Joaquín Penina fue un militante anarquista de origen español que trabajó como obrero e hizo tareas de propaganda para su movimiento, y que fue presa de la fatalidad al constituirse en lo que la mitología social-popular habría de considerar como el primer fusilado por las fuerzas represivas, sin juicio ni sentencia, luego del golpe del general Uriburu en 1930; es decir, alguien que inaugura una larga cadena de crímenes clandestinos cometidos por los militares y los organismos de seguridad. Poco se supo del hecho durante y después de que ocurrió y recién un par de décadas más tarde un libro editado por militantes anarquistas rosarinos, entre los que se contaba Fernando Quesada, daría cuenta del suceso y de algunos detalles. Luego, hacia mediados de los sesenta, el poeta rosarino Aldo Oliva ampliaría el panorama sobre la muerte de Penina en un pequeño libro editado por el sello de la Biblioteca Vigil, un texto que más tarde los esbirros que oficiaron de interventores durante la última dictadura militar en –como se la conoce– La Vigil hicieron desaparecer o quemaron, espantados por el terror que la letra impresa despertaba en ellos. Ya entrado este nuevo siglo, uno de los miembros históricos de La Vigil tuvo en sus manos un ejemplar bastante deteriorado, pero intacto en su contenido, de este libro. A partir de allí, uno de los hijos de Oliva, Antonio, inicia un peregrinaje para reeditar el libro de su padre que lo llevará hasta España y hasta los lugares donde nació y vivió Penina.
Diego Fidalgo, realizador rosarino, seducido por la historia trágica de este anarquista español, se sintió tentado a imaginar un documental que ampliara un poco la historia de Penina y en ese trance se cruzó con Antonio Oliva. De tal encuentro surgiría la idea de plantar bandera con dos vertientes sobre un posible relato sobre Penina: la reconstrucción de los días de vida del anarquista aquí y en España y la puesta sobre el itinerario recorrido por el hijo del poeta para hacer que el libro de su padre revelara a nuevos lectores aquella historia fatal. El resultado se llama Hombres de ideas avanzadas, un film que tuvo su estreno el jueves pasado en el cine El Cairo –como parte de las producciones de Espacio Santafesino, el programa estímulo audiovisual de la Secretaría de Innovación y Cultura– y que lleva como epígrafe “La historia de Joaquín Penina”.
Seguidamente, Fidalgo da cuenta de sus motivaciones, de lo que fue surgiendo en la investigación sobre el militante, de la road-movie que lo llevó a las localidades catalanas donde vivió Penina, de la importancia de la reedición del libro de Oliva y de la ampliación de los datos que aparecieron luego del rodaje –que cuenta con testimonios tanto de anarquistas rosarinos nucleados en la Biblioteca Ghiraldo como del escritor Osvaldo Bayer–, como resultado de una búsqueda en la memoria y la historia que permite rescatar momentos de una gesta señera en la lucha del movimiento obrero.
—El título del documental es “Hombres de ideas avanzadas”, algo que parece más colectivo, más abarcativo, pero en realidad se reconstruye la historia de un solo hombre…
—Es como un poco como ir de lo individual a algo más general, es un caso emblemático si se quiere; el título sale de un artículo que aparece en (el diario) La Capital de aquella época, que decía: “…se fusilaron en Rosario tres hombres de ideas avanzadas…”; eso se publicó mientras Penina estaba todavía con vida: se publica el 10 de septiembre y a él lo fusilan el 11, y además sólo lo fusilan a él; a sus compañeros los liberan.
—Hay una imagen de ese artículo en el documental…
—Sí hay una imagen y algo sobre el lugar del fusilamiento; parto de ese hombre de ideas avanzadas y me voy acercando al relato coral para reconstruir esa idea que habla “de hombres de ideas avanzadas”; de alguna manera le da contenido a eso que era esta gente; es muy significativo que se trate de un mote que le pone el mismo diario o la Policía: desde ese lugar tenía una connotación muy negativa.
—Puede pensarse que no deben haber sabido qué significaba ese mote que habla de una época porque “ ideas avanzadas” era lo opuesto al conservadurismo que primaba en ese momento, que viene a consolidar el golpe de Uriburu.
—Sí, de hecho el manuscrito que usan para inculpar a Penina y por el cual dicen fusilarlo decía que el enemigo central de la clase obrera era el militarismo, que el militarismo era esa “plaga funesta de todos los pueblos”; sin embargo Penina, si bien estaba vinculado a las organizaciones de obreros anarquistas, no era un cuadro, era un militante más periférico.
—¿Cómo surge tu interés por Penina?
—Me acuerdo que el primer registro que tengo es el libro de (Fernando) Quesada, el primer libro que se hizo sobre Penina y que cuando lo vi me impactó. Luego, cuando me encuentro con el libro de Aldo Oliva, que estaba exhibido en el Museo de la Memoria como en una jaula de cristal, y que era el libro recuperado, se va haciendo fuerte la idea del documental.
—En la película aparecen un par de vertientes: por un lado la historia de Penina, y por otro está la historia de la reedición del libro de Aldo Oliva; se dan como dos relatos paralelos: la reedición del libro de Oliva aparece con un peso más específico que la historia de Penina…
—Es un poco así porque datos de Penina había muy pocos: la actualización del libro era como la actualización de la misma historia de Penina, como una historia que se va actualizando permanentemente; con el libro de Quesada, con el libro de Oliva en el 65 y con la reedición del libro en 2007, en cada una de ellas se obtienen nuevos datos; en el documental hay como una especie de ardid narrativo que trata de responder por qué investiga Antonio esa historia si ya fue investigada para el libro de su padre; el ardid era que él investiga todo eso para hacer el prólogo de esta nueva edición del libro que se edita en España (un libro que aquí está agotado porque llegaron no más de 500 ejemplares); en cuanto a Penina conseguimos el prontuario de la Policía que todavía no había visto nadie; fue un momento realmente emotivo: cuando el comisario nos da el expediente y nos encontramos con la foto de Penina casi nos caemos de culo, había manuscritos de él, informes de los espías.
—¿Cómo surge entonces el planteo de la puesta en escena de estas dos ideas?
—Me parecía que la reedición del libro era más interesante que hacer un documental histórico sobre Penina, con testimonios, algo de eso hay en la película, pero me parecía más interesante que hubiera un protagonista y está bueno porque es un personaje genuino de la película, es el hijo de quien escribió sobre Penina; en el relato hay un falsete temporal porque la reedición del libro es en 2007 y nosotros viajamos en 2010 y ahí hicimos la reconstrucción de ese primer viaje; en ese primer viaje Antonio llevó una cámara e hizo un video donde hay incorporadas algunas imágenes de las presentaciones de los libros; yo le había dado algunas indicaciones como para que filmara algunas cosas, entonces todas las recreaciones que hicimos juegan con esos materiales de archivo; el tiempo presente del relato es 2007.
—Pasás de la seducción por el personaje de Penina al viaje que va a hacer Oliva…
—No quisimos jugar con las convenciones como que era el primer desaparecido, no caer en facilismos y coincidencias y encontramos en la figura de Antonio Oliva como el tipo que podía ir atando esos cabos sueltos; de todos modos la investigación tampoco lleva a ningún lado, tiene como toda investigación líneas que se pierden.
—Líneas de fuga, porque llega un momento en que sobre el personaje no podés reconstruir nada más por falta de testimonios o testigos; sin embargo entrevistan a Osvaldo Bayer.
—Sí era alguien que por edad estaba cerca de los amigos de Penina, y sabía mucho sobre él; hizo la semblanza de cómo era Penina, nos contó de su militancia pacifista, de su apasionamiento por la lectura, que donaba todo lo que tenía para sus compañeros. En el viaje que volvimos a hacer después con Oliva conseguimos más testimonios, los de una anciana que era pariente de Penina; el archivero de Gironella que encontramos y del que no teníamos ningún dato: nos enteramos que en vez de 30 años que decían que tenía Penina cuando lo matan, tenía 25, vimos la partida de nacimiento.
—¿Cuál creés que sea la circulación que pueda tener este film; en qué espectador pensás?
—El Incaa te compra el documental para pasar por Incaa TV y se exhibirá en los espacios Incaa. Después tenés que cargarte la película al hombro; pienso en dos formas de circulación: una en las redes anarquistas, a los grupos de Rosario les pedí que la difundieran y llegaron correos de gente interesada de Paraguay, España, es una red más informal, y después las escuelas también son espacios posibles para su difusión.