El intendente Miguel Lifschitz descartó ayer de plano un acuerdo electoral con el kirchnerismo, ratificó su voluntad de pelear por la Gobernación y señaló que le gustaría que algún funcionario de su gabinete lo suceda al frente de la Municipalidad de Rosario.
En diálogo con la emisora santafesina LT9, Lifschitz negó cualquier tipo de vínculo con el gobierno nacional y con el matrimonio Kirchner: “Sé cuál es el lugar que ocupo. Y es dentro del socialismo”, aseguró el mandatario rosarino.
Lifschitz minimizó el crecimiento del gobierno nacional en las encuestas con una frase que no va a caer bien en el seno de su partido ni en las otras fuerzas aliadas al socialismo: “El kirchnerismo se nutre de la debilidad de la oposición”. Para el intendente rosarino, no obstante, el socialismo está en condiciones de hacer de esa debilidad una fortaleza, siempre que logre aunar las voluntades de otros partidos que se oponen al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
El mandatario se manifestó ilusionado por un posible “liderazgo nacional” del socialismo a partir de las intervenciones de sus legisladores –y de sus aliados– en el Congreso. “Si bien es un bloque más pequeño que otros, está claro que podemos compartir diálogos y juntarnos con aquellos que podamos tener objetivos comunes. Solamente así avanzaremos en discusiones programáticas que nos permitirán llega a una candidatura”, sostuvo.
En cuanto al plano provincial, Lifschitz reconoció que en su partido “hay diferencias internas”, pero aclaró luego: “Hay una gran coincidencia en los objetivos. Siempre hemos compartido un proyecto colectivo a largo plazo, que no se agota ni en Rosario ni en Santa Fe sino que tiene perspectiva nacional”.
Consultado sobre su posible candidatura a gobernador, respondió: “Obviamente, la posibilidad de ser gobernador no deja de ser un desafío atractivo”. El intendente le restó importancia a aquella definición de Hermes Binner, que había sugerido la conveniencia de que alguien de su propio gabinete lo suceda en la Casa Gris de modo tal de no tener que “volver a primer grado”. Para Lifschitz, es lógico que Binner piense de ese modo; incluso, se manifestó en igual sentido respecto de su propia sucesión, aunque sin nominar a ninguno de sus funcionarios en particular.
“Es una mirada y, desde luego, si a mí me preguntaran lo mismo respecto del futuro intendente de Rosario, diría algo similar. Es lógico que cada uno piense en la continuidad de un proyecto político y, por lo tanto, en los hombres o mujeres más cercanos. Tanto el senador Rubén Giustiniani como yo hemos compartido este trabajo de construcción política, a lo largo de los últimos 20 años, con Hermes. Y somos parte del mismo proyecto. Afortunadamente, el socialismo tiene muchos nombres para proponer”, dijo.
Sobre su propia candidatura, Lifschitz señaló: “Uno lleva sobre la espalda la experiencia de gestionar una ciudad importante, el conocimiento de la realidad y de la administración, de los vínculos entre los gobiernos municipales y la provincia y, por tanto, un bagaje de experiencia importante como para pensar en un gobierno provincial. Pero esto no significa una confrontación dentro de nuestro partido; todo lo contrario”.
Aunque los otros posibles candidatos del socialismo –el ministro Antonio Bonfatti y el senador Rubén Giustiniani– ya aclararon que podría haber internas para dirimir la fórmula del oficialismo, Lifschitz aún tiene esperanzas en llegar a un acuerdo: “Más allá de quién sea la cabeza del grupo, la idea es conformar un buen equipo y no llegar a la interna”.
El intendente de Rosario también destacó la figura de su par santafesino, el radical Mario Barletta, postulado por su partido para las elecciones de 2011. Lifschitz dijo que con Barletta comparten “problemas comunes” cada uno en su ciudad, dijo que el santafesino es “un dirigente importante dentro del radicalismo” pero luego negó que estén pensando –los dos intendentes– en una fórmula conjunta.