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Paro Multisectorial en Rosario: un grito unánime contra la violencia

El 22 de junio pasará a la historia como un día que marcó un antes y un después en Rosario, cuando gremios pertenecientes a diferentes centrales de trabajadores se unieron en un paro multisectorial en respuesta a una creciente ola de violencia en la ciudad

P.L.

El 22 de junio pasará a la historia como un día que marcó un antes y un después en la ciudad de Rosario. En un hecho que remonta su antecedente más cercano a los años 90, gremios pertenecientes a diferentes centrales de trabajadores se unieron en un paro multisectorial en respuesta a una creciente ola de violencia que había comenzado en el mes de marzo. La convocatoria central fue la alarmante violencia dirigida específicamente hacia las escuelas, con balaceras y amenazas que se venían intensificando semana a semana.

Un abanico de organizaciones sociales, sindicales, institucionales, estudiantiles, expresiones de diferentes creencias religiosas y organizaciones barriales se sumaron a esta histórica protesta, sumando más de 100 adhesiones que manifestaron su reclamo a través de un documento conjunto en la plaza 25 de mayo luego de una marcha que comenzó en el Parque Independencia.

El articulador de este encuentro fue el gremio docente AMSAFE, “El emergente fue la violencia contra las escuelas, atacar a las infancias que históricamente han sido espacios de cuidado y enseñanza. Y terminan siendo lugares para visibilizar otras disputas entre bandas y lo que nosotros entendimos que solapaba este hecho es que era un intento de generar caos, desesperanza y, también como correlato, instalar mediante los medios de comunicación que la solución tenía que ser con la mano dura”, relata Violeta Castillo, delegada de base de AMSAFE e integrante de la comisión directiva de la CTA.

El paro fue el resultado de múltiples situaciones que parecían imparables. Los ataques y balaceras a escuelas, espacios sindicales y comercios, así como la violencia generalizada que se vivía, llevó a unir a todos en un reclamo compartido movilizando tanto a quienes estaban en algún espacio organizado como a aquellos que no lo estaban.

Existía una correlación entre las propuestas de las organizaciones y trabajadores, y el sentir social en general. La balacera en inmediaciones de la escuela Ortolani, que afectó especialmente al sector docente, impulsó la propuesta de un paro que trascendiera al ámbito educativo y de trabajadores estatales, abarcando a toda la sociedad.

“La solución que se quería imponer a través de los medios de comunicación era la mano dura, armas y policías en la calle, generando caos y miedo», cuenta Violeta y continúa: «Entendemos que la concentración de la riqueza y una sociedad cada vez más desigual son los problemas para enfrentar. Romper con la idea de un presente continuo sin escapatoria hacia un trabajo digno o un futuro para nuestras infancias». Y contrapone: “Nuestro planteo como gremio fue fortalecer las redes en los territorios, tomando la metodología de «Escuelas como territorio de paz», una experiencia que en otro contexto aplicó Colombia para crear espacios de cuidado, crianza y proyección de una sociedad futura con amorosidad y valores, reconstruyendo el tejido social desmembrado por el narcotráfico».

Un punto de inflexión a la resignación o apatía

El paro fue una ruptura, un punto de inflexión, a la resignación o apatía que aparece como marca de época en el contexto social. En este sentido Castillo destaca el valor de la organización.

En la movilización del 22, distintas organizaciones, como los docentes de AMSAFE y SADOP, el movimiento de Escuelas como Territorio de Paz se unió junto con espacios sindicales, territoriales y estudiantiles, así como organizaciones ecuménicas. También se sumaron los trabajadores de la Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), quienes habían enfrentado amenazas y balaceras.

“Trabajamos en conjunto, pusimos sobre la mesa la preocupación común de enfrentar la violencia y el narcotráfico y a la vez valorando demandas propias de cada sector. Esta red de colaboración se convierte en un recurso esencial para generar programas y planes que aborden las difíciles situaciones que los trabajadores enfrentamos y analizamos que van a empeorar”, agrega Violeta Castillo.

La referente de la CTA aclara también que el discurso crítico hacia los sindicatos forma parte de un relato que se quiere instalar y que el encuentro del 22 de junio puso en evidencia que no tiene correlato con la realidad.

“No es real que no haya sindicatos, que no haya organización, ponernos de acuerdo y poder identificar cuál es el enemigo al que nos enfrentamos, que no son los gobiernos, que los gobiernos son los que llevan adelante las políticas pero que los responsables son mucho más grandes que eso, son los dueños de la riqueza que se llevan todos los días del país”, dice.

A la situación puntual de Rosario y la región se sumó en el contexto nacional el Paro Nacional declarado por CTERA. En este caso el paro respondía a la creciente conflictividad en Jujuy producto del accionar del gobernador Gerardo Morales. Este elemento se sumó a la movilización en Rosario como uno de los temas que se mencionó en el documento de la multisectorial que se leyó en forma colectiva durante el acto de cierre del paro.

Mientras crecía la violencia en Jujuy y la apatía parecía ganar terreno el contrapeso más importante ocurrió en Rosario el 22 de junio cuando los gremios, las organizaciones sociales y los ciudadanos, cansados de la violencia, salieron juntos a decir “Basta de Violencia”.

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