mitigar los efectos de las altas temperaturas, los rosarinos acuden a ése y otros balnearios ribereños, para sumergirse en las aguas del sexto río más importante del mundo.
En eso estaban, cuando desde las profundidades del Paraná surgieron las temibles palometas mordiendo a cuanto bañista encontraban en el agua.
Tras el pánico de la gente, el recuento de heridos trepó inicialmente a 70 personas, entre ellos una nena que en diciembre último perdió la falange de su dedo meñique, al igual que otro menor que también resultó lesionado en su mano.
Actualmente, ése número de damnificados ya fue superado, puesto que desde el último 25 de diciembre -momento en que ocurrió el pico máximo de ataques-, a la fecha, decenas de personas sufrieron mordeduras de esos peces en esta zona, a las que debe incluirse otras 15 que ayer fueron atendidas por lesiones en pies y manos.
Pero no solo en Rosario atacaron las palometas; también lo hicieron en sectores ribereños de la provincia de Misiones y la costanera bonaerense de Vicente López.
Por si fuera poco, otra especie de río llamada vulgarmente tararira, un pez carnicero de poderosa dentadura, también se sumó a la movida de las palometas y la emprendieron a dentelladas contra turistas que se bañaban en la costa misionera.
Y todo, según biólogos y especialistas, debido a la elevada temperatura de las aguas del río Paraná, que al parecer altera el metabolismo y el humor a sendas especies.
El inusual fenómeno ictícola, que se registra en pleno verano con temperaturas de 35 grados promedio y sensaciones térmicas de casi 40, provoca el malestar de los rosarinos que acostumbran refrescarse en el río para morigerar el sofocante calor.
Ante la molesta e inesperada situación, algunos dueños de balnearios privados de Rosario ya se las ingeniaron para espantar palometas: arrojan pastillas de cloro al agua.
Si bien no es una estrategia económica, sus clientes se bañan tranquilos.
Las palometas y las altas temperaturas son una impensada combinación de factor climático con peces que no figuraba en la agenda de previsiones de nadie, y que ahora amenaza con arruinar el verano a los rosarinos.