Marcela Abello atiende el teléfono mientras cocina. Son las 20 horas de un día de cuarentena y la subdirectora del Cemar responde preguntas después de terminar otra jornada laboral. Es que la cantidad de partos que atienden en la maternidad no varió durante la pandemia. Pero sí debieron adecuar la atención a los protocolos de prevención de Covid-19 para garantizar que las medidas de salubridad no impidan que las cerca de 300 mujeres y gestantes que llegan cada mes puedan parir de forma respetada. Lo mismo hizo el personal de salud del Roque Sáenz Peña, donde nacieron 225 bebés desde el inicio de la pandemia. Desde los efectores municipales aseguraron que las medidas de prevención no atentaron contra los derechos de mujeres y gestantes que establece la ley 25.929 de parto humanizado. Las únicas restricciones a la práctica habitual las hicieron en el ingreso del acompañamiento al quirófano en caso de cesárea, la rotación de acompañantes en el proceso de preparto y parto, y la visita de otros familiares durante la internación o en neonatología. Según señalaron, hasta el momento no hubo casos positivos de Covid-19 en personas embarazadas, pero los efectores públicos dispusieron de áreas especiales y separadas del resto de las salas para tratar casos sospechosos y evitar contagios.
“No cambió la modalidad de atención. Los protocolos por coronavirus no impiden que los partos sean respetados. Seguimos garantizando el acompañamiento, el alojamiento conjunto, el contacto temprano con el bebé, y todos los derechos de la ley. No hemos tenido casos positivos de Covid-19 en embarazadas, pero hay áreas preparadas para positivas y sospechosas, que no incluye romper con las reglas de parto respetado sino que las mantienen con resguardos. Las dos maternidades de Rosario están trabajando como lo hacen habitualmente, con los recaudos necesarios pero sin alterar el parto y el acompañamiento”, dijo a El Ciudadano el director de Salud Sexual municipal, Daniel Teppaz.
En la salud privada la situación es otra. Desde el Colectivo Autoconvocado de Mujeres en Tribu, que trabaja por la implementación de la ley, recibieron consultas de embarazadas y parturientas que aseguraban que algunos centros de salud privados se excusaban en la pandemia para no respetar sus derechos.
Garantías y cuidados
En la Maternidad Martín atienden un promedio de 300 partos mensuales siguiendo las normas establecidas en la ley de parto humanizado. Incluyen respetar los tiempos de mujeres y personas gestantes, evitar prácticas invasivas como el suministro de medicación innecesaria, informar sobre las diferentes intervenciones médicas y que la parturienta pueda participar en la toma de decisiones. Desde la llegada de la pandemia, las y los profesionales de la salud debieron articular las garantías de mujeres y gestantes con los cuidados y protocolos de prevención de coronavirus.
“La pandemia trajo caos institucional. Como equipo de salud hubo gran nerviosismo, en las protecciones, en cómo cuidarse con la sensación de que era un bicho que traspasaba muros. Fue difícil manejar a todo el equipo pero las personas seguían pariendo. Las mujeres consultaban con miedo a personajes vestidos con una especie de disfraz que trataban de tener una charla amistosa con ellas. No es convencional, pero no modificamos los tratos”, contó Abello, quien aseguró que en la actualidad lograron una planificación más consolidada.
“En los nacimientos tuvimos que restringir la visita de familiares. La persona que va a parir puede ir con la pareja que designe durante todo el preparto y esa persona será quien haga el acompañamiento en la sala de parto. La única excepción la hacemos si va a cesárea para respetar el distanciamiento dentro del quirófano y porque hay insumos que tenemos que guardar”, explicó la subdirectora de la Martin acerca de las modificaciones que tuvieron que adoptar para seguir los protocolos de salubridad. “Seguimos con el corte tardío de cordón, el contacto primero del bebé con el pecho materno, y el acompañamiento durante todo el proceso. Son reglamentaciones que hay que cumplir”, agregó.
Abello informó que desde el inicio de la pandemia no registraron embarazadas o personas en trabajo de parto con fiebre. “Establecimos un circuito de protocolo ante cualquier consulta de fiebre que enmarca a la persona como sospechosa. Las consultas de fiebre durante el embarazo pueden deberse a otras patologías como infección urinaria o dengue. Pero hasta tener el diagnóstico se las aísla y se activa un circuito especial para evitar el contacto con otros pacientes. Primero se descarta que tenga Covid-19 y después le hacen el resto de los estudios”, explicó.
En cuanto a los controles prenatales, la subdirectora de la Martin dijo que suspendieron algunas ecografías y dejaron sólo las necesarias, con prioridad a los servicios de pediatría, recién nacidos y controles de embarazos.
Abello adelantó que para fin de mes tienen previsto habilitar consultorios en planta baja para atender embarazadas. “Vamos afinando los protocolos de forma escalonada. Seguimos con consultorios de alto riesgo y derivaciones de centros de salud. Los médicos y médicas no hicieron parate. Tratamos de disminuir o moderar la circulación en salas de espera. Pero el contenido de la atención es el mismo”, destacó.
Respetado
Cuando empezó la pandemia, el equipo de salud del Hospital Roque Sáenz Peña revisó los protocolos de coronavirus enviados por Nación y la Organización Mundial de la Salud para adaptarlos a las prácticas de partos respetados que vienen garantizando desde hace tres años.
“No hay justificativo en el escenario de la pandemia para no garantizar el derecho a un parto respetado. La institución se debe organizar sin pasar por encima del derecho de otras personas”, dijo Matías Vidal, director de la institución, y señaló que informan sobre el protocolo de sanidad a las personas embarazadas que se atienden en la maternidad.
En cuanto a los cuidados, Vidal explicó que antes de ingresar al trabajo de parto la embarazada y su acompañante pasan por un control para descartar síntomas compatibles con Covid-19. En el Hospital, adaptaron el protocolo para respetar la libertad del movimiento de la mujer y persona gestante por la habitación sin descuidar los cuidados para prevenir contagios. El personal de salud atiende con un equipo especial de batas, máscaras, guantes y barbijo. Aún en casos negativos, el parto sigue los protocolos como si la persona embarazada fuera sospechosa.
“Tenemos naturalizados los cuidados para que el parto sea respetado. La única restricción que pusimos fue limitar el acompañamiento en el quirófano en caso de una cesárea, ya que si hay alguna complicación por vía aérea durante la cirugía puede ser peligroso. Lo mismo en la atención de urgencias y emergencias. También restringimos el recambio de acompañantes durante el trabajo de preparto y parto, que en el hospital ocurre en la misma habitación. La persona por parir elige quien será su acompañante. Estará las 24 horas pero no podrá salir de la sala para respetar la cuarentena. Luego del parto, y durante la internación, también fueron restringidas las visitas de familiares. El resto de los pasos se cumplen igual que siempre”, aseguró el titular de la institución.
Vidal explicó que en la sala de neonatología mantuvieron el ingreso irrestricto durante las 24 horas para padres y madres, pero ahora debe entrar una persona a la vez para restringir la circulación. También redujeron los días de visitas para otros familiares. Personal de salud entrega un informe sobre el estado de salud del bebé y, con distanciamiento, enseña el entrenamiento por si hay algún evento después del alta.
En cuanto a los controles prenatales, el titular del Roque señaló que redujeron la cantidad de ecografías para priorizar las vinculadas al control de embarazo. Mujeres y gestantes pueden entrar acompañadas respetando el uso de barbijos, el lavado de manos con alcohol y la distancia.
“Fue un proceso complejo. Llegó mucha información en simultáneo. Nos organizamos rápido. Se armó un comité central por la pandemia y un subcomité por efector donde cada sector tiene un infectólogo que está en contacto directo con el comité central. El protocolo municipal se adecuó a cada institución, según las características edilicias”, explicó Vidal.
“La falta de insumos fue un problema inicial, pero se hicieron compras centralizadas, se organizó cómo utilizar el material para no contagiarse y cada servicio entrenó a su equipo sobre el uso de materiales. Hemos tenido tiempo y la experiencia de otros países. Fue una situación inédita que no pensamos que íbamos a vivir ya que se trata de una pandemia con una velocidad de información que no tiene antecedentes”, agregó.
Pandennials
Desde que empezó el aislamiento nacieron 225 bebés en la maternidad del Roque Sáenz Peña, de los cuales sólo un 17 por ciento fue por cesáreas. El número muestra una baja en relación con el 23 por ciento de cirugías anuales que se diferencia del 50 por ciento promedio que se hacen en la salud privada. “Son sólo dos meses, pero nos llamó la atención que hayan bajado. Una hipótesis que manejamos con el personal de salud es que por la cuarentena la mujer está acompañada las semanas previas al parto y eso le permite llegar más tranquila. Quizás el dato sirva para repensar las licencias paternas. Las cesáreas son más inseguras en el contexto de pandemia, por lo que no hay que forzarlas”, opinó Vidal.
En el Roque no registraron casos positivos de Covid-19 en personas embarazadas. “Hubo una sola sospechosa que después de una cesárea manifestó dolor de garganta, pero el hisopado le dio negativo”, señaló Vidal, y mencionó que los test permiten tener resultados en 3 horas sin necesidad de trasladar a la persona embarazada. A su vez, en casos de positivos, la institución cuenta con habitaciones aisladas y un protocolo de limpieza especial para evitar contagios.
“No se sabe qué pasa si la persona se infecta en el primer trimestre de embarazo porque esos bebés aun no nacieron. Las infectadas cuyos bebés ya nacieron no tuvieron complicaciones, a diferencia de la gripe A que era más grave en embarazadas”, concluyó.
En primera
Marilina está embarazada de 4 meses. La noticia de que iba a ser mamá llegó días antes del aislamiento. Es el primer bebé de la familia y lo llamarán Salvador. Con su pareja, eligieron una médica obstetra formada en la salud pública que también atiende en un centro privado. Le recetó una ecografía y unos análisis de control. Sacó turno en una clínica privada donde le avisaron que debía ir sola. “No me dejaron ni siquiera filmar la ecografía. Le consulté a quien me la hizo si podía hacer una videollamada para que el padre la viera y tampoco me lo permitieron”, contó.
En otro centro privado la situación fue similar. No la dejaron entrar acompañada, ni filmar la ecografía pero esta vez le ofrecieron venderle la grabación para verla en su casa.
Marilina es primeriza y le hubiera gustado transitar el embarazo como lo hicieron algunas amigas: asistiendo a cursos prenatales, tomando clases de yoga o natación, contenida por su familia. Pero el aislamiento sólo le permite tomar un curso virtual prenatal de parto. “Hay varias parejas en situación de parto. Tenían la misma información que yo. Ninguna maternidad permitía acompañantes en el quirófano, y algunas ni siquiera en parto normal. Yo tengo fecha para octubre y espero que todo se normalice. El papá quiere estar ahí. Hoy él sólo puede ver el video de la ecografía o leer el informe. Me parece un horror estar sola en el parto”, contó.
Hace 5 años, Estefanía tuvo a su primera hija Sofía por parto natural. Debido a problemas metabólicos debieron inyectarle insulina lo que activó un protocolo de separación y 10 minutos después del parto, la bebé fue internada en neonatología para control. “No me dejaron verla las primeras horas de vida ni entrar a amamantarla. Ella no tenía nada pero por protocolo estuvo 4 días internada. Le dieron dan leche de fórmula que rechazó y tuvo una reacción alérgica a la proteína de leche de vaca. No encontré contención profesional. Minimizaron la lactancia y la separación”, contó Estefanía. “Si bien el protocolo es correcto, no respetaron los tiempos de contacto con la madre. Ven las generalidades, no cada caso particular”, agregó sobre su experiencia en una maternidad privada.
A partir de su primer embarazo, Estefanía retomó los estudios de abogacía y en la actualidad investiga sobre Derechos Perinatales en el Centro de Investigaciones en Derecho de la Salud de la UNR. Con estos conocimientos buscó que el segundo parto sea respetado. “Estaba angustiada y con incertidumbre por la pandemia. Cambié de obstetra justo antes del aislamiento. Tenía alto riesgo por sobrepeso, pero el embarazo estaba bien y esta vez no fue necesario que me aplicaran insulina ni que activaran el protocolo”, contó sobre el parto de Olivia, su hija, quien nació el 7 de mayo. “Fue un parto soñado. Tuve que ir con el pañuelo blanco en el auto porque fue inminente. Llegué a las 7.15 al sanatorio y la beba nació 45 minutos después. Tuve contacto piel con piel, cortaron el cordón con la placenta adentro, y mi marido puedo entrar con las medidas de seguridad por Covid-19”, contó.
Clara tiene fecha de parto para principios de julio. Durante estos meses de embarazo le suspendieron algunas ecografías por la pandemia. Cuando finalmente fue a hacerse una de control, llevó impresas las recomendaciones del Ministerio de Salud, pero en la clínica se las rechazaron. “No lo dejaron entrar a mi esposo ni siquiera a la sala de espera. La persona que me iba a hacer la ecografía me dijo de mala manera que él no podía entrar, nos pidió que la protegiéramos a ella y nos cerró la puerta en la cara. Me dijo que más allá de la recomendación, pueden decidir qué hacer porque en la clínica no les dan los elementos de protección. Fue una situación tensa. Somos primerizos y hace tres meses que el padre no escucha el corazón de su hijo. Ya perdimos un embarazo y está situación fue muy angustiante”, contó.
“Es un momento de mucho aprendizaje. Hay obstáculos en las autorizaciones en la obra social, las instituciones y mucha incertidumbre. No es la situación ideal. Con mi esposo tenemos los mismos derechos y para mi era importante que él estuviera”, concluyó.