“El rock ha madurado”, lanzó en medio de una charla con El Ciudadano el productor, manager y creador del Cosquín Rock, José Palazzo. El contexto es el análisis de la escena. El disparador: el “rockumental” sobre el festival que se estrenará en ésta, la edición número 16 del encuentro que se realiza todos los años en Santa María de Punilla, que tendrá su puntapié inicial el sábado. En el material se verán imágenes de las 15 ediciones transcurridas hasta el momento, anécdotas tan desopilantes como “estresantes y peligrosas”, casi todas protagonizadas por los grandes astros del género.
Charly, Calamaro, Skay (ausentes en esta edición) pasaron junto a Pappo por ese espacio que con el tiempo se transformó en un termómetro de la escena, tres días para ponerse al día con lo nuevo y lo consagrado. “La grilla va teniendo una variedad interesante de nuevos talentos sin dejar de tener artistas clásicos”, puntualiza Palazzo, para quien el rock está “más profesional, tal vez menos carismático pero más concreto en su desarrollo”.
Ciro y Los Persas, Las Pelotas, Almafuerte, No Te Va Gustar, Catupecu Machu y Babasónicos son algunos de los protagonistas de estas noches (6, 7 y 8 de febrero), veladas que contarán con los escenarios temáticos heavy, reggae y rock; el hangar con bandas cordobesas; la carpa del sello Geiser y el Alternativo donde funcionará la fiesta de la Bomba de Tiempo y Agarrate Catalina, espectáculos de Favio Posca, Hernán Casciari junto a Zambayonny y la proyección de rockumentales.
Cosquín Rock XV – El Rockumental surgió por iniciativa de una productora independiente que realizó entrevistas y tomó imágenes de todas las veladas del encuentro: “Hay cosas increíbles como una nota que me hicieron en 2000 diciendo que me habían ofrecido hacer un festival en la Próspero Molina y había dicho que no”, recuerda entre risas sobre el material que se verá, a partir de las 15, mañana y el domingo. “Después va a los festivales y llega a los cines en agosto”. El material contiene también esas anécdotas que caracterizaron al rock en una época, esas que también figuran en el libro de Cosquín, que salió en 2010, como cuando Ciro se rompió una rodilla en medio del show de Los Piojos, Charly viajó a contramano por la autopista Córdoba-Carlos Paz o cuando Gabriel Ruiz Díaz se tiró sobre el público desde una torre de iluminación.
—¿Se siguen generando esas anécdotas?
—Siguen existiendo pero son de otra forma. Algunos de los personajes icónicos de esa época como Pappo o Charly generaban anécdotas muy duras que después pasan a ser graciosas. La realidad es que sigue habiendo muchas cosas en camarines que son muy estresantes y que con el tiempo son más anecdóticas. El año pasado tuvimos que reprogramar por lluvia, estaba todo inundado y entró Eli (Suárez) de Gardelitos, me quería preguntar algo y le grité: “Se acabaron las estrellas de rock, si no venís a secar ni entrés”. Muchas de las cosas que ocurren no resultan con personajes específicos sino en el total del festival.
—¿El rock está más aplacado?
—Ha madurado. Está más profesional, tal vez menos carismático pero más concreto en su desarrollo. Sigue habiendo cosas interesantes para contar. Los Catupecu, los Kapanga, Ricardo Iorio, siguen siendo algunos de los que copan la parada en ese aspecto. Iorio es un personaje genial a la hora de narrar historias o hacer comentarios desubicados que resultan muy graciosos. Además, el festival fue ampliando un poco su contenido y eso hace que el público de rock se amplíe un poco más. Entonces dentro de las anécdotas están las posibilidades de ver rockeros que vienen a ver a Fuerza Bruta, Fabio Posca o Hernán Casciari con Zambayonny.
—El Cosquín siempre marca el abanico de las bandas emergentes, ¿Cómo es ese trabajo exploratorio?
—Por lo general mi hija, Agustina Palazzo, trabaja mucho en buscar y encontrar contenidos nuevos. Este año, Geiser (sello), curado por (Richard) Coleman, Leo García y Wallas de Masacre, armó una carpa propia con todos sus artistas. Por otro lado con Alejandro Varela trabajamos para ver qué artistas emergentes no estaban en Geiser y los sumamos. Están Octafonic, Indios y otros. La grilla va teniendo una variedad interesante de nuevos talentos sin dejar de tener artistas clásicos como Las manos de Filippi o El plan de la mariposa.
—Este año sorprende la ausencia de clásicos como Skay, Calamaro, Charly…
—Calamaro tocó el año pasado, la repetición era inviable. Charly está recuperándose de una operación de cadera. Trabajo con él y soy amigo, si se lo pedía se subía a la moto y terminábamos haciendo algo; pero me parece que no valía la pena arriesgarlo. En el caso de Skay, tocó todos los años. Esta vez me dijo: “Me gustaría descansar y volver el otro año”. Este año tenemos a No Te va gustar, que hace cinco años que no tocaba en el festival, y a Bersuit que hace diez; y sumamos a La Vela Puerca. Con todo eso le vamos dando al festival una renovación que realmente merece.
—¿Vez la escena del rock en un momento de expansión?
—Estamos en una etapa de crecimiento de las bandas chicas; de las bandas grandes como La Renga, el Indio o Skay, quedan pocas. Charly y Fito están haciendo cosas muy puntuales. Hoy artistas como Ciro han empezado a ganar otros mercados, que no son solamente de rock; No Te Va Gustar es el mismo caso, de Babasónicos ni hablar. Entonces todo ese caldo de cultivo tiene que terminar de explotar para que el rock nacional vuelva a la salud que tuvo en el 2003/2004, donde realmente había logrado una masificación.
—¿Cuál fue el antes y el después de Cromañón?
—Al achicarse las posibilidades para tocar, muchas de las bandas emergentes tuvieron que recluirse en lugares no habituales; algunas no pudieron seguir tocando, hubo un parate. Cuando las heridas fueron mejorando empezaron a reconstruirse lugares con mejor supervisación, acústica, salidas de emergencia y se fueron abriendo otras posibilidades para las bandas. Hoy hay mayor diversidad de bandas y de lugares para tocar.
—¿La llegada de shows internacionales influye en esa escena o es un público diferente?
—Atenta directamente. Hay una realidad, el rock nacional goza de buena salud, el problema es que hay tantos artistas internacionales llegando a Córdoba, Rosario o Buenos Aires que la competencia es muy fuerte. No alcanza el bolsillo de una familia para que la madre vaya a ver Arjona, el padre al fútbol y el chico a ver La Beriso. No hay un bolsillo que resista. Existe un dinero dedicado al entretenimiento que hoy en día en Argentina es mucho más pequeño que hace cinco años.
La ruta de los shows internacionales
Palazzo es, además de uno de los organizadores y programadores del Cosquín Rock, parte fundamental de la escena musical argentina: manager de Charly García y Don Osvaldo (la nueva banda del Pato Fontanet) y productor de shows internacionales. “Rosario es una plaza muy importante”, aseguró sobre la razón por la que algunos shows internacionales no pasan por la ciudad y sí lo hacen por Córdoba: “Tiene que ver con la logística. Rosario y Córdoba son mercados muy parecidos, la diferencia es que Córdoba está de camino a Chile, entonces algunos espectáculos como es el caso de Iron Maiden (que toca el 13 de marzo en el Estadio Kempes), por ejemplo, hacen en Córdoba su escala rumbo a Chile o viceversa en una ruta en la que pasan los camiones rumbo a Buenos Aires”.