Paraguay se encamina a tener sus próximas elecciones con un sistema de voto preferencial, que definirá el orden de ingreso de los legisladores electos, a partir de una modificación resuelta como forma de combatir el desprestigio del Congreso y de la clase política, aunque desde varios sectores se lo reconoce como perfectible.
«El sistema no es perfecto. Tiene pros y contras. Pero vamos a probar, y se revisará, se ajustará», explicó la diputada Katty González, del Partido Encuentro Nacional, mientras Carlos Ljubetic, asesor de la Justicia electoral, consideró que la reforma es «buena, porque respondió a lo que la mayoría de la gente quería, que era desbloquear las nóminas».
El nuevo sistema fue denominado de “desbloqueo de listas” y fue promulgado la semana pasada por el presidente Mario Abdo Benítez.
Consiste en que las nóminas aún serán cerradas y por partido, pero cada elector elegirá una lista y dentro de ella marcará al candidato de su preferencia.
El conteo de bancas se mantendrá inalterable, y se seguirá realizando mediante el sistema D’Hont, pero una vez establecido el número de escaños para cada partido, se reordenarán las listas en función del número de votos preferenciales recibido por cada integrante de la nómina.
La nueva normativa también contempla el uso de tecnología, porque se incorporarán máquinas que entregarán una papeleta, que el ciudadano deberá depositar en una urna.
Los cambios regirán desde las municipales del 2020 y para todas las categorías legislativas: juntas municipales y departamentales (provincias), y diputados y senadores nacionales. Pero las internas partidarias se harán también bajo este sistema.
El Congreso aprobó la iniciativa –del bloque del centroderechista Patria Querida– después de descartar otros dos proyectos, uno de Cruzada Nacional y otro del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).
«Teníamos un sistema obsoleto y una representación en franca decadencia. Las listas sábanas permitía que se «escondieran» dentro candidatos denunciados, procesados, cuestionados», advirtió la diputada González en declaraciones a la agencia Télam.
El especialista Ljubetic, a su turno, admitió que había quienes preferían que el llamado «voto preferencial» (señalar a uno de la lista elegida) no fuera obligatorio y reconoció que los cambios «hacen más largo el escrutinio», pero despejó eventuales dudas sobre la posibilidad de que la papeleta impliquen de alguna manera la chance de controlar los votos.
«La experiencia en Sudamérica permite ver que las máquinas hacen imposible hacer un seguimiento del voto. Cualquier persona razonable puede verlo», remarcó Ljubetic.
Además de la exigencia de mayor inversión económica y de capacitación para las autoridades de mesa y para los votantes mismos, el nuevo sistema afronta otra debilidad: el voto preferencial de los ciudadanos puede alterar el intercalado de hombre-mujer de las listas iniciales.
Otro temor que expresó parte de la prensa tiene que ver con la posibilidad de que los candidatos con mayor poderío económico obtengan ventaja en la disputa con sus pares, aún con los de su propia lista.
Las reformas fueron resultado de una serie de discusiones –de las que participaron también algunas ONG– que incluyeron el estudio de legislaciones comparadas y de los sistemas similares que se aplican en Perú, Panamá, Colombia, El Salvador y Brasil.
«El voto partidario va a seguir siendo importante, porque serán los que marcan el número de bancas. Pero la elección de cada elector tendrá su peso», destacó Ljubetic.
La diputada González señaló que, aun cuando la reforma es perfectible, «este Congreso está muy desprestigiado y el sistema no daba para más». «Esto será un experimento. Probemos. Y en todo caso, ajustaremos, revisaremos», evaluó la legisladora del PEN.