El evento climático que afectó especialmente las zonas productivas de la Argentina en abril y demoró la cosecha además de afectar otras producciones tuvo distintos relevamientos que dan números que sorprenden por sus lamentables resultados para numerosos productores en el país.
Desde Coninagro, recibimos información de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA) que da cuenta que en la zona Este, Sudeste y Sur de Córdoba hay 18 cooperativas afectadas y el promedio de productores de cada una es de 350 mientras las actividades involucradas son soja, maíz, lechería y ganadería.
En la provincia de Entre Ríos son 9 cooperativas totalmente afectadas, no tanto por inundaciones sino por los 30 días de lluvias seguidos, con hasta 700-800 mm, sumados a elevadas temperaturas y humedad que afectaron la producción de soja.
Mientras que, en lechería, la producción entrerriana está reducida en un 50% y se prevé que se mantendrá así hasta principios del año que viene, por pérdidas de 80 a 90% de las pasturas.
En Santa Fe hay 17 cooperativas y en el centro de la provincia todavía tienen algunos campos bajo agua (4 cooperativas), pero en el norte de Santa Fe hasta el centro además existe una pérdida de producción: 30% al 50% de daño en lotes que pueden cosecharse, y un 20 a 30% de los lotes no pueden cosechar.
El porcentaje de humedad de los granos va desde 16 a 21%, lo que merma en toneladas la producción.
Por otra parte, un grave problema es la incidencia de plagas como las chinches que están presentes en los lotes por la imposibilidad de ingresar a tratar los mismos.
En el tema ganadería se solicita vacunación obligatoria de la hacienda y desparasitados por la incidencia de la garrapata en los animales.
Entre 650 y 950 mm fue el acumulado de precipitaciones registrado en abril en Entre Ríos y Santa Fe.
Los cultivos fueron afectados por el exceso de precipitaciones por encima del histórico o por la elevada humedad y baja demanda atmosférica, que provocaron brotado de grano, proliferación de enfermedades, desgrane, vuelco de granos y plantas y en algunos casos la pérdida total del área sembrada.
Por otro lado, incrementaron los costos de cosecha debido a la baja disponibilidad de maquinaria, al mayor número de labores necesarios para cargar los granos en los camiones y a los trayectos más largos para ingresar a los lotes.
A futuro, se visualizan costos “incrementales” por labores de arado necesarias para descompactar y emparejar el suelo para el inicio de la campaña 2016-2017, y costos de secado, ya que los granos se cosechan con porcentajes de humedad del orden del 15 al 17%.
La falta de infraestructura, como la construcción de canales para el drenaje de los campos o la inversión en caminos rurales y rutas que permitan el ingreso a las explotaciones, agravan la situación de los productores, cuya desazón no es sólo por la ausencia de obras sino también por las altas sumas aportadas en impuestos.
Respecto de la lechería en esas provincias, hay un 50 a 60% de reducción en la producción lechera por el exceso de precipitaciones y zonas anegadas por crecida de ríos, ya que 80 a 90% de las pasturas implantadas se perdió por anegamientos.
La alimentación de los animales se ve afectada por la pérdida de pasturas y la dificultad de ingresar a los lotes para abastecer a los animales con balanceados.
En tanto 1,5 y 3 años es la estimación para la recuperación del sector lechero: se prevé sembrar unas pocas hectáreas de pastura en septiembre 2016 y el grueso será en marzo-abril 2017. Estas pasturas recién se podrán pastorear en septiembre-octubre 2017.
Siendo la recuperación del estado corporal factible en los meses de verano-otoño 2018, la preñez en los meses de otoño- invierno 2018 y la producción en 2019.
Con relación a la situación de emergencia hídrica que comenzó a partir del mes de noviembre 2015 con la crecida del río Paraná, provocó la retirada de la hacienda de la zona de islas y hoy con menor superficie pastoril debido al anegamiento.
Al igual que en la lechería, se consumieron anticipadamente las reservas y se encuentra dificultada la implantación de los verdeos invernales, la confección de silos y rollos para ganadería.
Se prevé una caída en los índices productivos (falta de ganancia de peso, caída en porcentajes de preñez, muerte de terneros de pariciones tardías, entre otros) e incremento de los costos de alimentación por escasez y logística y sanidad, reduciendo significativamente los márgenes de la actividad.
Las estimaciones indican que 785.000 hectáreas de soja se perdieron en Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Norte de Buenos Aires mientras que 700.000 hectáreas más de soja presentan baja probabilidad de cosecha y, de poder hacerlo, tendrán comprometida su calidad.
Alrededor del 20% es en promedio la caída del rendimiento esperado, con mínimos de 10% y máximos de 50%, misma cifra de castigo por calidad sobre el precio.
Especialista del Departamento Económico de Coninagro