Ricardo Martín Gallozo tenía 35 años, trabajaba en una panadería de barrio Bella Vista. Se había mudado a una casa en barrio Itatí donde vivía con un amigo, quien en noviembre de 2018 lo encontró asesinado. La víctima estaba atada a la cama, desnudo y con cintas en la boca y los ojos. Faltaron objetos de la casa y en marzo detuvieron a un hombre que, aparentemente mantenía encuentros ocasionales con la víctima. En aquella oportunidad, el fiscal Miguel Moreno lo imputó por el delitos de homicidio criminis causa y robo, por lo que quedó detenido preventivamente pero con el correr de la investigación y en base a distintas pericias , la Fiscalía entendió que el agresor actuó con alevosía y le amplio la imputación.
El 29 de noviembre de 2018 era jueves. Daniel llegó de trabajar cerca de las 2 y se encontró con un cuadro aterrador. El cuerpo de Martín, como los conocían los vecinos del pasillo de Pueyrredón al 4000, estaba desnudo en la cama, atado de pies y manos y con cinta en los ojos y la boca. Si bien no había signos de golpes, el informe preliminar determinó que la causal de la muerte había sido por asfixia mecánica.
De la casa faltaron una notebook, un celular y las llaves de la moto y de la casa. De las medidas realizadas, los investigadores descubrieron que el día previo Martín tenía franco. Los testigos contaron que lo habían visto con un chico de rastras comprando en un negocio, también advirtieron que horas más tarde esta persona salió de la casa de la víctima con una mochila y una bolsa.
Con este dato ubicaron al posible sospechoso y el fiscal Moreno pidió una orden judicial para allanar un domicilio de calle Ituzaingó al 4700, medida que se llevó adelante a principios de marzo de 2019.
Allí, los investigadores detuvieron a Eduardo Andrés A., de 26 años. En la casa encontraron una notebook, una mochila, cinco celulares, una camisa y una bermuda, prendas similares a las utilizadas por el sospechoso de rastras que los vecinos vieron con la víctima antes del crimen.
En ese momento, el detenido quedó a disposición del fiscal Miguel Moreno, quien lo imputó en una audiencia oral y pública por homicidio criminis causa y robo de las pertenencias. Una de las versiones que circuló en su momento fue que el presunto agresor y la víctima se conocían, tenían un vínculo amoroso ocasional y ese día Eduardo Andrés A. estuvo en la casa. El sospechoso quedó detenido preventivamente y cumple su la medida cautelar en la cárcel de Coronda.
Este jueves el fiscal Moreno volvió a llevarlo a imputativa, ya que durante este tiempo los investigadores trabajaron en una serie de pericias que brindaron más detalles sobre el caso. Para Moreno mediante un juego sexual el agresor logró maniatar a la víctima y una vez inmovilizado mostró sus intensiones delictivas y decidió tapar las vías respiratorias de la víctima. Esta situación facilitó al homicida actuar sin riesgos y evitando cualquier acción defensiva de la víctima, explicó el fiscal para acharcarle el agravante de alevosía.
Así las cosas, Moreno recalificó el hecho en homicidio calificado por alevosía y criminis causa y robo. La defensora pública Nora Gaspire se opuso pero el juez Nicolás Vico Gimena tuvo por formalizada la nueva imputación y dispuso que Eduardo A. continuara detenido preventivamente.