Elisa Bearzotti
Especial para El Ciudadano
Estos relatos, que fueron paridos con la furia del desahogo y la incomprensión frente a un evento inédito y amenazante, han ido mutando a lo largo del tiempo sin perder su impronta registral y anecdótica. Contar para entender y entendernos es la principal motivación de cualquier escriba, aún para aquellos que se dedican a géneros aparentemente más ligados a lo ficcional que el de la crónica periodística… Sin embargo, debajo de cada ladrillo literario siempre se esconde un llanto de infancia, una pérdida, un amago de felicidad, una derrota. En este caso, mi afán por construir –desde mi particular mirada– un registro de la pandemia de coronavirus que puso el mundo patas arriba durante 2020 y 2021, quizás esconda también algún destello inconsciente dirigido a la persecución de un imposible: aferrar el tiempo que fluye veloz, apresarlo entre los puntos, las comas, los embates y las repeticiones de un sistema de signos tan encubridor y falaz como la memoria misma. Por eso hoy, cuando el mundo se encamina a una normalidad que, lamentablemente no tiene nada de “nuevo”, estas reflexiones semanales tomarán otro rumbo, despegándose del principio rector que las ordena –la crisis sanitaria mundial– pero sin perder el estilo a veces doliente, a veces irónico, a veces humorístico, siempre crudo y algo desangelado que caracteriza mi modo de ver la realidad. Estas últimas “crónicas de cuarentena” abordarán aspectos de la postpandemia, poniendo de relieve cuáles de esos pronósticos lanzados durante los primeros meses se han vuelto realidad, y cuáles quedarán en el pozo sin fondo de los sueños incumplidos. Y luego, algo nuevo nacerá.
Mientras tanto, aún no termina de definirse en qué punto del proceso nos encontramos, porque la postpandemia está lejos de ser una cuestión global. Muchos países aún se debaten entre el ejercicio de una conducta imitativa habilitando paulatinamente actividades y fronteras, y la masacre cotidiana provocada por una enfermedad que pone en jaque a sus sistemas de Salud y a los dirigentes gubernamentales. Tal es el caso de Rusia, que contó cerca de 900 muertes por coronavirus en las últimas horas, alcanzando un récord de decesos por tercera vez en el mes. En este momento, las infecciones superan las 25.000 por día, un aumento que se produce con las tasas de vacunación estancadas debido a la desconfianza de la población a inocularse, mientras el gobierno evita imponer restricciones estrictas para detener la propagación del virus. Si bien el Kremlin se manifestó preocupado, aún no considera un confinamiento en todo el país, ni aplicar ninguna otra medida a nivel nacional a pesar de que las infecciones diarias en Moscú casi se cuadriplicaron durante el último mes, pasando de unas 1.100 a principios de septiembre a unas 4.000 esta semana. Hasta el momento, Rusia acumula más de 7,6 millones de casos y 211.696 muertes causadas por el covid-19.
Japón, por el contrario, ya levantó el estado de emergencia el pasado 1° de octubre ante el sostenido declive del número de contagios en todo el país. El primer ministro, Yoshihide Suga, citado por la agencia de noticias AFP, indicó que “gracias al buen trabajo de todos, el número de contagios diarios, que estuvo arriba de los 25.000 en agosto, cayó a 1.128 personas”. Agregó además que “la ocupación de camas de hospitales en todas las regiones volvió a menos de 50%, y el número de enfermos graves viene cayendo desde septiembre”. En este contexto, Suga anunció también que las autoridades se centrarán ahora en “asegurar el sistema de atención médica, implementar medidas de prevención de infecciones exhaustivas y acelerar la vacunación”.
En este sentido, también en nuestro país se viene impulsando con gran fuerza la campaña de inoculación contra el virus, y la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, anunció junto al presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Omar Tabacco, el inicio de la vacunación para chicos de 3 a 11 años. El proceso de distribución se inició esta semana, y la aplicación comenzará el 12 de octubre “en conjunto con Nación, provincias, municipios, y las sociedades científicas con la SAP a la cabeza, cumpliendo un rol estratégico en la vacunación pediátrica”, según confirmó Vizzotti. Por su parte la ministra de Salud de la provincia, Sonia Martorano, informó en conferencia de prensa: “Hoy toda la provincia de Santa Fe está en bajo riesgo. El promedio de casos en los últimos 14 días es de 60 por día, el número más bajo desde el inicio de la pandemia. Esto tiene que ver con el trabajo realizado entre todos, de cuidados y vacunación”.
En cuanto a la proyección hacia el futuro, científicos estadounidenses publicaron en la revista Clinical Infectious Diseases un trabajo en el que indican que el Sars-CoV-2 está evolucionando hacia una generación de aerosoles más eficiente, resaltando lo estratégico que resulta continuar con la utilización de barbijos hasta que se logre una mayor inmunización global. Los expertos indican que la propagación es evolución para el virus, implicando adaptabilidad y mutación. Por lo tanto, para que el covid-19 no encuentre la posibilidad de adaptarse a linajes más contagiosos, las tasas de vacunación deben ser muy altas, siendo necesarios controles continuos con tapabocas y que las medidas como el distanciamiento social sean restauradas, contrariando las flexibilizaciones que se están observando en la actualidad.
Claro que, si bien la mirada de los expertos ha sido ultra-relevante durante el derrotero de esta crisis sanitaria, a juzgar por el panorama actual la pandemia parece haber seguido más los lineamientos de la geopolítica que las directrices higienistas. Aunque, pensándolo bien y en términos foucaultianos, la pandemia de coronavirus no ha hecho más que exaltar las leyes de la biopolítica, es decir el poder sobre la vida, sobre los cuerpos, “la práctica gubernamental como un conjunto de fenómenos propios de los seres vivos constituidos como población: salud, higiene, natalidad, longevidad, razas, etcétera”, en palabras del mismo Michel Foucault. Se podría decir que la pandemia fue el más extenso trabajo de campo realizado hasta el momento para sustentar las teorías expuestas hace ya medio siglo por el filósofo francés… algo que quizás él nunca se atrevió a imaginar pero que fue describiendo, con mirada anticipatoria y lujo de detalles cada semana, ante la azorada mirada de los jóvenes parisinos amontonados en el anfiteatro del College de France.