La irrupción hace unos años en las escénicas locales de Simonel Piancatelli implicó un giro, una mirada disidente y saludable que, entre más, se vio reflejada en su exitoso paso, en 2018, por la Comedia Municipal Norberto Campos con la recordada y aún vigente Frankenstein, un amigo diferente, donde propuso una inteligente, sensible y disruptiva revisión de ese clásico que, entre más, se preguntaba quién o quiénes son los verdaderos monstruos más allá de lo que se ve a simple vista.
Militante del colectivo LGTBIQ+ y una vez más dispuesta a repensar y repensarse dentro de ese espacio de cara a sus debates y reclamos en un presente adverso y negacionista, se arriesga ahora, nuevamente como directora, con la obra Paradero, que se conoce este viernes en La Orilla Infinita, donde seguirá en cartel.
¿Qué hizo la sociedad con el amor?
Paradero es una obra que pone en escena diez años vividos entre Carmen y Paloma, una pareja de mujeres de casi cuarenta años, que al separarse hacen carne y eco del mandato social de ser mujeres y ser madres. “Diez años donde no dejarán de preguntarse ¿qué mierda hizo la sociedad con el amor? o ¿por qué durar es mejor que arder?”, plantea el equipo que, más allá de la dramaturgia y dirección de Simonel Piancatelli y la asistencia de Sabrina Marinozzi, cuenta con las actuaciones de Agustina Guirado y Macu Mascía.
“Carmen es una chica sencilla con su identidad lesbiana definida desde la infancia, mientras que Paloma pertenece a una familia muy conservadora, y es o era heterosexual. Pero ahora está enamorada de una mujer, y con mucho trabajo a cuestas, se lo permite. También se permiten soñar con una familia. Así Paloma y Carmen se adentran en el mundo de los tratamientos de fertilidad y descubren el método ROPA. Es una técnica que permite compartir la maternidad entre dos mujeres. Consiste en un ciclo de fecundación in vitro donde una aporta los óvulos (se la llama madre genética), y la otra lo aloja en su útero una vez fecundado (se la denomina madre gestante)”, adelanta el material de prensa de la obra.
Y profundiza: “Se trata de un tratamiento complejo, que además de tiempo y mucho dinero, demanda la entrega de los cuerpos afectados, porque de eso depende el éxito de la intervención. Es un proceso que sin duda deja huellas en las mujeres que deciden atravesarlo. El deseo debe ser muy fuerte para querer pasar por todo esto. Paradero es una obra que, desde la necesidad de contar esta problemática, expone también una crítica social: aún queda mucho camino de igualdad por recorrer. ¿Por qué si una mujer heterosexual desea ser madre, aún con tratamientos de fertilidad asistida, le resulta más fácil que siendo lesbiana? En un contexto de país donde estamos en retroceso en los derechos de las minorías, así como un debilitamiento del Estado, Paradero se erige como un espacio de reflexión y de resistencia de un grupo de mujeres que se junta a crear desde la incertidumbre que supone una pregunta: ¿Dónde iremos a parar?”.
Mirar lo diferente
“Paradero es un decisión política en forma de obra de teatro independiente. Como directora, los derechos que fuimos ganando tanto a nivel sociocultural como también los derechos de las mujeres y del colectivo que me representa, lamentablemente, se van recortando con el gobierno de turno y hay que sostenerse es una lucha colectiva de quienes pertenecemos y defendemos la igualdad de derechos. Soy de las que piensan que la lucha es colectiva y que quienes tenemos la posibilidad de expandir las voces en actividades con público, debemos hacernos cargo de lo que representamos para no desaparecer. Ahora estamos aguantando, y como artista militante uso Paradero no sólo como lo que quiero contar y aportar desde mi profesión, desde mis elecciones, sino también desde mi compromiso social”, planteó la realizadora escénica acerca del tránsito que supone este material desde lo personal hacia lo colectivo.
“Como directora independiente, la idea de llevar una propuesta a escena es algo que sólo se activa en mí cuando encuentro historias que también representen e incluyan la identificación de lo que yo percibo como «diferente». Como ya lo hice con Frankenstein…, mi forma de contar el teatro apunta a la empatía y al compromiso social. Y hoy más que nunca me interesa aportar desde ahí, o al menos intentarlo”, destacó.
“Paradero nace de una pregunta que es como un eco de nuestra realidad social, política y cultural que me interpela como mujer homosexual. Llevo quince años viviendo en Rosario y siendo una gran consumidora, militante y participante activa de nuestro teatro, siento que aún, por lo menos en lo que he visto, no pude responder a una pregunta que tanto me resuena, tanta falta considero que hace y tan poco mostramos: ¿Dónde están las obras de teatro local que hablan del amor entre mujeres y cuentan historias para que no sólo el colectivo empatice sino toda la sociedad?”, sumó.
Y profundizó con notable claridad: “Como espectadora autopercibida lesbiana siempre he podido reconocerme en las historias de amor heterosexual que apuntan a un público general. Entonces me pregunto por qué esto no sucede a la inversa; por qué cuando se trata de alguna actividad que involucra al colectivo LGTBIQ+ parecería que es sólo para las personas que están dentro de esos espacios. Todas esas preguntas me llevaron a montar una pieza teatral que cuenta la historia de amor entre dos mujeres. Diez años de relación atravesando prejuicios, olas de feminismos, matrimonio igualitario, lenguaje inclusivo, métodos y tratamientos de fertilidad, de maternidad compartida. Un poco todo eso es Paradero, porque considero que no se puede amar otro cuerpo sin exponer el propio, y así escribí esta obra durante cinco años atravesando una historia de amor, una pandemia y con muchas pérdidas de familiares y también de amigos. Está inspirada en vivencias reales que he podido ficcionalizar indagando en otras historias de amor, sanando la propia, pero por sobre todo, linkeando con las problemáticas actuales que aparecen en este mundo que sigue siendo patriarcal”.
Las cuatro estaciones
En el mismo sentido, la directora analizó la temática de la obra que, desde una problemática como es la necesidad de cumplir con un mandato como supone la maternidad, se amplifica hacia muchas otras. “La temática de la obra pone en escena diez años de este vínculo entre dos personas que no contamos cronológicamente pero que ordenamos a través de las cuatro estaciones del año. Paradero es el fin o la conclusión de algo que dice Carmen, uno de los personajes. El vínculo es tan intenso y pasa por tantas emociones que lo que buscamos transmitirle a las y los espectadores es un gran interrogante: ¿Dónde iremos a parar como sociedad? ¿Dónde irá a parar este vínculo amoroso? Y una vez desatado el relato, ¿dónde irá a parar el proyecto de maternidad que tanto desean juntas, cuál será su paradero?”, planteo la directora de teatro y DJ.
Para ver de cerca
Piancatelli habló también acerca del trabajo con las talentosas actrices Agustina Guirado y Macu Mascía, cercanas generacionalmente pero distantes en sus recorridos y formaciones. “Trato a esta obra como una obra de «bolsillo». Vengo participando y gestando propuestas teatrales con elencos muy numerosos. Y para esta ocasión, tanto la puesta en escena como también el registro actoral aparecen en el contexto de un plano muy íntimo. Paradero es una obra que se mira de cerca, los personajes están ubicados en un proscenio limitado por los pies de los espectadores. Las que se ven, son escenas que suceden entre Paloma y Carmen, pero también narramos en primera persona otros momentos de esta historia que son completados con preguntas que surgen e invitan al público a pensar en el mientras tanto. Para el personaje de Carmen, que interpreta Macu Mascía, tenía como el «capricho» de que sea una actriz que pertenezca al colectivo LGTBIQ+. Tenía que ver con lograr una empatía a fuego con la interpretación y con el personaje. Carmen es muy especial para mí, me representa en varias oportunidades, me espejo bastante en ella, y confié indiscutiblemente en el talento de Macu, con quien ya que había trabajado como asistente de dirección en Vestuario de mujeres y además de su gran destreza a la hora de actuar siempre sentí que me entendía como persona, y hoy puedo asegurar que no me equivoqué. Y Agustina Guirado es Paloma, ella tiene el «fisic du rol» que es fundamental en esta ocasión para ambos personajes. Al buscar un realismo puro, me determinó bastante que las actrices puedan acercarse a los personajes desde sus propias experiencias. Agustina tiene un amplio desarrollo en el registro audiovisual y su actuación me cautivó desde el momento que descubrí la sutileza que puede generar en sus cambios, en las variaciones de sus emociones”, analizó.
Y respecto a esos vaivenes emocionales que transita Paradero, destacó: “Esta obra es un sube y baja de sensaciones constante. Del mismo modo que existe lo que llamamos cambio de dirección en un recorrido físico-escénico, en este caso, los estados emocionales de los personajes cambian muy abruptamente. Macu y Agustina no se conocían, fue realmente una apuesta desafiante. Porque como actrices, la entrega es del orden de lo carnal, entonces lo que predomina como colegas es la contención fuera de escena. Y sinceramente este factor lo considero fundamental como así también muy necesario para poder actuar en esta obra. Y a eso se suma la asistencia de dirección de Sabrina Marinozzi, una actriz joven con una mirada fresca que la elegí como una pieza imprescindible para abordar este proyecto. Hoy siento que las cuatro que integramos este equipo pudimos, a través de Paradero, exponer nuestras vivencias amorosas, resignificarlas y trabajarlas para llevar a escena lo más cercano a un registro real”.
Para agendar
Paradero tendrá su estreno este viernes 1° de noviembre, a las 21, en la sala La Orilla Infinita (Colón 22), donde seguirá en cartel los siguientes viernes del mes. Las entradas anticipadas se encuentran disponibles en https://laorillainfinita.com.ar/entradas/paradero/ IG: https://www.instagram.com/paradero.obra/?locale=nl