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Para Viggo Mortensen «lo importante son las preguntas»

“Jauja”, de Lisandro Alonso, dio inicio a la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata. Su protagonista, el actor Vigo Mortensen fue la figura de la apertura, que tuvo su gala de apertura con “Pasolini”, de Abel Ferrara.

El actor norteamericano Viggo Mortensen, es el protagonista de «Jauja», filme de Lisandro Alonso, que tuvo su premiere mundial en mayo de este año en Cannes donde ganó el Premio Fipresci de la crítica internacional y que ayer abrió la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata, en un anticipo de su llegada a las salas comerciales argentinas esta semana. Quinto filme de Alonso, «Jauja» es también la primera película en la que el realizador argentino trabaja con actores profesionales y donde Mortensen encarna al ingeniero y militar danés Gunnar Dinesen, que en los convulsionados tiempos de la Campaña del Desierto emprende un viaje por la Patagonia que se ve alterado por la huida de su única hija con un soldado, a partir de lo cual se desencadena otra travesía, solitaria, por el fantasmal paisaje del desierto, bajo el amenazante vacío de los espacios abiertos y desolados y los amplios cielos que se levantan casi desde el piso.
«Le dimos el nombre Dinesen en homenaje a un capitán danés que fue el padre de la escritora Isaak Dinesen, que se fue a Norteamérica luego de participar de las guerras de 1848 y 1864», cuenta Mortensen a Télam en uno de los amplios salones del Hotel Provincial, con ventanales que miran al océano Atlántico.
El actor, mundialmente famoso a partir de la saga de «El Señor de los Anillos», donde interpretó a Aragorn, y que estuvo nominado al Oscar por su impecable trabajo en el filme de David Cronenberg «Promesas del Este», llegó a Mar del Plata para acompañar el estreno argentino de la película de Alonso, de la que es protagonista, uno de sus productores y el creador de la música.
Lejos de todo divismo, abierto, cercano y amable, Mortensen dice que su personaje «es una suerte de Quijote danés; un tipo que tiene confianza en sí mismo pero que carga también con la torpeza del que está fuera de su hábitat y enfrentando a un clima y un medio hostil».

Hijo de madre estadounidense y padre danés, Mortensen -que vivió de chico en Argentina- señala que algo que le interesaba de su personaje era que estuviera anclado a la tierra y cuenta que en la película viste un uniforme oficial del ejército danés del siglo XIX y un sable también militar.
«Yo le dije a Lisandro y a Fabián (Casas, el guionista), que para dar esos saltos casi surrealistas que da la historia donde te desvías del tiempo lineal era muy importante que Dinesen estuviera anclado en la realidad. Es un ingeniero y un militar, un tipo que viene del norte de Europa pero, al mismo tiempo un tipo común», señala.
«De hecho -agrega- para mí el buen drama es una situación donde personas comunes, con quienes el espectador se puede identificar, deben atravesar situaciones extraordinarias, y eso es lo que le sucede a Dinesen en su viaje por el desierto, en una película que, además de muchas cosas es como un western existencial argentino-danés, porque hay historias profundas que remiten a las leyendas, tradiciones y relatos de los dos países».
-Usted ha trabajado en grandes superproducciones como «El Señor de los Anillos» y luego realiza filmes mucho más independientes, casi artesanales, como «Jauja», ¿cambia su posición como actor en uno y otro caso?
-No, no lo creo. Mi trabajo siempre es el mismo, aportar mi esfuerzo, comprensión y el poco o mucho talento que tengo para contar el cuento de la mejor manera y hacer lo más creíble que pueda a mi personaje; después, claro la forma de hacer cine cuando hay mucho dinero y estamos en una superproducción afecta todo y es casi como otro mundo, pero lo que importa siempre es cómo contamos el cuento que nos toca contar.
-¿Qué lo llevó a trabajar con Lisandro Alonso?
-Me gusta su cine, tiene una visión cinematográfica muy propia y su visión de los paisajes y de los seres humanos en los paisajes es singular y hermosa; además, al igual que los grandes artistas, Lisandro se hace preguntas pero no pierde el tiempo con la arrogancia de dar respuestas.
-Alonso siempre trabajó con no actores y esta es la primera película en que integra en el elenco profesionales y no profesionales de la actuación, ¿cómo lo vio en ese sentido?
-Como los mejores directores, sabe lo que quiere hacer pero permanece abierto a lo que le pueda llegar en términos de climas, paisaje, luz, o lo que haga la gente o los actores delante de la cámara mientras la película corre.
El está muy atento, vigila todo, no tiene la inseguridad que tienen incluso algunos directores veteranos de admitir que no tienen una respuesta inmediata a una pregunta o problema; él está ahí, con vos, y es capaz de decirte después de una toma: ¿y vos qué pensás? Algo insólito, aunque los mejores directores son así, están muy atentos, porque saben que el actor siempre puede aportar algo que no se le había ocurrido a él o al guionista.
-¿Tiene un modo propio?
-Lisandro se lanza, él ve cómo son esas nubes, cómo es ese plano y de pronto si se interesa de un gesto propio de un actor que no estaba pautado él lo deja correr para ver qué pasa, creo que tiene un gran instinto para observar y escuchar, y eso es clave para un buen director.
-Usted ya participó en la película «Todos tenemos un plan» de Anne PIterbarg y ahora en esta, ¿tiene una relación particular con el cine argentino?
-No, se dio así, yo no busco cuentos de ninguna nacionalidad ni idioma, ni tampoco busco una oportunidad para pasarla bien, lo que estoy buscando es un cuento interesante, algo que no hice antes, que me pueda enseñar algo y algo que me gustaría ver a mí en el cine. Es algo bastante subjetivo, pero es lo que me lleva a participar o no de un filme.

El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata

«Jauja”, abrió la Competencia Internacional del Festival de Cine de Mar del Plata, que tuvo su gala de apertura con “Pasolini” de Abel Ferrara. El inicio de la competencia internacional tuvo una potente apertura con dos películas de geografías, encuadres, estéticas y tensiones diferentes, como “Jauja” y “Melbourne”, opera prima del iraní Nima Javidi, que también resultó un hallazgo.

Absolutamente distinta a «Jauja», claustrofóbica, filmada casi toda (a excepción de una última escena en el asiento trasero de un taxímetro) en un departamento de dos ambientes pero de consistencia narrativa granítica y una tensión que apabulla es “Melbourne”, opera prima del realizador iraní Nima Javidi, que la semana pasada ganó el máximo galardón del Festival Internacional de Cine de El Cairo, Egipto.
“Melbourne” está estructurada como una comedia de enredos pero al revés, la primera mentira lleva a una situación que obliga a una segunda mentira que lleva a una situación que obliga a una tercera, pero donde la risa desaparece y en cambio crece la desesperación cuando queda claro que cada vez las salidas son menos y la angosta línea de la liberación se hace cada vez más chica.
Si las películas de competencia internacional resultaron consistentes, fue también magistral la apertura con el “Pasolini” de Abel Ferrara, interpretado por gran Willem Dafoe y que cuenta los últimos días en la vida del autor de “Teorema”, los que van entre el estreno italiano de “Saló o los 120 de Sodoma” y los planes para un nuevo filme, hasta su asesinato, aun no esclarecido y debido a causas políticas o sexuales, o ambas, ya que, como dice Pasolini en la película, “todo es político”.

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