Sindicatos del Gran Rosario realizaron este jueves un paro regional de 24 horas «contra la violencia» y una movilización a media mañana hasta la sede local de la Gobernación en la ciudad como respuesta al escenario de ataques armados que incluyen a escuelas como blanco, homicidios por disutas territoriales, bandas delictivas que siguen operando con sus líderes encarcelados, extorsiones y víctimas fatales, en el marco además de una situación social de creciente marginalidad y un Estado, en todos los niveles, que no atina a diseñar una política de seguridad integral.
La huelga fue acordada entre una decena de sindicatos durante una reunión multisectorial de la que también participaron organizaciones sociales, que luego adhirieron al paro nacional convocado para repudiar la represión en la provincia de Jujuy.
Referentes de diferentes espacios convocantes coincidieron en resaltar la heterogeneidad de la manifestación popular, que incluyó todos los estratos sociales y varios posicionamientos políticos, así como representantes de los trabajadores organizados y de la economía popular y distintos credos religiosos.
La actividad arrancó con una movilización desde los Tribunales rosarinos, ubicados en bulevar Oroño y avenida Pellegrini, hasta la plaza San Martín, frente al edificio de la Gobernación de Santa Fe.
Como parte de la medida, que incluyó la adhesión de los gremios docentes de todos los niveles, no se dictaron clases en las escuelas públicas y de gestión privada ni en la Universidad Nacional de Rosario, que desobligó a docentes, no docentes y alumnos para que participen de la jornada.
«El 13 de junio llevamos adelante en las escuelas una jornada en contra la violencia y en defensa de la vida, pero sostenemos que el problema de la violencia no es exclusivo del sector docente o de la educación, sino que es necesario pensar acciones multisectoriales», dijo el secretario general de la Asociación del Magisterio de Santa Fe (Amsafé), Rodrigo Alonso.
El Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop) señaló en un comunicado que «la inseguridad sigue siendo parte de cotidianeidad de las escuelas y hasta hoy no hemos tenido respuestas ni nuevas convocatorias para concretar mesas de diálogo».
A la medida de fuerza también adhierieron los profesionales de la salud de Siprus; la delegación local de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE); los docentes universitarios de Coad; Judiciales; municipales; recolectores de residuos; Camioneros alineados con Pablo Moyano; el Sindicato de Prensa Rosario; el personal de la Universidad Nacional Tecnológica reunido en el gremio Fagdut; Dragado y Balizamiento, entre otros.
El secretario general de Fagdut en Rosario, Eduardo Marostica, sostuvo que «es válido juntarse en la calle para manifestar la bronca ante uno de los problemas importantes que tenemos hoy, más allá de lo económico: aquí en Rosario, donde lamentablemente el Gobierno no está realizando nada en concreto».
El dirigente del gremio universitario agregó que «cuando se atenta contra la inseguridad de las personas, cuesta planificar, pensar y estudiar».
La jornada de huelga estuvo precedida por varias movilizaciones de docentes tras hechos de balaceras a edificios escolares y la lesión a un alumno de primer grado, herido en una pierna a la salida del establecimiento. Pero también a un paisaje generalizado de inseguridad, críticas al accionar de la fuerza de seguridad provincial y sospechas de impunidad y complicidades varias con los escalones más bajos de las redes criminales.
Unidad inédita ante el espanto y la falta de respuestas
“El mensaje es claro. No hay disputa gremial, hay unidad de toda la sociedad de paz y tranquilidad para trabajar y vivir”, describió la jornada Martín Lucero, máximo referente de Sadop Rosario.
“Las escuelas que no participaron de la jornada de protesta son sólo el 5 por ciento y son aquellas de alta gama. La única lectura posible del por qué es porque no comparten este mensaje y lo establecieron en un comunicado: creen que tiene que haber línea anónima de denuncia con el Ministerio de Seguridad, que haya mayor presencia policial y monitoreo permanente. Son todos los esquemas de seguridad que plantean la mano dura. Nosotros entendemos que lo que van a hacer esos colegios cuando tengan la línea directa es denunciar a los cuidacoches, lo que quieren es el modelo de (el gobernador) Gerardo Morales en Jujuy, no paz y tranquilidad como lo estamos pidiendo nosotros”, marcó la diferente concepción de cómo debe abordarse el problema de la inseguridad, con políticas inclusivas en lugar de sólo punitivas.
“Es un reclamo al Estado en su conjunto a los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial”, aclaró el dirigente.
“Lo de hoy es histórico. Hemos tenido reunión con muchos sectores sindicales, organizaciones barriales, centros parroquiales, centros cristianos, para decir basta. No se puede sostener más la situación. La escuela tiene que ser un territorio de paz. Hay una falta total de presencia del Estado, que no tiene el control. Están matando pibes», aportó por su parte desde la marcha Pablo Aftun, de Amsafé.
«Como docentes que siempre marchamos por reclamos salariales y condiciones laborales, jamás pensamos estar marchando en conjunto con todos los que están acá para pedir paz, que nos cuiden, que basta de balaceras. Necesitamos que se corte el problema de narcotráfico, que no haya más connivencia con sectores políticos y policiales”, reflejó además la complejidad del fenómeno que acorrala a los rosarinos.
La movilización se destacó por la heterogeneidad de voces que reclamaron por lo mismo. De eso dio cuenta David Mendieta, de la Organización Social Evangélica Ojos que ven: “Desde la Sociedad Pastoral Evangélica creemos que se necesita esta gran movilización en la que conviven trabajadores de la economía popular, espacios sindicales y organizaciones que venimos levantando la voz de la esperanza y la paz como proyecto político”, resumió el espítritu de la convocatoria.
“El problema de la violencia nos atraviesa fuertemente porque las comunidades, instituciones y clubes que estamos dentro de la Pastoral caminamos los barrios día a día y vivimos ahí. Estamos acá porque ya no hay más palabras para la compleja situación de nuestra ciudad y país. Ni hablar lo que pasa en Jujuy con la represión del gobernador Morales”, integró Mendieta realidades que reconocen trasfondos comunes.