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Paseo salvaje por el Hollywood de los años 90 con hechiceras, zombies, sicarios e inescrupulosos

“Brand New Cherry Flavor” es una ingeniosa e irreverente comedia negra donde una joven directora de cine trama una siniestra y terrorífica venganza contra el productor que le robó su película en una Los Ángeles de pesadilla, llena de crímenes, sexo delirante y horror desbocado

La serie Brand New Cherry Flavor es, en primera instancia, una rareza dentro de la pueril y esquemática producción propia de una plataforma como Netflix. Lanzada este mes sin mucho ruido, casi, se diría, con cierta timidez o incluso resquemor, el proyecto de Nick Antosca (Chanell Zero) rompe moldes televisivos festivamente y se afirma como una apuesta más que destacable, pero sobre todo o exclusivamente para quienes sean afines al horror desquiciado con raíces en la vertientes  genéricas de los 90.

Ya desde el comienzo (en la mismísima primera imagen) sobrevuela un aire lyncheano, y pronto asomarán sesgos de David Cronenberg y Clive Barker, entre otras posibles referencias a aquellas reescrituras de los códigos del terror de hace ya algunas décadas.

Pero aquí no se trata, bajo ningún punto de vista, de un vano homenaje plagado de citas para entendidos, ni mucho menos de esa nostalgia injustificada que campea en mucha serie. Se trata en cambio de un gesto celebratorio que se escapa respetuosamente de sus referentes.

Los toma, los festeja, los homenajea también, pero simplemente con el gusto de una celebración actual que se sirve de lo más querido para ponerse a jugar sin tapujos.

Parque temático de exuberancia y excentricidad

Brand New Cherry Flavor es, evidentemente, una serie de terror. Pero también es una comedia negra desbocada. Y es ese humor algo brutal lo que dota de una coherencia incómoda a la incontable cantidad de ocurrencias y rarezas extremas que se acumulan episodio a episodio, partiendo, claramente, de un hallazgo desquiciado: la chica que vomita gatitos con los que debe pagar lo que debe a la hechicera con la que ha pactado.

En este universo semejante despropósito no se ve nada forzado, sino que se integra cómicamente y a la perfección en esta fiesta de la desmesura que dura ocho capítulos y que deja con ganas de más. Brand New Cherry Flavor es como un parque temático de la exuberancia y la excentricidad, del horror desbocado y del humor más negro. Todo un paseo salvaje por recónditos rincones del horror desatado.

No resulta simple contar el siempre sorprendente desarrollo de la intriga, pero el punto de partida es una venganza de corte diabólico. El mundo presentado es el Hollywood de la década del 90, en una Los Ángeles de pesadilla. Allí la aspirante a directora Lisa Nova (una impecable Rosa Salazar que se lleva puesta la serie) emprende una venganza sobrenatural contra el productor que le ha robado su proyecto cinematográfico, acompañada por una suerte de hippie hechicera interpretada por una también destacable Catherine Keener.

Obviamente, el sortilegio desatado pierde el control y todo se desmorona entre los desvíos más grotescos e insospechados. Muertes, mutaciones, sicarios, sexo cronenberiano, demonios; todo cabe en esta montaña rusa imparable e ingeniosa que logra sostener su ritmo a lo largo de toda la temporada.

La obscena mecánica de Hollywood

Pero desafortunadamente hay un aspecto que genera un ruido incómodo. No todo es una fiesta en Brand New Cherry Flavor. Finalmente hay algo importante que resulta necesario apuntar y que puede opacar un poco el resultado.

El único, y verdaderamente serio problema de Brand New Cherry Flavor es el modo en que aborda, desde una buscada y desprejuiciada incorrección política, un tema ríspido: el abuso sexual en Hollywood. Lo que dispara toda la desquiciada trama de venganza diabólica es el rechazo de Lisa Nova a la exigencia sexual de quien será el productor de su película. A partir de ese rechazo, el productor la dejará fuera del proyecto y le robará su idea.

Pero es ahí que la misma Lisa Nova se despliega como un personaje totalmente amoral, una arribista que, en su desmedida ambición por el éxito, deja al tema del abuso en un rango meramente anecdótico, poniendo incluso al productor en un injustificable lugar de víctima. La serie incluso, en su afán por develar toda la obscena mecánica de Hollywood, lo deja claro: aquí no hay víctimas ni victimarios (y quien lo dice es él).

Pero la verdad es que sí los hay. Y que si ese mundo de ambiciones desmedidas es obsceno en su totalidad, también es verdad que en su interior hay diferencias entre víctimas y victimarios. La incorrección de Brand New Cherry Flavor, allí, juega en su contra y la vuelve ya no sólo cuestionable, sino lisa y llanamente reprochable. Celebrar la incorrección, en muchos casos, puede ser una treta para seguir el juego de los opresores.

No es menor el problema planteado, pero si es posible dejarlo entre paréntesis o asumirlo como un punto a discutir, Brand New Cherry Flavor destaca con su ingenio y su irreverencia.

Brand New Cherry Flavor / Netflix / 1era. Temporada

Creadores: Nick Antosca / Lenore Zion

Intérpretes: Rosa Salazar, Catherine Keener, Mark Acheson, Daniel Doheny, Eric Lange

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