En los últimos dos días el radio comprendido por Balcarce, Catamarca, Jujuy y Alvear está intervenido por el dispositivo de rescate: colectivos de Gendarmería, camiones a la espera de ser cargados con escombros, las carpas de asistencia para vecinos y familiares que esperan noticias frente al estacionamiento del supermercado La Gallega. Desde anteayer por la noche se establecieron puntos de ingreso a la zona en las esquinas de Oroño y Catamarca, Oroño y Jujuy, Salta y Oroño, Balcarce y Jujuy, Balcarce y Catamarca y Salta y Moreno. Los mismos son custodiados por la Guardia Urbana Municipal (GUM) y/o personal de Gendarmería. Según publicó el municipio, la manzana de la explosión, con excepción a los frentistas de calle Salta entre Balcarce y Oroño, corresponde a la zona afectada con 481 fincas. Para ellas hay libre acceso y ocupación de los vecinos que ayer regresaban a buscar pertenencias o relevar el daño. Las viviendas que miran a la manzana que fuera epicentro de la tragedia recibieron a sus moradores que se acercaron ayer por la mañana tras pasar, en algunos casos, la noche en la casa de un familiar o amigo. En la tarde de ayer muy pocos vecinos de la zona afectada pasaban los puntos de acceso. La mayoría, apuntaron desde el municipio, habían regresado a sus hogares el miércoles por la tarde. En diálogo con El Ciudadano, Martín, vecino que vive por Oroño entre Salta y Jujuy, contó que no tuvo inconvenientes en ingresar a su departamento ubicado a mitad de cuadra. La razón es que es parte de la “zona de influencia” (tal como definieron desde el municipio) que reúne a 394 viviendas. El estudiante no estaba al momento del siniestro y recién ayer por la mañana volvió para encontrar su departamento en perfecto estado. Según narró, tiene una vista de triste privilegio a la zona crítica. “Es un desastre. No me voy a quedar en mi casa. Voy a lo de un amigo. Es una imagen muy dura para ver”, lamentó el joven.
La mayoría de los accesos a la zona, que estaban custodiados por personal del municipio o Gendarmería, recibía a muchas personas con donaciones para los damnificados. Las mismas era redireccionadas a la carpa de Promoción Social municipal. “Es impresionante la cantidad de colaboraciones que llegan. Hasta alimento para perros que se lleva al Imusa para los canes que fueron trasladados hasta allá”, indicó Flavia, voluntaria en la esquina de Jujuy y Oroño. En otros accesos con vallado se acercaron al lugar muchas personas pero sólo para mirar en silencio. En particular, en la esquina de Salta y Oroño desde donde se podían observar los destrozos ocasionados en los edificios enfrentados con el de Salta 2141. Allí, pasaron desde personas que hacían un alto en su rutina de ejercicio hasta aficionados a la fotografía que intentaban retratar la escena. Otros transeúntes preguntaron a los oficiales apostados en los ingresos por novedades del operativo de rescate. La mayoría del personal indicó no tener información. Cerca de las 18.30, cuando el sol cedió lugar a la noche, el alumbrado público se prendió al igual que un grupo de potentes reflectores con luz blanca para permitir la continuidad de las tareas de rescate. De forma extraña los semáforos de la esquina de Salta y Oroño no acusaron la intervención de emergencia y mantenían su funcionamiento normal: verde, amarillo y rojo, y viceversa.
En los alrededores por donde la circulación era libre había personas cambiando vidrios en puertas y ventanas. La actividad comercial también se reinició y algunos comerciantes apuntaron que nunca se detuvo. Peluquerías, restaurantes, quioscos y bares a menos de 100 metros del lugar de la explosión en plena actividad.
Fina labor de los expertos
El trabajo de remoción de escombros es, se repitió mil veces, casi artesanal. Los jefes expertos son los que dirigen la batuta. Trabajan por “capas”, es decir van identificando posibles lugares donde hallar “grietas” que permitan introducir la ecosonda o abrir una potencial vía de acceso a algún espacio donde pueda estar aprisionada gente con vida.
Donde los perros, la sonda o la fibra óptica con luz detectan algún posible signo de movimiento, allí los expertos a cargo orientan la acción. Se empiezan a sacar por capas los escombros en un pasamanos que los traslada 30 metros hasta un camión que los sacará del lugar.
La maquinaria pesada sólo se utiliza para sacar grandes pedazos de losa que entorpecen el trabajo de los rescatistas. Fue el caso de ayer en las primeras horas de la mañana, cuando una gigantesca grúa ingresó para llevarse un pedazo de techo o piso de la torre que se cayó.