El juez federal Daniel Rafecas puso en libertad este lunes al detenido como supuesto involucrado en el paquete explosivo enviado al titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino. El hombre estaba en una capacitación de la corporación inmobiliaria Remax para la que trabaja cuando según los análisis de cámaras de seguridad realizados por el Ministerio de Seguridad de la ciudad de Buenos Aires dejaba la encomienda en una librería de Barracas. El pomposo estudio antropométrico y de posturas corporales ofrecido como indubitable al magistrado que investiga el caso resultó errado. Cuando apresaron al trabajador, también quedó descartada una primera hipótesis de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, quien sin esperar precisiones aventuró que el atentado era obra de un grupo anarquista-vegano, sólo apoyada en unas pintadas hechas cerca de la sede de la entidad ruralista: el ahora libre Alberto Santiago Soria guardaba en su heladera pollo y milanesas.
Un dato que sorprendió a los agentes que el sábado último detuvieron a Soria es que el hombre no ofreció ninguna resistencia y estaba en su casa tranquilo con su pareja y dos hijas menores. Además del erróneo estudio de los videos por los expertos del Gobierno porteño, parecía extraño que, de ser responsable del hecho, haya utilizado para movilizarse en transporte público tarjetas Sube personalizadas, fáciles de rastrear. Esas eran las otras pruebas por las que lo sindicaron como sospechoso principal. El hombre dijo que no era el del video dejando el paquete porque en ese momento participaba de una capacitación en el Salguero Plaza de Barrio Norte. Lo verificaron y tuvieron que dejarlo en libertad.
“Otra victoria contra el terrorismo”, celebró apurada Bullrich tras el arresto de Soria, pese a que el veganismo del imaginado grupo perpetrador del ataque había quedado desmentido por el contenido del refrigerador de uno de sus miembros.
Las pistas seguidas apuntaron al principio a una librería que oficia de receptoría del correo privado Andreani, en Barracas, desde donde se envió el paquete a la sede de la SRA. De allí se obtuvieron imágenes del individuo que pagó el despacho. Y luego se rastrearon otras cámaras para reconstruir el supuesto trayecto previo del sospechoso, a pie y en transporte público. Cruces de datos y análisis de los videos concluyeron primero en una lista de 200 posibles personas, y el famoso análisis antropométrico y de actitudes posturales hizo que los especialistas porteños descartaran a todos menos a Soria. Con seguridad fue él, afirmaron. Agregaron un antecedente del luego detendo: un requerimiento de hace unos años por una amenaza antisemita anónima. En el departamento de Chivilcoy y Juan B. Justo donde vive Soria no encontraron ropa similar a la de quien dejó el paquete en el despacho de Andreani, ni rastros de sustancias explosivas. El hombre no se opuso al arresto cuando le tumbaron la puerta a la medianoche, y estaba con su familia.
Sin embargo, los investigadores creyeron que otro dato lo incriminaba y reforzaba la hipótesis de que había participado del hecho: le encontraron una Guía T de la ciudad de Buenos Aires con la anotación «La Rural 52-A5».
Ante eso, se convocó incluso a una conferencia de prensa para la tarde. La tuvieron que bajar: en la declaración indagatoria, el detenido negó ser la persona que aparecía en las imágenes de la librería y aseguró que podía probar que a esa hora estaba en otro lado. La Policía de la Ciudad comprobó que decía la verdad a partir de las cámaras de seguridad en el hotel de Barrio Norte donde se hizo la capacitación de Remax y la geolocalización de su celular en el período bajo estudio. “El análisis antropomórfico del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad quedó descartado”, informó el juez Rafecas este lunes.